_
_
_
_

Me sube la testosterona

El atleta norteamericano Dennis Mitchel, pionero en la explicación sexual de su elevado índice de la hormona masculina

Carlos Arribas

El velocista norteamericano Dennis Mitchell, bronce en los 100 metros en Barcelona 92 y positivo por testosterona en un control sorpresa en julio pasado, se ha convertido en pionero de la justificación sexual del exceso de la hormona masculina. "Tenía un índice tan alto porque la noche anterior había hecho cuatro veces el amor y además me había tomado unas cervezas", explicó Mitchell a la federación de su país, que tomó en cuenta su explicación y decidió no sancionarlo. La federación internacional (IAAF) no lo ha visto tan claro y estudiará su caso el 13 de febrero.Y sin embargo, aunque algún endocrinólogo de prestigio no dude en calificar de "jeta espectacular" a Mitchell, razones científicas no le faltan en su alegación.

La hormona sexual primaria es la testosterona, producida por los testículos. La testosterona es importante en el ciclo vital masculino. En los primeros años de vida el cuerpo no produce mucha testosterona, pero en la pubertad las células Leyding, situadas en los testículos, incrementan la producción.

Sus efectos en el organismo son de dos tipos, androgénicos y anabolizantes. La testosterona es la principal fuerza detrás del deseo y del rendimiento sexual. La producción de esperma, que también tiene lugar en los testículos, depende de la testosterona también. Los efectos androgénicos son los que se relacionan con el crecimiento de los órganos reproductores o con desarrollo de caracteres sexuales secundarios en el hombre. En la pubertad, eso se traduce en el incremento de la longitud y el diámetro del pene, en el desarrollo de la próstata y el escroto y en la aparición de vello púbico, facial y axilar.

Los efectos anabolizantes son los cambios que se producen en los tejidos corporales no reproductivos. Incluyen el agrandamiento de la laringe, el espesamiento de las cuerdas vocales, el desarrollo de la líbido y la potencia sexual y un incremento en la masa muscular y de la fuerza, así como una reducción de la grasa.

Por eso, los castrados, personas que han perdido los testículos, lugar donde se fabrica la testosterona, son bolas de sebo barbilampiñas y con voz infantil. Por eso, muchos deportistas recurren a la testosterona u otros esteroides anabolizantes para aumentar ilegalmente su masa muscular. No es tampoco casualidad que el ciclista holandés Gert Jan Theunisse, legendario en el pelotón por la longitud de su miembro viril, tuviera problemas en los controles por su elevado índice de testosterona.

Los testículos no se dedican únicamente a bombear más y más testosterona en la sangre, sino que en el cerebro, el hipotálamo y la pituitaria fabrican hormonas (hormona liberadora de gonadotropina y hormona luteinizante) que son necesarias para la manufactura de la testosterona. Las células Leyding la producen solamente si esas hormonas cerebrales les estimulan a hacerlo. Pero al cerebro se le puede engañar.

Cuando un deportista se inyecta la hormona o se coloca en el escroto un parche trasdérmico que libera gradualmente testosterona en su torrente sanguíneo, el cerebro inmediatamente lo detecta y ordena a los testículos no fabricar más. Se produce así el feedback negativo. La persona que lo sufre ve como sus testículos se reducen al tamaño de huesos de aceituna y dejan de producir semen.

El nivel de testosterona de una persona aumenta cuando ésta está excitada sexualmente. Cuando secreta semen, gasta la testosterona, pero pone en marcha un mecanismo de feedback positivo,que hace que los testículos generen mucha más testosterona que la que el organismo necesita. Es lo que Mitchell, de 32 años, logró con los cuatro actos sexuales en una noche. Sin embargo, al rápido atleta le falta un punto fundamental para cerrar el círculo. El nivel de testosterona no se mide en valores absolutos cuando se analiza la orina en un control antidopaje, sino en su relación con la epitestosterona, otra sustancia producida por el organismo. En una persona sana, esa relación en la orina suele ser de 1:1 o de 1,5:1. Para que se considere positivo (claro y palmario que el deportista ha recurrido a testosterona externa), el reglamento antidopaje cifra el porcentaje en 6:1. Mitchell tiene razón: su efervescencia sexual pudo subir su testosterona, pero también, y todos los expertos coinciden en ese punto, debió elevar su epitestosterona, por lo que la relación debería seguir siendo la misma.

La decisión de la IAAF el 13 de febrero puede tener carácter histórico: si admite los argumentos del atleta norteamericano uno de los temas más controvertidos en el deporte (la bondad o maldad de las relaciones sexuales antes de una competición) tomaría un sesgo definitivo: todos los entrenadores recomendarían a sus deportistas que no se cortaran lo más mínimo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_