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Desolación quinceañera en Madrid

Suspendido un concierto callejero de Backstreet Boys tras la imprevista avalancha de 7.000 adolescentes

Antonio Jiménez Barca

Cualquiera que pasara al mediodía de ayer por el centro de Madrid se- encontraba de repente con el siguiente panorama: miles de quinceañeras enfervorizadas insultando a la policía, llorando en las esquinas o corriendo en batallón de un lado para otro de la ciudad. El asunto no era para menos: se acababa de anular el concierto gratuito de pop que el grupo norteamericano Backstreet Boys (los chicos de la calle de atrás), una suerte de versión masculina de las Spice Girls, tenía previsto dar a las seis de la tarde en la plaza de los Mostenses, en el corazón de Madrid. Los cálculos de los organizadores, El Corte Inglés y la casa de discos Virgin, apuntaban a la presencia de 5.000 personas. Pero a las doce de la mañana las adolescentes presentes sobrepasaban las 7.000. Los mareos, desmayos, lipotimias, ataques de ansiedad y crisis de histerismo sumaban ya 300, según los médicos municipales que los atendieron.Y a Delegación del Gobierno decidió desconvocar el recital. "Podía haber ocurrido una auténtica desgracia: las chicas que esperaban en la primera fila empezaban a asfixiarse con las vallas por la presión de las que estaban al final", explicó ayer un portavoz de las asistencias municipales, testigo del percance.Alguien empuñó un micrófono y comunicó a las asistentes que el concierto se anulaba. Las chicas, comenzaron a gritar, a insultar, a mandar a paseo y a lugares aún más malsonantes a los agentes del Cuerpo Nacional de Policía que en traje de campaña ya empezaban, con algún empujón de por medio, a vaciar la plaza.

Las adolescentes se dispersaron por grupos. Más mareos, más llantos, más chillidos, más insultos. Las consignas se multiplicaron y los rumores circulaban a toda velocidad.. "A Ventas, dicen que el concierto se hace en Ventas", se comentaban unas a otras. Y ahí se plantó un ejército de quinceañeras que no se movió del sitio hasta que un responsable de la plaza les habló: "Esta tarde, lo que hay aquí es una corrida de toros".

El pelotón juvenil se volvió a movilizar: centenares de adolescentes se dirigieron al hotel Palace, presumible alojamiento de los cinco veinteañeros integrantes de Backstreet Boys; un número parecido de chicas se apostó en la puerta de la sede de la cadena SER, en la Gran Vía. "Nos han dicho que ha muerto una niña y que aquí, en la SER, van a dar una rueda de prensa", gritaban. Falsas ambas cosas. Ninguna adolescente visitó el hospital y la pista buena pasaba por el hotel Villamagna. En ese lugar, los idolatrados y guapetes cantantes se preparaban para excusarse ante la prensa por el incidente. Las chicas se enteraron y la Castellana se llenó de quinceañeras que en fila india caminaban en dirección al hotel correcto. Muchas de ellas habían llegado de Toledo, de Granada o de Barcelona. Habían dormido en la plaza de los Mostenses y no se habían movido de ahí ni para ir al baño. Alguna se meó encima con tal de no abandonar el lugar conseguido, que a la postre no sirvió para nada, informa Susana Moreno.

La entrada del hotel Villamagna la describió bien un empleado que informaba a sus superiores desde el vestíbulo: "Aquí se ha montado la de Dios". Unas 600 adolescentes inamovibles e histéricas sabían que ahora sí, ahora seguro, los cantantes se encontraban cerca. En una sala situada nueve plantas más arriba, los miembros del grupo agradecían públicamente "el apoyo de las fans" y prometían volver en noviembre. A las chicas españolas les queda el consuelo de haberse convertido en las primeras fans de la banda capaces de parar un concierto. "Nunca nos había pasado algo así", confesó Howie, uno de los cantantes. Algunas, quinceañeras explicaban la razón: "Es que a nadie se le ocurre organizar esto en la calle".Responsables de El Corte Inglés y Virgin reconocieron que la realidad "había desbordado las previsiones", que la decisión de la Delegación del Gobierno era "acertada" y emplazaron a las admiradoras a un recital "en un recinto cerrado" para el mes que viene.

Ante los ruegos de algunos periodistas, los Backstreet Boys entonaron, sin levantarse de la mesa, Donde quieras yo iré. Los chillidos que salvaban nueve pisos indicaban dónde estaba ese sitio en ese momento; así que el grupo se asomó a la ventana a saludar.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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