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Tendencias contrapuestas

Joaquín Estefanía

¿Hacia dónde va el mundo en los albores de otro siglo? La literatura de los expertos es, en muchos casos, contradictoria. Tan antinómica como la realidad. La reunión de primavera del G-7 (los siete países más ricos del mundo) y del Fondo Monetario Internacional (FMI), que acaba de terminar, así lo indica: hay una asimetría en el ciclo que divide a las tres grandes potencias económicas. Por un lado, EE UU y la Unión Europea, que experimentan un crecimiento sostenido y han puesto sus casas en orden en cuanto a los equilibrios macroeconómicos; por la otra Japón, que técnicamente está en recesión al haber decrecido su economía dos trimestres seguidos y que va a hacer juegos malabares para homologar la liberalización y su sistema financiero al de sus competidores. Cada una de estas superpotencias va a tirar de sus zonas de influencia con distinta intensidad, por lo que habrá que seguir con atención, en especial, el desarrollo de los tigres asiáticos, pertenecientes al glacis japonés. La asimetría en el ciclo mundial ha de servir de ejemplo, con todas las diferencias que se suponen, de lo que podría suceder en el seno de la UE una vez que los países que componen el área del euro estén funcionando dentro de ella. ¿Podrá algún país europeo en la parte baja de su actividad plantear un programa de estímulo fiscal y económico, y de reactivación, del tipo que ahora predica Japón? La globalización avanza con diferentes graduaciones y los escenarios son disímiles.

Entre los más optimistas acerca de la coyuntura figura, por ejemplo, el financiero francés Francois-Xavier Chevallier, que acaba de publicar un libro titulado Le bonheur économique. Le retour des 'treinte glorieuses' (editorial Albin Michel), en el que defiende que estamos en el inicio de una era de prosperidad que podría durar 30 años, como la famosa edad dorada (1945-1975). Chevallier reivindica como instrumento de trabajo los famosos ciclos de Kondratieff, el economista ruso que en 1922 revolucionó la ciencia económica con su teoría de las ondas largas de la economía, "ese maravilloso reloj", según el autor francés: "La fase depresiva actual es la antecámara de los treinta próximos gloriosos, es decir, de la fase ascendente de quinto ciclo". Para Chevallier, la historia no tartamudea, sino que se clona cada cierto tiempo.

En el lado opuesto están dos libros, de tres autores alemanes, que han aparecido en España: La trampa de la globalización, de Hans-Peter Martin y Harald Schumann (Taurus) y ¿Qué es la globalización?, de Ulrich Beck (Paidós). El primero define la sociedad 20:80 en el próximo siglo, el 20% de la población activa bastará para mantener en marcha la economía mundial; una quinta parte de los ue buscan trabajo producirá todas las mercancías y aportará las valiosas prestaciones de servicios que la sociedad pueda permitirse; el 80% restante tendrá que vivir a expensas de los primeros. "La globalización", concluyen los autores, "tiende a unir el mundo, pero al mismo tiempo lo disgrega... Vamos hacia un mundo de guetos para ricos y enormes ciudades para los pobres".

El libro de Beck describe las trampas utilizadas para hacer de la globalización sinónimo de bienestar y crecimiento: "No puedo dejar de considerar una ironía el hecho de que algunos políticos pidan a voces mercado, mercado y más mercado, y no se den cuenta de que están matando el nervio vital y agotando las posibilidades del dinero y del poder". ¿Se ha visto alguna vez una representación más alegre e inconsciente de tan manifiesto suicidio?

¿Hacia qué dirección se inclinará el vector resultante?

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