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Los ataques contra autobuses bajaron más del 50% en las capitales antes de la tregua

El ataque contra autobuses, un baremo que junto a los destrozos de mobiliario urbano ofrece el termómetro de la conflictividad callejera en el País Vasco, ha descendido durante este año de manera significativa, incluso antes de que ETA declarara una tregua de carácter indefinido. La denominada kale borroka, protagonista de este tipo de sabotajes, ha atenuado la intensidad de sus actuaciones sobre el transporte colectivo ya que de los 25 ataques realizados durante 1997 se ha pasado a diez durante este año, con un coste para las arcas municipales cifrada en 80 millones de pesetas frente a los 109 desembolsados en el ejercicio anterior. Todos los responsables de los ayuntamientos implicados justifican este descenso por el cambio de estrategia que ha derivado de la tregua establecida por ETA el pasado mes de septiembre. Sin embargo, la caída de este tipo de acciones ya provenía de antes. La última actuación constatada en San Sebastián, la capital más conflictiva con 16 acciones contra autobuses el año pasado y sólo cinco en 1998, data del 15 de agosto cuando un urbano sufrió un incendio de menor importancia en la zona de Berio. El caso donostiarra es significativo. El año pasado la Compañía del Tranvía de San Sebastián que gestiona el transporte urbano constató unos daños de 60 millones de pesetas después de que 16 de los 80 autobuses que componen su parque móvil fueran atacados. Hasta el actual mes de noviembre sólo cinco unidades han sufrido daños por un importe que no alcanza los 47 millones de pesetas. En el otro extremo se encuentra Vitoria. La capital alavesa no ha registrado una agresión de estas características desde el 14 de enero de 1997. En aquella ocasión, un autobús fue atacado con bombas caseras junto a la parada de la calle Obispo Ballester y los daños ocasionados sobre el vehículo y la marquesina supusieron un coste de 14 millones de pesetas. En Bilbao, los transportes de Bilbobús que desarrollan su actividad en el entorno urbano de la capital vizcaína han sido objeto de cinco agresiones este año, con dos destrucciones totales y tres parciales que han supuesto para la empresa 34 millones de pesetas. Frente a ello, durante 1997 los sabotajes habían sido ocho, tres de los cuales acabaron de manera total con el coche y otros cinco dañaron parcialmente sus estructuras, con un desembolso para la empresa municipal de 35 millones de pesetas. Los responsables de los ayuntamientos y las firmas que gestionan el transporte público destacan la dificultad que existe para establecer medidas de seguridad sobre los vehículos y confían en que los ataques se mantengan a los niveles actuales y desaparezcan. El Departamento de Interior del Gobierno vasco por su parte, ha trabajado en los últimos años en mejorar aspectos técnicos que aumenten la seguridad de los autobuses urbanos, tales como la instalación de localizadores de los coches o extintores internos a base de agua difundida desde el techo.

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