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El fiscal cree que el "asesino de El Álamo" es un trastornado mental

El asesino de El Álamo se enfrenta a dos destinos: la cárcel o un centro psiquiátrico. El fiscal ha solicitado para Manuel S.M., quien en la noche del 23 de mayo de 1996 mató en un brutal ataque de celos a su mujer e hijo, un total de 36 años de prisión o, "alternativamente", la libre absolución por su trastorno psíquico y su encierro en un centro psiquiátrico durante 20 años. La defensa, que le considera un esquizofrénico paranoide, apuesta por la segunda opción.

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Locura y absolución

Manuel S.M. pasó en una noche de ser un tranquilo fontanero al hombre que mató a su mujer y a su hijo de tres años. El detonante de su crimen fue el delirio de los celos, ése que le llevó a decir ante un forense: "La maté porque pensé que me había engañado y maté a mi hijo porque era mío... Se parecía a otros". Una obsesión que estalló en su mente, según recoge el sumario, el mismo día de los hechos, cuando, en un bar de El Álamo (3.100 habitantes), alguien le señaló a un anciano que paseaba por la acera de enfrente y le comentó, en broma, que se acostaba con su mujer. Poco después, Manuel arrolló dos veces con su moto al anciano.Esta tentativa de homicidio no bastó para calmar su furia. El fiscal establece en su escrito de acusación que sobre las cuatro de la tarde, ya en su casa, acabó su café, cogió una botella de sidra de la nevera y, sin previo aviso, la estrelló contra Elisa, su esposa.

La mujer, malherida, cayó al suelo. Manuel siguió golpeándola en la cabeza hasta matarla. Luego, ocultó el cadáver bajo la cama de matrimonio. Entretanto, regresó del colegio la hija de la pareja, de siete años. El criminal acabó de limpiar la sangre de su esposa, buscó un cuchillo, se desentendió de la cría y se encaminó hacia el cuarto del niño, de tres años. El pequeño dormía. Su padre intentó cortarle los genitales; después le asestó 25 puñaladas en el pecho. Antes de morir, el crío gritó: "¡Papá, papá, no!". Su hermanita lo vio todo.

Consumado este segundo crimen, le llegó el turno a la niña. Su padre la interrogó: "¿Eres de tu padre o de tu madre?". La pequeña, que había intentado sin éxito encontrar ayuda, contestó que de él. Y añadió: "Te quiero mucho". Manuel no la mató, durmió con ella. Poco antes de amanecer, el criminal reunió los dos cadáveres y los puso en el pasillo, uno encima de otro. Tenía la intención, según consta en el sumario, de sacar el cuerpo de su hijo y preguntar a los vecinos de quién era. No lo hizo. A las siete de la mañana, Manuel, con su hija de la mano, se encaminó a casa de su hermana. Allí, al alba, confesó sus crímenes. Cuarenta y ocho horas después, ya encarcelado, su acción se cobró una nueva víctima: su suegro, tras conocer el fin de su hija y de su nieto, cayó fulminado por un ataque cardiaco.

El fiscal mantiene que el acusado padece un trastorno delirante, "al menos desde la comisión de los hechos", que "anula completamente o de manera muy grave las bases psicológicas de su conocimiento de lo ilícito, lo que le crea un juicio anormal de la realidad". Por ello, aunque solicita una pena de 36 años de cárcel por dos asesinatos y dos abusos sexuales (con la eximente incompleta de alteración psíquica), considera "alternativamente" que, si esta pena no es estimada por los jueces, se dicte su libre absolución y se le interne 20 años en un centro psiquiátrico. El abogado defensor, Juan Carlos Izquierdo, da un paso más y afirma que Manuel padece esquizofrenia paranoide y es inimputable, por lo que pide que sea internado 15 años en un psiquiátrico. El juicio se celebrará en breve en la Sección3ª de la Audiencia Provincial.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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