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Enérgico llamamiento del Rey para que la mejora de la economía se acompañe de más justicia social

"España ha tenido la estabilidad política que se requiere para seguir asentando las bases de su bienestar" y la economía "ha seguido experimentando un crecimiento sostenido"; además, los interlocutores sociales "han alcanzado acuerdos positivos para la buena marcha del país". En estos términos resumió don Juan Carlos el año que termina en su mensaje de Nochebuena dirigido a la nación, en el que hizo un enérgico llamamiento para que la mejora económica que se está experimentando vaya acompañada de una mayor justicia social. El Rey introdujo un sutil pero inequívoco llamamiento a las fuerzas políticas para olvidar los enfrentamientos sobre el pasado:"Las divergencias y contrastes entre las fuerzas políticas consolidan la democracia cuando se aplican a resolver los problemas del presente y a mejorar el tono de nuestra convivencia", dijo.

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Para el Rey, las tensiones han de comprenderse "como reflejo natural del pluralismo político inherente al funcionamiento de la democracia y de una sociedad viva que forja con ellas su madurez", pero advirtió de inmediato que "en una sociedad democrática como la nuestra, el ciudadano pide legítimamente a sus representantes y a sus instituciones que sean ejemplo de honestidad, entrega generosa a su tarea y respeto mutuo."Don Juan Carlos hizo un doble llamamiento para trabajar en pos del interés general y para evitar el sectarismo y las exclusiones: "Seamos exigentes a la hora de acercar la política a los ciudadanos para que perciban con claridad que son los intereses generales los que la inspiran, no los individuales o de grupo", dijo, y concluyó su razonamiento recordando que "todos tenemos una responsabilidad específica en la construcción del progreso colectivo y en la defensa de los valores éticos que lo sostienen e identifican. Con ellos guardaremos y haremos respetar los derechos fundamentales de las personas, y evitaremos la atmósfera que a veces ensombrece nuestra convivencia".

El mensaje limitó a lo imprescidible las fórmulas de cortesía aunque no olvidó agradecer a los ciudadanos Ias muestras constantes de afecto que la familia real recibe, y de manera muy especial con motivo del matrimonio de la infanta Cristina, y correspondemos a vuestros espontáneos sentimientos con los nuestros más cordiales".

Apoyo para la justicia

El resto, estuvo dedicado a glosar aspectos concretos de la realidad cotidiana comenzando por la Justicia, de la que dijo que su buen funcionamiento, "su independencia y su eficacia, que a todos nos preocupan, son absolutamente esenciales en un Estado de derecho. Sé que los poderes del Estado", aseguró el Rey, "son conscientes de la trascendencia de esta cuestión y tengo la seguridad de que no permanecen inactivos ante ella".Don Juan Carlos pidió la laboración de todos en este campo porque, aunque "corresponde a los jueces aplicar e interpretar el derecho", "esta noble tarea, que exige fortaleza, dedicación, limpieza de miras y sentido del deber, debe ser apoyada por todos, como una forma de contribuir al buen desarrollo de uno de los pilares de la dernocracia".

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Glosó luego la educación como impulso principal del " progreso político, económico, social y cultural, siempre al servicio de la persona" y advirtió que "debemos cuidarla de manera es pecial, porque desempeña un papel integrador y porque amplía las posibilidades de los ciudadanos para desarrollarse en una sociedad avanzada". A partir de este punto, el Rey introdujo una larga reflexión en torno a la justicia social y mostró su preocupación porque "este avance no se refleje suficientemente en el mundo del trabajo, en particular entre los jóvenes, las mujeres que buscan empleo y los grupos de mediana edad que al perder su ocupación no hallan un lugar en que hacer valer su capacidad y experiencia".

Según don Juan Carlos, "no podemos aceptar esta situación como secuela inevitable y compañera obligada de un determinado grado de desarrollo. Al contrario, la Administración y los agentes sociales deben redoblar sus esfuerzos e iniciativas para resolverla y obtener el apoyo de todos en esta tarea".

El Rey advirtió que "la prosperidad que hemos alcanzado, y que rebasa con creces la que a lo largo de la historia hemos llegado a disfrutar, tiene también aspectos negativos y carencias evidentes".

"El relajamiento de los lazos sociales y las obligaciones familiares que hasta hace bien poco se tenían como sagradas" provocan, según el Monarca, "que los necesitados puedan sentirse hoy más abandonados que nunca y los enfermos y ancianos puedan encontrarse, en muchos casos, cada vez más solos y faltos de afecto". En ese punto formuló una exigencia: "Tenemos que profundizar y poner al día nuestras convicciones sobre la justicia social y la solidaridad, entendidas como deberes ineludibles de todos, desde los poderes públicos al último ciudadano".

Don Juan Carlos concluyó su mensaje subrayando que "asistimos a un incremento claro y positivo de la actividad de las organizaciones que luchan contra cualquier forma de marginación y del voluntariado" que se dedica desinteresadamente "a ayudar a los demás" y recordó su actuación en las catástrofes de Badajoz y Melilla, a cuyos ciudadanos envió su "cariñoso recuerdo".

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