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Entrevista:JEAN-CLAUDE JUNCKER | Primer ministro de Luxemburgo

"La propuesta financiera española ha deteriorado la atmósfera"

En esta entrevista concedida de forma conjunta a EL PAÍS y al Diario Económico portugués, el influyente primer ministro de Luxemburgo, Jean-Claude Juncker, critica la propuesta lanzada por España sobre la financiación de la Unión, califica de obsceno el cheque británico, ataca las tesis del justo retorno invocadas por Alemania y defiende que cada país invierta, según sus prioridades políticas, una parte de los excedentes presupuestarios y destine el resto a sanear sus déficit presupuestarios.Pregunta. ¿Qué le parece la propuesta española para introducir el factor de la progresividad en las aportaciones al presupuesto comunitario? Respuesta. No creo que las propuestas españolas sean más inteligentes que las otras. Yo no me opondría a la introducción de un recurso que se base en la riqueza nacional. Y no me opondría porque ya tenemos uno. El cuarto recurso se basa en la riqueza nacional. He visto las primeras estimaciones de la propuesta española. Ha provocado un deterioro en la atmósfera del Consejo.

P. ¿Tan mal ha sido recibida?

R. Alemania quiere pagar menos y España propone a Alemania que pague 5.000 o 6.000 millones de marcos adicionales. Los países de la cohesión son los únicos que pagan menos y yo soy el único ministro de Finanzas en Europa que dice que esos países no deben ser excluidos del Fondo de Cohesión porque accedan al euro. Soy el único que hace la diferencia entre la convergencia real y la convergencia nominal. El único que dice que España y Portugal tienen razón en eso. Pero ver que la propuesta española parece sugerir que Luxemburgo tiene que pagar un 68% más... eso no me cuadra.

P. Pero lo que propone España es extender a Europa una progresividad fiscal que cada Gobierno aplica ya en su país, sin decantarse por cifras concretas.

R. Yo no tengo ninguna objeción de principio al enfoque global, pero hay que tener en cuenta también el detalle exacto. Le he comentado cordialmente a mi amigo Rodrigo [Rodrigo Rato, vicepresidente segundo y ministro de Economía español] que proponer un sistema en el que los países de la cohesión paguen aún menos, y los otros, que quieren pagar menos, paguen mucho más, es sólo un gesto. En fin, desde el punto de vista estratégico puedo apreciar la belleza del gesto, pero desde el punto de vista de acelerar las negociaciones, no creo que sea de una gran utilidad.

P. Usted ha lanzado la idea extender a la Política Agrícola Común (PAC) el mismo sistema de cofinanciación que ya se aplica en los fondos estructurales. Pero nunca ha llegado a plantearlo formalmente. ¿Sigue defendiendo esa idea para reducir el saldo negativo de Alemania?

R. La gran reforma del sistema financiero europeo se quedará incompleta si sólo la enfocamos desde el punto de vista de los ingresos. Hay que mirar también el lado de los gastos. Eso se puede hacer particularmente en lo que concierne a la agricultura. Los presupuestos nacionales tienen que contribuir al objetivo de limitar el gasto agrícola. Pero el proceso de decisión tiene que seguir siendo comunitario. La financiación de estas decisiones, que deben ser tomadas en el Consejo comunitario, quizá pueda ser parcialmente nacionalizada.

P. ¿Bastaría eso para resolver el problema alemán?

R. Le voy a dar un ejemplo. Si se cofinancia un 20% de la Política Agraria Común se reduce en 6.000 millones de marcos la aportación bruta alemana y en 3.000 millones de marcos su saldo neto. Para resaltar las diferencias, eso está muy lejos de aumentar en 6.000 millones de marcos la aportación alemana como propone España.

P. ¿Qué posición tiene sobre el cheque británico? ¿Se va a suprimir?

R. La propuesta española reduce aún más la aportación británica. El Reino Unido podría ser uno de los grandes vencedores con esa propuesta.

P. La propuesta española es independiente de que se suprima o no el cheque británico.

R. He visto en la tabla publicada por EL PAÍS que la contribución británica se reduce. Creo que se tendría que examinar con detenimiento la justificación del cheque británico. He visto con malestar que ciertos países se quieren inspirar en él para reducir su contribución. Eso sería malo y hay que evitarlo. Hicimos un gesto obsceno en Fontainebleau y ahora nos convertiríamos en imitadores de lo inimitable. No creo que sea bueno generalizar el sistema británico.

