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Entrevista:DESVÁN DE LOS OFICIOSBELENISTA

"El belén es más ecológico que el árbol de Navidad"

José Luis Mayo, que modela figuras para los nacimientos, defiende el auge de estas representaciones religiosas

Para José Luis Mayo, hasta en junio es Navidad. Al margen de lo que dicte el calendario, este hombre pasa el año rodeado de nacimientos. Gajes del oficio de belenista. Sus manos moldean el barro hasta convertirlo en un Niño Jesús de expresión dulce o un Herodes "con cara de cabreo". Y no le falta trabajo. "El belén está en auge", sostiene.El taller de Mayo, a punto de trasladarse desde Leganés hasta Villaverde, lo demuestra. Rodeados de centenares de figuritas, seis profesionales jóvenes repasan, montan y pintan las piezas que representarán el nacimiento de Cristo en oficinas, comercios u hogares. José Luis, responsable de los modelados, capitanea el equipo que en estos días de diciembre trabaja con frenesí.

-Así que corren buenos tiempos para el belén.

-Sí, cada vez vuelve más. Nació en Italia, con san Francisco de Asís, y se ha convertido en algo muy nuestro. En Madrid se montan nacimientos desde 1640, cuando los llamaban retablillos.

-¿El árbol de Navidad ha arañado clientela? -Ahora, ya no. Cuando se importó la moda del abeto, en los años sesenta o setenta, se notó algo de caída, pero al final la gente ha optado por hacer compatibles las dos cosas. Pasa lo mismo que con los Reyes y Papá Noel: los niños han acabado por tener regalos los dos días.

-El pino y el pesebre han acabado por complementarse.

-Sí, pero a mí me parece más ecológico el belén. El musgo que se emplea viene de Holanda, ya que aquí está protegido.

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-¿Cuál es la figura más complicada de hacer?

-El Niño, porque es muy difícil hacer un bebé guapo. Intento dar a todas las piezas una expresión más humana que mística, para que parezcan personajes como los que uno se cruza a diario, aunque vayan vestidos como hace 2.000 años.

-¿Es necesario tener fe para crear figuras religiosas?

-Creo que el hecho de ser creyente influye en mi trabajo.

Amén de fe, Mayo necesitó otra virtud teologal para convertirse en belenista: la esperanza. "De pequeño, cuando vivía en la provincia de Toledo, me fascinaban las imágenes de las iglesias y me gustaba modelar el barro. Al venir a Madrid busqué un escultor que me tomara de aprendiz y topé con un belenista murciano. En su taller aprendí el oficio desde abajo y descubrí que ofrecía un campo de expresión impresionante", relata este hombre de 57 años.

Sin embargo, las vueltas de la vida arrancaron a José Luis de los terrenos artísticos para convertirle en obrero especializado: pintor de coches en una fábrica automovilística de Villaverde. "Fueron unos años de cárcel, pero había que vivir", recuerda. Cuando la crisis del petróleo se dejó sentir en la España de la transición, Mayo pudo abandonar aquella pesadilla laboral. "Me despidieron, y con la indemnización monté mi propio taller de belenista", relata.

Han pasado más de veinte años de aquello y el artesano mantiene incólume su amor por el barro -"para mí es más noble que la madera"-. Con la arcilla crea cada modelo original. Luego llega el momento de hacer el molde de escayola, que permitirá reproducir las figuras. Cuando están listas se deben eliminar las rebabas antes de que la arcilla se seque. En algunos casos hay que montar varias piezas para componer el personaje completo.

El horno eléctrico, la etapa siguiente, está ahora atestado de Vírgenes, San Josés y Niños Jesús. "Las figuras deben cocer a 900 grados durante siete u ocho horas, para ganar consistencia", detalla José Luis. Después les aguardará un baño de cola destinado a facilitar la impregnación de la pintura. Pinceladas a mano, color a color. Las tiendas especializadas y los coleccionistas particulares son los principales destinatarios de las obras que salen del taller de Mayo. El abanico de precios es amplio. El conjunto de figuras imprescindibles -el misterio- cuesta a partir de 15.000 pesetas.

-¿Qué le parecen los nacimientos de plástico?

-Están bien para que los niños jueguen, porque no se rompen las piezas.

-Desde su trayectoria belenista, ¿cree que ha cambiado la Navidad?

-Sí, se ha comercializado más. La gente puede permitirse más lujos que antes y, al tiempo, se ha perdido unidad familiar.

José Luis Mayo se asoma cada mes de diciembre por la plaza Mayor, donde este año ha participado en la instalación del nacimiento con la Asociación de Belenistas, a la que está afiliado. Cuando era aprendiz acudía con su jefe a vender las piezas. Ahora, las comercializa sin necesidad de puesto callejero, pero va a olisquear el ambiente, que también ha evolucionado. "Ahora es casi más un mercadillo de objetos de broma que de nacimientos", dice.

Lo que sí va en serio para José Luis es su sueño de conocer el Belén auténtico, la ciudad cisjordana de 25.000 habitantes incluida en la Autonomía Palestina. Allí se levanta la basílica de la Natividad sobre la gruta donde nació Cristo. "Iré algún día", se promete el artesano. En la maleta le podrán acompañar sus propios Reyes Magos.

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