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Tribuna
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Aznar y los Guardianes de la Promesa

Manuel Rivas

Aznar acompañará esta noche a don Manuel en el coliseo de A Coruña. Se prevé un baño de multitudes, gente movilizada en toda la provincia. Será probablemente el acto más formidable de la campaña del Partido Popular. Si se cumplen los pronósticos, tal será la asistencia y el ambiente que el presidente del Gobierno, después del acuerdo de estabilidad con Pujol, puede salir convencido de que en el centenario del 98 recuperaremos Cuba y Filipinas.Hay una garantía de que lo del coliseo será colosal. Y es que el acto ha sido organizado por los Guardianes de la Promesa.

El otro día, cuando vi las imágenes de la marcha a Washington, con centenares de miles de hombres convocados por los promise keepers, pude por fin despejar un enigma que me traía de cabeza. ¿Por qué José Manuel Romay Beccaría había acudido a la romería del Faro, que es como el Alderdi Eguna del PP de Galicia, tocado con una gorra de béisbol? Muchos paisanos mostraron su extrañeza. ¿Qué le habrá pasado a nuestro don José Manuel, que siempre sale al campo como un lord inglés o todo lo más con sombrero tirolés?

Romay siempre ha sido un hombre virtuoso. Creo que en Madrid no se le valora del todo bien. Este hombre no nació tanto para luchar contra los meningococos sino contra los pecados capitales. Desde luego, es un conservador, pero lo es de verdad, de los que procuran retejar el pazo para que no se venga abajo. Un hombre culto que por leer, y ya es leer, hasta lee a George Steiner. Y de talante muy austero. Recientemente, los ladrones entraron en su chalé coruñés y lo más valioso que encontraron fue el equipo de música. Al parecer, no se interesaron por George Steiner. Pues bien, cuando, Romay tomó el destino del Ministerio de Sanidad, Xosé Cuiña creyó llegada la hora de por fin mover sus piezas en la demarcación coruñesa. En un típico movimiento envolvente de carácter maoísta, el campo rodeaba a la ciudad. El cálculo fue erróneo. Ascendido Romay al cielo de Madrid, esperaba encontrarse a unas bases genuflexas y resignadas, pero lo que se encontró fue unos creyentes de fe renovada. El reino de Romay era también terrenal. Los hombres del pazo señorial se habían puesto la gorra de béisbol. Pelearon por los comités, por los puestos, por las listas, por todo, y Cuiña tuvo que retirarse como un furtivo frente a un coto vedado. Controla el comité regional, con el apoyo del señor de Lugo, Francisco Cacharro, y el de Ourense José Luis Baltar, pero A Coruña pertenece a los Guardianes de la Promesa.En un ritual de significado inequívoco, Romay entregó en mano a Fraga las listas de la candidatura coruñesa. Y Manuel Fraga dio el plácet como quien recibe al embajador de una potencia.

Los Guardianes de la Promesa mantienen así una plataforma decisiva para la futura sucesión. Puede haber un gran acuerdo entre señores como puede desatarse un romance de lobos. Y en este caso, sobre la mesa, los votos serán como las picas de antaño. Los Guardianes de la Promesa saben que ya no valdrá el pedigrí ni la castidad ni las virtudes teologales. En eso el fraguismo se ha hecho enormemente práctico. En la campaña, Manuel Fraga habla constantemente de llenar el embalse de votos con la suma de fluviales. El que no lleve suficiente agua está fuera de juego. Fue lo que le ocurrió a Victorino Núñez. Era el señor de Ourense. Dejó a un segundón en la silla y se fue catapultado a la presidencia del Parlamento. Hasta ayer mismo estaba en la primera línea de la carrera de sucesión. Pero cuando volvió a Ourense el antiguo segundón, Baltar, le dijo lo de Groucho Marx: "No se me olvida ningún rostro, pero en su caso haré una excepción".

Ahora ya saben por qué Romay se ha puesto la gorra de béisbol.

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