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Vecinos y comerciantes del centro de Alicante se unen para denunciar el deterioro de los edificios

Lo llaman efecto dominó y no tiene nada que ver con las teorías del general Eisenhower sobre la expansión del comunismo, sino con el casco antiguo de Alicante. Actúa del siguiente modo: cae o se derriba un edificio y la parcela -propiedad del Ayuntamiento como el 80% del suelo del barrio- queda libre. Pasan los años y las casas colindantes quedan sin apoyo y expuestas a la erosión. El deterioro se contagia como una epidemia que gangrena fachadas y diezma vigas. 14 edificios han caído o han sufrido daños este año, como denuncian vecinos y comerciantes.

Las drogas continúan circulando en el barrio, pero el descenso en el consumo de heroína y una mayor discreción la han hecho pasar a un segundo plano de protagonismo. Las rencillas entre vecinos y propietarios de discobares por los ruidos provocados por la marcha nocturna han encontrado espacios de distensión tras la aplicación de las medidas de insonorización y las ordenanzas que limitan el horario de cierre. Ambos coinciden en que su principal problema es el mal estado de los edificios. A la hora de buscar un culpable, el veredicto es unánime: el Patronato de la Vivienda, dependiente del Ayuntamiento y la Generalitat, y su desidia por edificar en los solares que son de su propiedad. La presidenta de la Asociación de Vecinos del Casco Antiguo, María Dolores Peretó, lleva 16 años en el barrio. Desde su mostrador en la farmacia de la Plaza de San Cristóbal ha asistido a todas sus transformaciones. Cuando llegó, las calles bajas eran un foco de prostitución. Nada comparado con lo que había de venir. "Esta plaza fue del 83 al 84 donde todos los yonquis de la ciudad venían a pincharse y a comprar caballo", narra Peretó. En la actualidad el cáncer del barrio son los edificios ruinosos, los solares deshabitados que sirven de refugio para el pico y el menudeo de drogas. "El Patronato no edifica", señala Peretó, que pide al Ayuntamiento que construya "para que el barrio se repueble de matrimonios jóvenes". Según la presidenta de la asociación de vecinos, el casco antiguo de Alicante necesita aumentar su población -unas 1.000 personas- para ganar en capacidad reivindicativa. A Francisco Huesca, presidente de la Asociación de Amigos del Casco Antiguo, le apena que haya gente que "todavía tiene miedo de subir al barrio". Huesca denuncia "la desidia de la Administración, tanto la actual como la socialista". Recuerda cuando el consejero de Obras Públicas socialista, Eugenio Burriel, llegó a Alicante en 1992 para presentar el plan RACHA, de rehabilitación del casco antiguo. "Los plazos no se cumplen", denuncia, "aquí siempre estamos en obras". Prácticamente superada la etapa de confrontación con los vecinos, los propietarios de discobares se enfrentan a la inseguridad respecto al futuro del barrio. El presidente de la Asociación de Comerciantes, Antonio Sobrino, cree que se vive una etapa de "cambio necesario". "Como no se sabe qué va a ser del barrio, si zona de ocio nocturno o residencial, nadie se decide a realizar fuertes inversiones", señala.

¿Por qué no se actúa?

La duda que más presente tienen las personas que viven y trabajan en el casco antiguo es: ¿Por qué el Patronato de la Vivienda tarda tanto en edificar en los solares de su propiedad? Los vecinos echan de menos las actuaciones municipales encaminadas a solucionar el mal estado del barrio. Una vez que la acusación de dejadez es compartida por todos, surgen los interrogantes en torno a las razones de la desidia. Francisco Huesca opta por la metáfora: "En ocasiones veo planear a los cuervos de la especulación". Asegura que, durante la dictadura, existían planes para "arrasar" el barrio y convertirlo en una zona residencial. El proyecto quedó paralizado con la llegada de la democracia, pero Huesca cree que no ha muerto del todo. Desde la Asociación de Vecinos, a Antonio Brotons, uno de sus miembros, le sale el patriotismo de vecindario al denunciar maniobras para expulsar "a los vecinos de toda la vida" en favor de nuevos inquilinos con mayor poder adquisitivo. "Expropian una casa y le dan a los vecinos una vivienda en San Blas por un alquiler de 14.000 pesetas. En el barrio, alquilan los pisos nuevos por 34.000 y, claro, no vuelven. En su lugar, encontramos a gente que ni nos saluda", protesta. Sean cuales sean las razones -en caso de que las haya- por las que el centro histórico de Alicante se está cayendo en pedazos, los vecinos piden soluciones inmediatas. Una mayor implicación de las instituciones y "que se noten las actuaciones previstas en el plan RACHA", afirma Brotons.

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