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La honradez está en regional

El entrenador del Guijuelo pidió a sus jugadores que se marcasen un gol en propia meta para contrarrestar el que habían hecho de forma antideportiva

Fue todo un gesto deportivo de un desconocido entrenador de fútbol en sus ratos libres. Benjamín Benito, de 35 años, auxiliar administrativo del hospital Clínico de Salamanca, pidió el sábado a sus jugadores nada menos que se marcaran un autogol. Su equipo, un modesto conjunto de categoría regional de la localidad salmantina de Guijuelo (5.008 habitantes), famosa por sus chorizos y jamones, acababa de adelantarse en el marcador (2-1) ante el Escuela Navega (un barrio de Salamanca) con un tanto que le avergonzaba.Faltaban 15 minutos para el final del partido. Un jugador del Escuela Navega, entonces con dos hombres menos por expulsión, recibe una patada en una mano y queda tendido sobre el campo entre chillidos. Sus compañeros lanzan el balón fuera.

Instantes después Benjamín Benito se llevó las manos a la cabeza. "¡Pero qué haceis! ¿Adónde va ése?", gritó desde el banquillo. Veía cómo uno de sus jugadores sorteaba con facilidad uno, dos, tres rivales... que estaban parados. Esperaban que les devolviesen el balón tras ser atendido su compañero lesionado. Pero el futbolista del Guijuelo siguió la jugada. No encontró obstáculo alguno para centrar a un compañero de modo que éste marcase el 2-1.

"Pensé que lo habían hecho inconscientemente. Pero me dijeron que no", confesó el técnico. Sus jugadores le recordaron entonces que la pasada temporada el Escuela Navega les había ganado un partido en los despachos al denunciar irregularidades en la ficha de un compañero.

Esta vez, los jugadores del Escuela Navega rodearon al árbitro. Le reclamaron que anulase el tanto. Benjamín Benito reconoció que se quedó "helado" por la actitud de sus hombres, pero su reacción inmediata fue entrar casi hasta el centro del campo. "Quería que mis jugadores me oyesen. No podía pedir un tiempo muerto como sucede, por ejemplo, en los partidos de baloncesto. Les dije que, tras el saque del centro del campo, que se parasen o se dejasen meter un gol para desagraviar la injusticia", contó el entrenador.

"Unos jugadores, la mayoría, hicieron oídos sordos. Otros no entraban al contrario. Sólo el portero me hizo caso, y se quedó quieto en un remate de los rivales desde fuera del área, pero la mala suerte hizo que el balón pegase en el poste", explica Benjamín Benito.

Mientras tanto, iban pasando los minutos y los jugadores del Guijuelo, en su mayoría chacineros de la localidad, veían que cada vez les quedaba menos tiempo para remontar si es que se automarcaban el empate a dos. Y acabó el partido con el triunfo del equipo local.

"Me quedé desolado y avergonzado", contó ayer Benjamín Benito desde su domicilio de Villamayor, uno pueblo aledaño a la capital salmantina.

El entrenador del Guijuelo pidió perdón al técnico rival. Éste le sorprendió en su contestación: echó la culpa a sus propios jugadores mientras elogiaba el borrón de los rivales -"han estado muy inteligentes", replicó-. El Escuela Navega no sólo cayó derrotado sino que perdió la oportunidad de alzarse con el liderato, lo que habría sucedido si hubiese ganado.

"Para qué queremos tres puntos sumados de esta manera", fue el lamento final del entrenador del Guijuelo, club que le paga 50.000 pesetas al mes. La campaña Juego Limpio ya tiene candidato.

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