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Reportaje:PLAZA MENOR - POZUELO DE ALARCÓN

Terreno acotado

El escudo de Pozuelo de Alarcón es un escudo partido que lleva en campo de azur un monte de oro sumado en un castillo de lo mismo, mazonado de sable y aclarado de gules. En su mitad opuesta ostenta, también en campo de gules, una cruz hueca flordelisada de oro con borduras de más gules y ocho aspas de oro. El escudo de Pozuelo, basado en las armas de la familia Alarcón, da fe del señorío y la relevancia de un pueblo que hace tiempo que dejó de serlo para convertirse en otra cosa. Pozuelo es ciudad por el número de sus habitantes, más de 60.000, que no viven de cultivar gules y flores de lis, ni siquiera lombardas que tuvieron fama en las huertas regadas por los arroyos, fuentes y pozos que dan nombre al término municipal y a sus anexos de Húmera (Húmeda) y Somosaguas (Sumasaguas).Pozuelo de Alarcón cultiva el ocio y el reposo de una población "mayoritariamente de clase media o media alta", según el estudio de la localidad publicado por el Ayuntamiento. También se cultiva la mente en el campus de Somosaguas, el cuerpo en los cuarteles de Retamares y la imaginación en los floridos pastos de Prado del Rey, aunque las últimas cosechas arrojen balances decepcionantes y deficitarios.

Televisión Española y Telemadrid, instalada recientemente en la Ciudad de la Imagen, residen en el término municipal de Pozuelo de Alarcón que limita con la Casa de Campo a través de los exclusivos predios de Somosaguas. En Pozuelo de Alarcón tienen su residencia muchos de los reyes catódicos, como los de la dinastía de Aragón (Emilio) y otros artistas de televisión, el cine, el folclor o las finanzas, como Belinda Washington y los Bosé, El Fary y los Botín. La nómina se realza con el récord guinnessiano de tres ex presidentes del Gobierno, tres de cuatro, que poseen morada dentro de sus límites territoriales: Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González, que han seguido el ejemplo del conde de Campomanes, político, economista, jurisconsulto y tratadista del siglo XVIII, que redactó en sus posesiones pozuelenses, lejos pero cerca de las intrigas cortesanas, algunas, de sus más amenas obras capitales como La regalía de amortización, el Discurso sobre la educación popular y Sobre el origen de la regla de los templarios. El ilustrado prócer, que fuera presidente del Honrado Concejo de la Mesta (sic) y fundador de diversas sociedades económicas, agradeció a los habitantes de Pozuelo que le dejaran en paz y silencio auspiciando la construcción de fuentes y puentecillos para ornato y servicio del pueblo. Paz y silencio que sin duda fueron también convenientemente valorados en sus últimos años por el poeta Gerardo Diego, cuyos restos reposan en el cementerio local, en un altozano y a la sombra de un ciprés.

La lista de ilustres veraneantes o residentes temporales en la villa incluye al general Castaños, el humilde héroe de Bailén, y se nutre de arzobispos, académicos, catedráticos y militares de alta graduación, como el teniente general Ros de Olano, feliz inventor del gorro militar de tres letras que lleva su nombre, contraseña oficial de los autores de crucigramas.

Los pozueleros se disputan además con Madrid el nacimiento de una egregia figura del toreo, Rafael Gómez Ortega, El Gallo. Doña Gabriela, cuentan los más ancianos de la villa, alumbró su prodigiosa criatura en su finca de Pozuelo, aunque ese mismo día fuese trasladada a Madrid en coche de caballos para ser bautizada e inscrita en la capital.

Con tanto señorito triscando por sus praderas y tanto apellido ilustre veraneando en sus dehesas, los pozueleros tuvieron que soportar que sus vecinos y rivales de Aravaca les apodaran "pijoleros", provocación a la que los aludidos -explica Hernández del Valle, cronista de la villa- respondían con ingeniosos dichos como "fumas como los de Aravaca, cada cual con su petaca". Siempre mucho más finos los pozueleros que sus rivales aravaqueños, cuyas coplas de escarnio recoge entre primorosos algodones eufemísticos el discreto cronista. Sirvan estos dos ejemplos literalmente transcritos: uno, "las mocitas de Pozuelo tienen el ano pelón [en lugar de ano decían su sinónimo más común] / de subirse a los árboles y bajarse a resbalón"; y otro, "ya lo dijo Paco Goya, / gente de Pozuelo, / gente g.l.p.ll.s". Rellénese la línea de puntos.

Por estas y otras cuestiones referentes al honor, solían apedrearse todos los domingos los jóvenes pozueleros con sus émulos aravaqueños, aunque esto sucedía, aclara Hernández del Valle, porque entonces no había "ni televisión, ni bares de copas, ni ningún otro modo de esparcimiento". Desde luego, los bares de copas hermanan ya desde hace tiempo a ambas localidades enlazadas por un rosario de establecimientos más o menos de temporada que rebosan a ambos lados de la carretera y salpican los contornos de las, urbanizaciones.

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Pijerío y pijolerío al margen, algunas de las más vetustas colonias de Pozuelo, muchas casi abandonadas después de la guerra civil, que arrasó la zona, sirvieron en los años sesenta y setenta con sus jardines devastados y sus caserones decrépitos como refugio de disidentes políticos y artísticos, vivero de células, talleres y comunas que, como escribió hace poco Maruja Torres, acabaron muchas veces en pensiones cuando no en sanatorios. En las viejas colonias, barridas o a medio barrer por las nuevas urbanizaciones, se fraguaron conjuras iniciáticas y novelas de iniciación, revoluciones de invernadero con macetas de cannabis, vanguardias pictóricas y utopías lisérgicas, músicas celestiales y terrenales cantos de protesta. En los intrincados vericuetos de los alrededores de Pozuelo, y casi todo Pozuelo son alrededores, florecieron los híbridos más tenaces de la "progresía", infame denominación para una mezcla inefable qué combinaba a Pink Floyd con Paco Ibáñez, el pop art con el realismo socialista, Fran Zappa y el Che Guevara, el vino tinto y la marihuana, Buda y Carlos Marx paseando con Timothy Leary y Mao Zedong a dos pasos del palacio de El Pardo.

Desde hace 14 años preside el Ayuntamiento de Pozuelo José Martín Crespo Díaz, del Partido Popular, conservador y arquitecto, como corresponde a un censo burgués y "urbanizado" y a una localidad afectada por la fiebre arquitectónica y urbanizadora. Un alcalde al que la oposición minoritaria acusa de graves pecados urbanísticos como la escasez de viviendas sociales o la especulación inmobiliaria.

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