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Krutwig, decano de Euskaltzaindia e ideólogo de la primera ETA, falleció el domingo

El País

El escritor y miembro de Euskaltzaindia Federico Krutwig Sagredo falleció el pasado domingo en Getxo, localidad en la que nació en 1921, a causa de una hemorragia interna, aunque la noticia de su muerte trascendió ayer. Su muerte sorprendió a sus amigos, que habían visto cómo el escritor se había recuperado de una rotura de cadera sufrida hace cuatro meses, aunque el percance había disminuido su vitalidad física. El domingo encontraron el cuerpo sin vida en su domicilio cuando iban a atender una llamada del propio Krutwig, quien les había advertido de su mal estado de salud. Sus restos serán incinerados posiblemente hoy al mediodía, en una ceremonia civil que tendrá lugar en el cementerio de Derio y, posteriormente, sus cenizas serán aventadas en Laida (Urdaibai) y en Atenas. Krutwig, decano de los académicos de Euskaltzaindia, adquirió una notable influencia política a comienzos de los años 60 tras la publicación de su ensayo Vasconia (Buenos Aires, 1963), que se convirtió en libro de cabecera para las primeras hornadas de militantes de ETA. A finales de la década elaboró dos informes para la V Asamblea de ETA que también ejercieron una gran influencia. PASA A LA PÁGINA 7

Fue impulsor de Euskaltzaindia en los años oscuros de la posguerra

VIENE DE LA PÁGINA 1 La impronta del discurso ideológico de Krutwig se plasmó durante la V Asamblea en la definición de los cuatro "frentes" de acción (militar, político, obrero y cultural), que él adaptó de la teorías de Truong Chin aplicadas por la guerrilla vietnamita. El secretario de Euskaltzaindia, José Luis Lizundia, declaró ayer que con la muerte de Federico Krutwig desaparece "un hombre importantísimo, una figura señera de la cultura vasca, con una dimensión clásica universal". Dotado de una facilidad innata para los idiomas, Krutwig, dominaba cinco o seis lenguas cuando apenas tenía nueve años, y llegó a conocer más de una veintena, además de cursar estudios de profesor mercantil, Derecho y Economía, así como lenguas orientales, en París y Bonn. Su relación con el euskera se consolidó cuando conoció a Resurrección María de Azkue, a los 18 años de edad. Ambos fueron quienes mantuvieron y revitalizaron la casi desaparecida Academia de la Lengua Vasca en los años de la posguerra. Krutwig se había dirigido a Azkue para presentarle sus traducciones del alemán al euskera, que había aprendido de forma autodidacta. En 1942 fue nombrado académico de Euskaltzaindia, siendo uno de los principales impulsores de la unificación del euskera, aunque él daba primacía al dialecto labortano. Diez años más tarde, Krutwig pronunció el discurso de recepción como académico de Luis Villasante, que llegó a ser presidente de Euskaltzaindia, y durante su intervención criticó la actitud de la Iglesia por apoyar las lenguas vernáculas en algunos lugares y marginarlas en otros, como en el País Vasco. Eso le valió el destierro y su exilio en Francia, del que no regresó hasta 1976. Autor de numerosos ensayos sobre la lengua y de seis novelas en euskera labortano, su último libro, Vasconia Computer Shoch. Año 2001 (1984) analizaba la influencia de la informática y de la cibernética en la civilización actual. Además, a su regreso del exilio fundó en Zarautz la asociación Jakintza Baitha, con la que proponía la unión de la cultura griega con la vasca.

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