Las zahúrdas de Plutón
Los abogados tan famosos que reclama Rosa Montero en su columna del 7 de octubre están instalados en las zahúrdas de Plutón. Allí los confinó Quevedo para siempre. Allí hozan con códigos y leyes y olvidan lo que no aprendieron nunca (aquel día debieron de faltar a clase): el derecho no escrito, ese que no precisa más que decencia para su estricta aplicación.¿Y los jueces? ¿Cómo se llama, Rosa, el que dictó sentencia en el caso de Brenes y su esposa, Eduarda? Saberlo permitirá que imploremos a los dioses por su alma de abogado firmón (es abogado, ¿no?) que, experto en baratería (los cielos no quieran que se conozca -¡qué escándalo!- que hubiera dádivas por aplicar justicia?), se suma a la pléyade de compañeros de oficio que litigan entre sí (ahora hay sonados ejemplos) por echarse en cara sus vergüenzas.
Haz famoso a este juez, Rosa; apunta su nombre para obsequiarle con una placa de dorado latón que proclame ajustándose a derecho, que es un juez de palo, eficaz y docto.
Como Brenes y su mujer, Eduarda, nos encontramos todos (menos ellos, que saben mucho) a la intemperie y con el culo al aire.
Con las palabras como vara de mando no se pueden evitar los atropellos, pero sí fustigar, en la bolsa de sus miserables escrotos, a quienes hacen posible que las leyes prosperen sobre la justicia.-