_
_
_
_
VERANO 98

El crucero más amargo

RETRATOS

La vida les sonreía. Sus padres, él de Riotinto, ella de Sevilla, se enamoraron cuando vivían en casas adyacentes de la calle San Luis, la que desemboca en la Macarena. Se casaron y llegaron los hijos. A Hermenegildo, el varón, lo bautizó bajo palio el deán de la catedral en Salteras. La madrina de Helena en su bautizo, celebrado en la iglesia de San Julián, fue una escritora rusa muy amiga de sus padres. En cuanto a Ana, estaba marcada desde el principio. La apadrinó en su propio cortijo el torero Ignacio Sánchez Mejías y muchos años después, en un restaurante de Filadelfia llamado Torero, le presentaron al que sería su marido, un periodista norteamericano llamado Andrew Shallo, ya fallecido. Bautizos de tanta alcurnia fueron el prólogo de una pesadilla. Su padre, Hermenegildo Casas, fue el último presidente de la Diputación de Sevilla antes de la sublevación del 18 de julio. Militante del PSOE, durante dos días fue alcalde de Sevilla, efímero mandato que le permitió colocar el 14 de julio de 1931 la bandera tricolor de la República en el balcón del Ayuntamiento. Helena tenía 7 años y Ana 4 cuando dejaron Sevilla. Su primer destino fue París. La siguiente mudanza fue más drástica. "En junio de 1941, cuando los alemanes entraban por el norte, nosotros nos fuimos por el sur". Un barco los llevó desde Marsella a Casablanca. "Nos desembarcaron con el pretexto de que tenían que enviar tropas a Dakar. Dijeron que nos alojarían en unos hotelitos, pero nos metieron siete meses en un campo de concentración". "¡Qué niñez!", dice Ana, que desde 1936 no volvía a Sevilla. Han viajado con la ayuda de la cadena de tiendas Gigante, que abrió en la capital mexicana un cántabro llamado Ángel Losada Gómez. En octubre de 1941 iniciaron un viaje en barco que haría las delicias de cualquier cinéfilo. Casablanca-Veracruz, dos ciudades que inmortalizaron a Ingrid Bergman y a Sara Montiel y que para ellas fue el último episodio de la huida. "Nos recibió con los brazos abiertos el general Lázaro Cárdenas, presidente y padre de Cuauhtémoc Cárdenas, hoy alcalde de México". Las dos cumplieron a su modo el dicho más conocido de ese país, que está tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos. El fugaz alcalde de Sevilla empezó a trabajar suscribiendo contratos para petróleos mexicanos y envió a su hija Ana a Tejas para que aprendiera inglés. "No quería vivir en ese país y me quedé 39 años". Helena también se echó un novio norteamericano, un piloto aviador de Houston, pero rompió relaciones para no tener que trasladarse a Alemania. "Como dicen allí, más vale bien quedada que mal casada". Supieron después de las películas de Buñuel, de los versos de Cernuda, de los goles de Butragueño. Su colonia era su bloque de pisos de la calle Río Mixcoac, donde ya murieron Josefina, vecina del tercero, y María, del quinto, sus amigas españolas, casadas con sendos profesores exiliados. Rotularán una calle de Sevilla Este con el nombre de su padre. En el Ateneo han visto ese mismo nombre, Hermenegildo Casas, en una lista de izquierdistas fusilados por Queipo de Llano. "Gracias a Dios, murió mucho después, el 30 de marzo de 1967, de muerte natural; ese día tenía cita para comer con su amigo el torero Diego Puerta".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_