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Campeón con nombres propios

-"¿Sois del Barça?" -"No, de Vitoria. Del Baskonia".Muchos habitantes de Valencia desconocían hasta este fin de semana los colores azul y grana que identifican al campeón de la Copa. Pero en cuatro días se los aprendieron de memoria. La afición del Tau fue la más numerosa y bullanguera de las que circularon por la Font de Sant Lluís. No resulta casual que viajara más de un millar de seguidores baskonistas. El club de Vitoria suscita la envidia de sus socios en la ACB por el grado de implicación que ha conseguido en su ciudad y todo el País Vasco. Desde la llegada del ex jugador Josean Querejeta a la presidencia, el Baskonia ha crecido físicamente (desde hace un mes juega en un pabellón de 9.200 localidades, que roza el lleno en cada partido), económicamente (su presupuesto es el más alto tras los dos clubes de fútbol y cuenta con el patrocinador más longevo de la Liga) y también baloncestísticamente. Éste es el tercer título que obtiene, tras la Copa del Rey de 1995 y la Copa de Europa de 1996. Dos factores han influido: la tradición de Vitoria en el mundo de la canasta y la tremenda sagacidad del presidente. Él tiene a su favor que además de dominar los negocios también sabe de baloncesto. La implicación social del club, que ha combinado la afición a este deporte y la orfandad histórica del fútbol hasta este año, ha trascendido al continuo trasiego de futbolistas antes, durante y después de cada temporada. El despacho presidencial ha sido también una oficina de gestión de talentos del baloncesto, rastreos de figuras en ciernes y contratación de jugadores acreditados en una utilización positivista y deportiva de las normativas en curso.

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El Tau reparte beneficios en Vitoria

La presencia masiva de extranjeros (con domicilio o en tránsito en Vitoria) no ha limado un ápice a la comunión ente la ciudad, los jugadores, el público y el patrocinador (el más fiel de toda la ACB). Así, el Tau es un equipo especializado en descubrir talentos, o encontrarlos en los lugares más recónditos. Los últimos son un italiano llamado Sergio Scariolo, que ha hecho del equipo una roca; un base eléctrico de nombre Elmer Bennett y otros más. Como cualquier equipo prevalece el nombre y apellido de las estrellas, pero destaca sobremanera la capacidad de concentración para jugar un baloncesto al límite (de la posesión, del marcador, del reloj, de la mentalidad). El Tau somete a sus rivales a un examen psicológico continuo, a sabiendas de que ninguno de los jugadores del Baskonia mostrará una mueca de desencanto. El prototipo es Anthony Bonner, un ejemplo de concentración. El proyecto de Scariolo ha dado resultados desde el primer día. Entre otras cosas porque su alfabeto empieza con la palabra altruismo: no hay jugadores egoístas en el Tau. Y su público se lo agradece, sin mirar el DNI a los jugadores.

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