P. ¿Qué se puede hacer para evitar que cada vez que se discuta de dinero aparezcan los países pobres como pedigüeños y para que nunca se hable de las ventajas que obtienen los ricos en los mercados abiertos de los pobres?

R. No hay que reducir el lenguaje europeo a su sola expresión presupuestaria. Me opongo totalmente a la teoría del justo retorno. Una hora de paz no tiene precio y no se puede sacrificar una hora de paz para rellenar un agujero en el saldo presupuestario. No se puede reducir Europa a su presupuesto porque quedaría reducida al 1,27% de su PIB. No entiendo los razonamientos de los cálculos aritméticos sobre ventajas y desventajas. Para mí, la Unión Europea no tiene inconvenientes, sólo tiene ventajas, al margen de que teniendo en cuenta las posibilidades de unos y otros financiemos el conjunto de la política europea.

P. ¿Le parece coherente establecer un techo del gasto comunitario sin conocer cuánto costará la ampliación al Este de Europa?

R. Las diferentes hipótesis en las que ha trabajado la Comisión permiten pensar que se puede financiar la ampliación y mantener el techo del 1,27.

P. ¿Pero fijar un techo presupuestario no revela una falta de confianza en la construcción europea al decidir cuánto dinero se puede gastar en lugar de examinar si el dinero se gasta bien o mal y aportar lo necesario para cumplir los objetivos que se quieran realizar? ¿Por qué se ha de limitar el gasto comunitario en lugar del nacional?

R. Creo que el futuro europeo pasa por establecer una real disciplina presupuestaria. El gasto presupuestario europeo no es ni peor ni menos noble que el gasto presupuestario nacional.

P. ¿Es aceptable que un país como España pida una reducción de sus contribuciones al presupuesto y al mismo tiempo baje sus impuestos? R. Si el Gobierno español cree que así puede luchar mejor contra el paro, ¿por qué no? Otra cosa sería que redujera los impuestos y pidiera más dinero comunitario para poder seguir reduciendo el déficit. No creo que sea ése el razonamiento español. La convergencia nominal no tiene nada que ver con la convergencia real.

P. ¿Y no es esa misma lógica la que avala la tesis de que la gente que más gana aporte más al presupuesto común?

R. Yo no me opongo por principio a un recurso progresivo, pero España tiene que saber, y España sabe, que no se puede ganar en todos los terrenos. No se puede aprovechar al máximo los fondos de cohesión y aumentar la carga presupuestaria de los contribuyentes netos.

P. En el terreno fiscal usted parece cada vez menos entusiasmado con la armonización.

R. En Luxemburgo me reprochan que tengo demasiado entusiasmo. Me dicen que estoy demasiado a favor de la armonización y eso no es demasiado popular. Lo que yo digo es que esa armonización fiscal se tiene que hacer sobre bases sólidas. Particularmente en materia de fiscalidad de las empresas. En cuanto a la fiscalidad del ahorro, debe cubrir todo el terreno comunitario.

P. Pero la propuesta de directiva ya se refiere a la fiscalidad de las empresas.

R. Hay que leer el texto con detalle. Ahí se habla de "los mayores esfuerzos". ¿Y eso qué significa? Nosotros queremos un paquete global. Hemos insistido mucho en que la competencia fiscal desleal que puede haber en materia de fiscalidad del ahorro existe también en otros dominios, y particularmente en lo que se refiere a la fiscalidad de las empresas. No podemos imponer un mínimo en materia de ahorro y no acordar un mínimo legal en materia de empresas en toda Europa.

P. ¿Qué le parece el empeño de la Comisión y del Banco Central Europeo de que todos los excedentes de recaudación se destinen a reducir los déficit públicos?

R. No todo el margen tiene que ser utilizado para reducir la deuda. Habrá que encontrar un buen punto de equilibrio entre reducción de déficit y los otros fines políticos. Los presupuestos nacionales tienen que servir para algo. Si un Estado se encuentra en una situación presupuestaria más confortable de lo que esperaba y después de destinar una parte de ese excedente a reducir la deuda quiere destinar otra parte a reducir los costes no salariales del trabajo o aumentar sus infraestructuras, creo que está autorizado a hacerlo pero después de un debate en el seno del Euro-11.

No hay una regla general que se aplica sin excepciones. No puedo creer que un banquero central instalado en su torre de Francfort pueda decir que España y Luxemburgo tengan que actuar y reaccionar exactamente de la misma manera. Alguien dijo que los presupuestos sirven para resolver los problemas políticos de hoy y los problemas económicos de mañana. Yo creo que es la única regla de oro que hay que respetar.

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