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CiU quiere evitar una campaña electoral tan radicalizada como la vasca

La primera lección que los nacionalistas catalanes han extraído de las elecciones vascas es que la radicalización de la campaña ha beneficiado a las dos ofertas extremas (el PP y Euskal Herritarrok) y ha recortado, aunque ligeramente, los atributos del nacionalismo moderado del PNV, que se mantiene como primera fuerza en el Parlamento vasco, y de Eusko Alkartasuna. La conclusión es, según fuentes de CiU, que esta coalición ha de impedir la radicalización del debate político ante la cita de 1999 de los catalanes con las urnas. De lo contrario, los nacionalistas se expondrían a una pérdida de terreno a favor del PP, por un extremo, y de las opciones independentistas de ERC y el PI, por el otro.

Los máximos dirigentes de CiU constataron ayer estos datos en una reunión de la comisión de enlace de la coalición. Pese a todo, los nacionalistas catalanes creen que el PP no se atreverá a jugar en Cataluña la carta radical que ha jugado en Euskadi. Primero, porque las situaciones políticas son incomparables (no hay que olvidar los cargos del PP asesinados por ETA). Segundo, porque la estabilidad del Gobierno de José María Aznar sigue necesitando de la contribución de los diputados de CiU. La cúpula de CiU, sin embargo, prefirió subrayar ayer en público su "satisfacción" por otras dos conclusiones: que un notable incremento de la participación no tiene que ir necesariamente en detrimento del conjunto de opciones nacionalistas y que el PNV se mantiene como el partido más votado, lo que le confiere el liderazgo del tránsito hacia la paz. CiU considera que los comicios vascos no influirán de forma perceptible en la próxima decisión del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, sobre si agota la legislatura y convoca las elecciones autonómicas para otoño de 1999 o adelanta la cita con las urnas a marzo del mismo año. Fuentes nacionalistas indicaron que, en este punto, las cosas están como estaban: Unió prefiere marzo, el aparato de Convergència se inclina por noviembre y Pujol aguarda el consejo de las encuestas ante la convicción de que Aznar desoirá a quienes le aconsejan que anticipe las legislativas a junio de 1999. Los nacionalistas catalanes creen que las elecciones vascas sí influirán en que el debate electoral catalán quede sólidamente anclado sobre la construcción de un Estado plurinacional, terreno claramente propicio a CiU. El PP catalán expresó, la misma noche electoral, su entusiasmo por los resultados conseguidos por sus correligionarios vascos. No obstante, junto a la alegría inicial, ha aflorado en la dirección del partido una cierta inquietud ante la dificultad que le plantea el reto de emular en las autonómicas catalanas el salto dado por el PP en Euskadi. Los dirigentes del PP catalán son conscientes de que el centro de atención de los conservadores españoles pasa a ser ahora Cataluña, el otro talón de aquiles tradicional del Partido Popular en España. El PP vasco ha superado ya esta situación al convertirse en la segunda fuerza política, con lo que Cataluña queda como la comunidad que menos apoyos electorales brinda a los conservadores. Ni los dirigentes más optimistas del PP confían en que esta situación cambie en las próximas autonómicas catalanas, donde la candidatura del socialista Pasqual Maragall, a buen seguro, potenciará la polarización del debate entre nacionalistas y socialistas. MÁS INFORMACIÓN EN PÁGINA 3

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