_
_
_
_
_
CAMPEONATOS DEL MUNDO DE ATLETISMO

Oro de ley

Martín Fiz dinamitó la carrera y Abel Antón impuso su mejor final en otro maratón memorable para los españoles

España subió aún más al cielo del maratón. Si en los Europeos de Helsinki, en 1994, copó las tres plazas del podio y dejó unas imágenes para la historia, ayer, ante los mejores del mundo, escribió una página todavía más asombrosa. Martín Fiz, el campeón del mundo en Gotemburgo 95, dejó su título tras hacer otra gran exhibición de poderío y calidad. El vitoriano dinamitó a carrera, pero no pudo despegar a Abel Antón, que impuso su mejor final tras no relevarle ni una sola vez.Fue algo así como la historia del Mundial de ciclismo de Colombia. Antón hizo de Olano y Fiz de Induráin. Pero esta vez todo estaba escrito de antemano y se ajustó al guión. No cambió ni una letra. Simplemente, salió uno de los dos finales que había previstos. Y toda la representación transcurrió con una facilidad pasmosa. Como si ambos corrieran solos y no hiciera calor. Fue una obra maestra de superioridad.

Más información
Roncero se ve campeón del mundo

Luis Miguel Landa, el responsable de fondo, estaba indignado porque Antón no había tirado. Pero él tenía miedo por el equipo hasta el kilómetro 35. Luego les dejaba libertad a sus cualidades. Y Antón lo tuvo muy claro. Como no vio peligrar los dos primeros puestos, hizo su carrera. A Fiz le molestó en principio, pero no se enfadó. El también hacía su carrera y trató de despegarle con su fuerte ritmo. No pudo. Cada uno jugó sus bazas.

A Antón ni siquiera cabe aplicarle lo de a la tercera va la vencida, porque ha ganado los tres únicos maratones disputados en un ejemplo insólito de efectividad. Y con el tercero se ha coronado rey. Los dos mejores atletas hicieron estallar la traca final española cumpliendo todos los pronósticos. Salvo el madrugón -levantarse antes de las cinco de la mañana para ir en autobús hasta Marathon, desde donde salió la carrera-, todo fue distinto al día que ganó Jesús Angel García Bragado la medalla de plata en los 50 kilómetros marcha. Ningún apuro esta vez, ninguna duda. En cuanto Fiz y Antón se pusieron en cabeza aquello parecía ya inamovible. Entre ambos se jugarían el título, pero todo quedaba en España. Y también fue diferente al final. Apenas cansancio. Poses con la bandera, saludos, abrazos, como si vinieran de darse un paseo. Y acababan de hacer 42,195 kilómetros corriendo en poco menos de dos horas y cuarto (2.13.16 y 2.13.21) bajo un sol de 30 grados (28, a la salida), aunque eran poco más de las 10 de la mañana en Atenas. Tremendo.

"Al principio atacarán africanos, que son muy anárquicos corriendo", dijeron ambos la víspera. Y ahí empezó Gahimbare, de Burundi, a cumplir lo previsto. A los cinco kilómetros de carrera, al paso por la tumba de los guerreros de Marathon, al burundés le secundaba en cabeza el etíope Tumo. Ambos desaparecieron en combate poco después, lo mismo que el congolés (ex zaireño) Ntambwe. Pero daba igual. Salían más. Poco antes de empezar el primer puerto de tercera en el kilómetro 15 saltaron el namibio Swartbooi y otro congolés, Kalombo. Fueron los primeros en tomar 50 metros de ventaja al primer grupo de cabeza, en el que Fiz y Antón marchaban atentos, pero cómodamente escondidos aún. La táctica era clara: nada de salir a los tirones locos porque el trazado en cuesta y con toboganes era muy duro hasta pasado el kilómetro 30.

Pero otro español, Fabián Roncero -sexto en la llegada-, demostró por qué había dado las mejores pruebas de lactatos y viniendo de atrás se fue por la pareja africana, que incluso compartían agua, otro ejemplo solidario de su caos. A Roncero le salía que podía hacer 40 repeticiones de 1.000 metros a 3 minutos por kilómetro. A Fiz y Antón sobre 3.01-3.02. El madrileño se vio bien y sí se atrevió a ir por ellos. Los cazó en el kilómetro 20 y los frenó, hasta que los tres fueron cogidos en el 25 por el grupo de Fiz y Antón, en el que quizá iban ya los que podrían plantear problemas a los españoles en la parte decisiva: dos brasileños Luiz Dos Santos y De Lima, el australiano Moneghetti, el mexicano Paredes, el tanzano Bayo y el japonés Hanada.

La última batalla de Fiz y Antón contra el resto del mundo estaba a punto de producirse. Iba a ser hispano-brasileña. Tras otro rato en que Roncero marcó el ritmo, en el kilómetro 25 atacó De Lima y Fiz ya salió por él, seguido siempre por Antón, como una lapa. El vitoriano, más revolucionado de piernas, por su menor estatura (1,69 metros) y el soriano, 10 centímetros más alto, con su comodísima cadencia de zancada. A ellos se unió Dos Santos, que iba a hacer la goma, quedándose descolgado tras un tirón de Fiz, pero volviendo a enlazar con los dos españoles, hasta que perdió contacto de forma definitiva. Dos Santos acabó quinto, superado por Moneghetti, bronce a un minuto de Antón, y por el italiano Goffi, que fue el que mejor aplicó el ataque desde atrás para no desgastarse. Pero lo inició demasiado tarde y eso le costó el podio.

Hasta el kilómetro 30 pudo quedar alguna duda de que Fiz y Antón podrían ser alcanzados, pero pasado ese límite se despejó por completo. Ambos dijeron adiós y pusieron tierra por medio. Fue en los momentos en que Fiz tiró más y en que pareció pasarlo peor Antón. Pero el soriano, según su forma de correr, aguantó y ya en la parte final se vio al vitoriano más justo de fuerzas para despegar a un rival que le iba a batir sin remedio en el sprint. Antón atacó a unos 200 metros del estadio, es decir, a 300 de la meta. Cuando faltaban 80, y aunque miraba para atrás a Fiz por si éste tenía una reacción imposible, levantó ya los brazos para saludar al público que le aclamaba en la recta del estadio Panathinaikos, escenario de un maratón memorable para la historia del atletismo español.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_