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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Primakov no despega

PESE A las promesas in extremis del primer ministro ruso de pagar a cada ciudadano "hasta el último kópek" que se le debe, tratando de evitar que la jornada de protesta de ayer se convirtiera en un plebiscito popular contra su inédito Gobierno, todo apunta a que el equipo de Primakov, que nace con fórceps, va a sumarse a la lista de los sucesivos gobiernos demasiado débiles para poner en práctica las reformas que Rusia necesita. Por lo poco conocido hasta ahora, Moscú se dirige -a contrapelo de lo pactado con las instituciones internacionales que le prestan el dinero y en medio de la peor crisis financiera conocida- hacia un modelo económico sin disciplina fiscal, basado en la máquina de imprimir billetes y en restablecer parte de los controles económicos de antaño.Cuatro semanas después de haber sido respaldado por el Parlamento, Primakov no ha conseguido completar su equipo -en el que están representados los partidos principales, incluidos los ultranacionalistas de Zhirinovski- y admite, en medio del caos, que carece de programa económico. Los comunistas, el nuevo poder que le apoyó junto con los liberales, comienzan a distanciarse del Gobierno a pesar de que tienen a uno de los suyos, el viceprimer ministro Yuri Masliukov, al frente de la economía. Masliukov es el autor de un plan que considera la reimposición de controles económicos, entre ellos el del cambio de divisas, como la solución a la crisis abisal de Rusia, donde el 57% de los trabajadores no cobra hace meses sus salarios, la desnutrición se extiende y casi la mitad de sus 147 millones de habitantes sobrevive a la penuria gracias a lo que cultivar en sus huertos. Cientos de miles de rusos, menos de los previstos por los sindicatos y el partido comunista, pero muchos más que en anteriores ocasiones, se manifestaron ayer para exigir de nuevo la dimisión de Yeltsin y protestar por su calamitosa situación, que el invierno agudizará y que ya no permite a Rusia, como acaba de admitir Masliukov, mantener un arsenal con miles de cabezas nucleares.

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Los comunistas fracasan en su jornada de protesta contra la política de Yeltsin

Las medidas avanzadas por el comunista Masliukov, muy cercanas a la prohibición total del dólar, han sembrado el pánico entre los ciudadanos, una gran parte de los cuales se ha protegido de la inflación desatada por la devaluación del rublo en agosto convirtiendo en dólares sus magros ahorros. Pese a que, según el Gobierno, el proyecto del antiguo jefe del Gosplan es uno más entre los que se manejan, el portavoz de Yeltsin ha tenido que salir a la palestra para asegurar que el declinante presidente ruso defenderá las libertades económicas y "no permitirá la vuelta a los viejos tiempos". Primakov, que sigue sin encontrar a quien se haga cargo de la vicepresidencia financiera, simplemente ignora cómo va a pagar los cientos de miles de millones que el Estado debe a trabajadores, pensionistas e inversores.

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Este cúmulo de circunstancias hace improbable que el cada vez más irritado Fondo Monetario Internacional se decida a liberar los últimos 4.300 millones de dólares de un préstamo que debía haber desembolsado el mes pasado. La clase política apuesta ya por una caída anticipada de Yeltsin y se prepara para unas elecciones presidenciales anticipadas. Un escenario que da escaso margen de supervivencia al no nato Gobierno de coalición de Primakov y que en nada favorece cualquier plan de emergencia para superar la crisis.

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