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El Miguel Servet cita a 80 pacientes de riesgo para ver si están infectados por 'legionella'

El hospital no descarta nuevos casos, aunque las autoridades dan por controlado el brote

La dirección del hospital Miguel Servet de Zaragoza, en el que han muerto tres pacientes por un brote de legionella en las últimas semanas, no descarta la aparición de nuevos casos, ya que todavía no se ha localizado el foco de la bacteria, posiblemente situado en el propio centro. El hospital ha comenzado a citar a 80 personas que estuvieron ingresadas en la planta de hematología, en la que se sospecha que se originó el brote. A los pacientes citados se les hará un estudio diario de serología para localizar la posible infección antes de que se desarrollen los síntomas.

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El gerente del hospital, Antonio José Rueda, explicó que esos controles abarcarán a todos los pacientes ingresados en la sexta planta, donde están los servicios de hematología y nefrología. Rueda llamó a la calma y dijo que quienes no sean citados pueden considerarse fuera de riesgo.La primera muerte ocurrió a finales de septiembre. Las otras dos, los días 1 y 10 de noviembre. El gerente insistió ayer en que se aplicó inmediatamente el protocolo que marca la actuación en este tipo de procesos. Ahora el Servet trabaja con la Dirección General de Salud Pública del Gobierno de Aragón, que ha puesto todos sus técnicos a disposición del Insalud.

El brote afectó a pacientes con defensas bajas: dos mujeres y un hombre que padecían diferentes enfermedades. No eran portadores del virus del sida, como señaló ayer por error el presidente del Insalud, Alberto Núñez Feijoo, sino inmunodeprimidos; esto es, pacientes con las defensas muy bajas. Las edades de los pacientes variaban entre los 45 y los 75 años. Ninguno de sus familiares ha planteado reclamación alguna al hospital.

El miércoles por la tarde, el hospital Miguel Servet se apresuró a difundir un comunicado en el que informaba de forma exhaustiva sobre el brote y la sintomatología de la legionella. Ayer, la preocupación de las autoridades sanitarias era restar importancia a la incidencia de la enfermedad. Aclaraban que no había aparecido ningún otro enfermo y explicaban las medidas preventivas que ya se habían adoptado.

El Miguel Servet, el principal hospital de la red sanitaria aragonesa, con una capacidad de 1.300 camas, se prepara para afrontar un fin de semana muy especial. Las medidas son drásticas, entre otras razones porque existe el riesgo que el centro pueda ser cerrado si el tratamiento no da resultado, aunque esa posibilidad se considera algo remota.

Ayer por la tarde comenzaron a cambiarse las alcachofas de las duchas y se preparaban altas de pacientes no graves y de aquellos que están ingresados aguardando que se les practiquen pruebas. El sábado comenzará la hipercloración del agua y la inyección de agua caliente en las tuberías de todos los circuitos. El tratamiento creará serias incomodidades. No se puede beber agua de los grifos del hospital, y los equipos de mantenimiento tienen dificultades para controlar la resistencia de las tuberías de agua fría a un chorro de 70 grados.

Rueda reconocía que era difícil que el tratamiento alcanzase a todo el circuito de un hospital con múltiples recovecos. Por eso mostraba su confianza en que la sustitución de las alcachofas de las duchas y la de los filtros de los grifos fuesen más efectivas que la actuación en el circuito. Cuando el hospital esté bajo mínimos de pacientes, el sábado a las ocho de la tarde, comenzará el tratamiento, que durará 15 horas en cada sector.

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