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El incendio, en fase de control tras calcinar 26.000 hectáreas de bosques y cultivos

El inmenso fuego forestal que, desde el pasado sábado, ha quemado 26. 000 hectáreas en las cuatro comarcas que constituyen el centro geográfico de Cataluña entró ayer por la tarde en vías de control. Ya no quemaba imparable y la poderosa lengua de fuego de 25 kilómetros de frente empezó a fraccionarse en pequeños trozos, activos, pero por fin abordables por las 2.000 personas y los 27 aparatos aéreos que llevan cinco días luchando contra las llamas. Las condiciones climatológicas, que hasta ayer ayudaron a expandir las llamas, variaron radicalmente: la temperatura decayó cinco grados, la humedad subió hasta el 65% y la intensidad del viento descendió hasta los 10 kilómetros por hora.

La combinación de altas temperaturas y baja humedad es nefasta para los bosques mediterráneos, pero, si como sucedió el domingo y lunes, a estos elementos se les suma el fuerte viento, el resultado es devastador: 26.000 hectáreas -17.000 de bosques y las 9.000 restantes de cultivos y matojos- devastadas; 16 pueblos que han visto sus bosques volatilizados y convertidos en ceniza, yermos; más de seis millones de árboles transformados en negros esqueletos de carbón; y una inacabable mancha gris de 250 kilómetros cuadrados que se extiende por el Bages, la Anoia y el Solsonès y la Segarra. Ayer, como habían avanzado los meteorólogos, las condiciones atmosféricas se suavizaron. Tanto, que en algunos puntos del área de fuego, hasta llegaron a caer algunas gotas de esperanzadora lluvia. Este giro climático insufló un leve aire de optimismo entre los rectores del Departamento de Gobernación de la Generalitat, organismo del que dependen las labores de extinción de los incendios forestales. A última hora, una cautelosa portavoz de Gobernación admitía que la evolución del fuego "era favorable". "No lo damos por controlado, porque la superficie quemada es muy extensa, quedan muchos focos pequeños y el viento puede levantarse en cualquier momento", señaló. "Hay que dejar pasar 18 horas para poder decir que la situación está controlada", admitía el consejero de Gobernación, Xavier Pomés. Tal como evolucionaban los acontecimientos, y de seguir las condiciones atmosféricas como las de ayer, se pensaba que en 48 horas se podría dar por apagado el incendio. Pero el temor del consejero era llegar al jueves con la situación controlada, porque mañana está previsto que regrese el calor y baje la humedad. El incansable trabajo de las 2.000 personas, entre bomberos profesionales, voluntarios y Fuerzas de Seguridad del Estado, se empezó ayer a ver recompensado. Los pilotos y los tripulantes del los 27 aviones y helicópteros bombarderos -el mayor despliegue aéreo de la historia española de los incendios forestales- podían ver que el trabajo surtía efecto. No sucedía lo mismo el lunes, cuando el inmenso calor evaporaba las descargas de agua antes de que llegaran a tocar fuego. Gobernación mantiene para hoy todo el despliegue de efectivos y tendrá todas las alertas activas una semana más para evitar sorpresas desagradables. Tan sólo regresarán hoy a Francia los tres hidroaviones cedidos por este país, y volverán a sus bases de Daroca (Zaragoza) y Cuenca los 50 miembros de la Brigada de Intervención Forestal. En estos momentos, a las pérdidas sentimentales que para los habitantes y los nacidos en la zona supone la desaparición del paisaje que ha sido el referente de su geografía más próxima, la que marca una existencia, se une el elevado daño ecológico causado por el fuego. Éste ya se puede empezar a evaluar: la cadena trófica, la vida animal y la vegetal se han ido con las llamas.

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