_
_
_
_
_

El islam busca un hueco en la cultura catalana

Cinco veces al día, desde el alba hasta que oscurece, uno de cada cinco habitantes del planeta se lava las manos y la cara, se descalza y, sobre su alfombra de oración, se postra de cara a La Meca. Éste es el ritual sagrado que también practican los más de 100.000 musulmanes que viven en Cataluña cuando dirigen sus oraciones a la ciudad santa del islam durante todo el año. El mismo ritual alcanza un significado más simbólico estos días, a lo largo del noveno mes del calendario lunar musulmán. Los devotos de la religión islámica se encuentran en el año 1419, a algo menos de 580 años de diferencia respecto al calendario solar aplicado en Occidente. La comunidad musulmana residente en Cataluña celebra desde el pasado 19 de diciembre y hasta el próximo 18 de enero el ayuno del mes del Ramadán, tal como prescribe el Corán. Casi 30 días que, más allá de las limitaciones a la comida, la bebida y las relaciones sexuales, tienen un sentido más amplio: alcanzar la espiritualidad y el compromiso con Alá. En algunas calles del barrio barcelonés del Raval es posible ver algunos grupos de paquistaníes, sirios o catalanes convertidos al islam practicar el ayuno obligatorio y dirigir sus plegarias hacia La Meca. Azouz, un joven de 19 años, quiere cumplir por primera vez en su vida con el precepto del Ramadán. Su problema: no conoce los centros de oración que están dispersos en varios puntos de la ciudad y, como en Barcelona, en más de una decena de poblaciones del área metropolitana y del resto de Cataluña. Pero la realidad de Azouz no es sólo personal. Centros dispersos Las obligaciones laborales y la falta de una mezquita común en Barcelona -se utilizan como tal los espacios más amplios de la ciudad: el Centro Islámico de la Meridiana y el situado en la calle del Hospital- hacen difícil a gran parte de los musulmanes reunirse en un templo. Algunas familias y amigos se agrupan en pequeños locales situados en los bajos de un edificio o aprovechando el espacio sobrante de un local. Son las mussalas, o lugares para rezar, repartidas en número de 28 por toda el área metropolitana de Barcelona. Están acondicionadas con alfombras y con unos lavapiés a la entrada para las abluciones rituales. Los viernes, día festivo del islam, estas mezquitas improvisadas se quedan pequeñas para acoger a los centenares de creyentes que acuden ellas a rezar la oración de las cinco de la tarde, y muchos han de realizar la plegaria en la calle, en un patio o en improvisados cuartos segregados de un piso con tabiques. Najem al Hassan, imam del Centro Islámico de la avenida Meridiana de Barcelona, se pregunta una y otra vez cómo es posible que existan mezquitas en Valencia, Sevilla y Madrid, y que Barcelona, "como próxima capital cultural del año 2004", no disponga de una mezquita que "recoja las necesidades del culto musulmán". Este panorama desalentador ha despertado un sentimiento unitario entre la comunidad musulmana de Cataluña para levantar su voz a favor de una mezquita en Barcelona. Muchos confían en que el proyecto de construcción de este lugar de culto islámico en Barcelona se lleve a cabo antes del año 2004, año en que se celebra el Fòrum Universal de les Cultures. El pasado 18 de diciembre una delegación de diplomáticos árabes visitó en Barcelona la exposición L"islam i Catalunya, y aprovecharon su estancia para pedir al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, la colaboración del Gobierno catalán para construir una gran mezquita en la ciudad. El proyecto entregado a Pujol parte de la iniciativa de la Casa del Libro Árabe, entidad que agrupa a varias asociaciones islámicas españolas. Mowafach Kanfach es diseñador gráfico de origen sirio y máximo representante de la organización cultural que ha impulsado el proyecto, que por el momento ha recibido el nombre de Mesquita Major. Kanfach comienza su pausada disertación lamentando el inicio del bombardeo norteamericano a Irak justo a comienzos del Ramadán. Envuelto entre más de un centenar de libros de la cultura islámica y catalana, afirma que el proyecto de la mezquita cuenta con el apoyo verbal de Pujol, el Instituto Catalán del Mediterráneo y la comunidad musulmana de Barcelona. "No será una mezquita como las que existen en los países árabes, sino el gran centro cultural que necesitamos los musulmanes y quienes creemos en la hermandad y la fraternidad entre las civilizaciones", dice Kanfach. Un centro que contará con espacios de ocio, restaurantes y una escuela de enseñanza catalano-árabe. El ambicioso proyecto, del que Kanfach prefiere no desvelar más datos financieros, prevé que este centro cultural esté situado a las afueras de Barcelona y próximo a la zona de Besòs Mar. Contará con la participación de tres arquitectos árabes y uno catalán, así como de diversas asociaciones islámicas, que aportarán 2.300 millones de pesetas -100 millones saldrán de la Casa del Libro Árabe- para adquirir un solar de entre 12.000 y 20.000 metros cuadrados. Inspiración gaudiniana Al margen de los datos concretos de este centro cultural, su creación se considera un avance para estrechar los lazos entre la cultura catalana y la árabe. El centro cultural, como lo llama Kanfach, será "un testimonio para las próximas generaciones que nazcan en la ribera del Mediterráneo". Se construirá, según el proyecto, a partir de una mezcla de los estilos otomano, andalusí y modernista catalán."Del mismo modo que Gaudí se inspiró en algunas casas rurales de Sudán, para nosotros será un modelo para diseñar ciertos detalles de la futura mezquita".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_