El padre de Javier de la Rosa, que se fugó tras una estafa millonaria, vive en Barcelona
Antonio de la Rosa Vázquez, padre de Javier de la Rosa y prófugo de la justicia tras huir de España en agosto de 1980, acusado de estafa en el Consorcio de la Zona Franca (CZF) de Barcelona, no está muerto, contrariamente a lo que aseguró su hijo Javier hace años, sino que vive discretamente en Barcelona. Antonio de la Rosa reside con su hijo Fernando en la misma ciudad en la que cometió la estafa de 1.250 millones por la que se fugó, y sin que pese ahora contra él cargo alguno. La Audiencia de Barcelona consideró definitivamente prescrito su delito a principios de este mes.
Antonio de la Rosa, abogado del Estado, ex secretario del Consorcio de la Zona Franca y antiguo capitán franquista de la Legión, confirmó ayer a este periódico su identidad y defendió su derecho a vivir tranquilamente, sin cargo alguno, tras haber sido revocadas las numerosas órdenes de busca y captura que pesaban sobre él desde 1980.Ahora, don Antonio, como se le conocía en la Zona Franca, tiene 80 años, está casi ciego y padece una cojera como consecuencia de un accidente sufrido cuando estaba huido. Durante los años de fuga ha residido primero en París y después en diversos países latinoamericanos.
Contra la decisión inicial de la Audiencia, que dejaba libre al acusado, sorprendentemente no movió un dedo el Consorcio de la Zona Franca. Tan sólo el Ayuntamiento de Barcelona y José Luis Bruna de Quixano, uno de los condenados por el caso, recurrieron, sin éxito, contra ella. Quedaba consolidada la disposición que declaraba "extinguida la responsabilidad criminal en la malversación de caudales públicos".
De la Rosa padre, nacido el 6 de diciembre de 1917, tenía 62 años cuando huyó de España. Fue considerado "responsable único" de la malversación y falsedad que dio pie a la estafa mediante la compra de terrenos inexistentes con fondos de la entidad pública Zona Franca, según quedó probado en el posterior juicio.
El asunto fue destapado por Narcís Serra cuando se convirtió en el primer alcalde democrático de la ciudad de Barcelona. Otros pagaron por aquella estafa, pero él no llegó a sentarse en el banquillo de los acusados. Se dice que huyó escondido en el capó del automóvil de uno de sus abogados.
Antonio de la Rosa se ha aprovechado de la petición de prescripción de su hijo Fernando a los tribunales. Esta iniciativa, que se produjo en febrero de 1997, resultaba chocante por cuanto Javier de la Rosa había asegurado en una tertulia de Onda Cero, el 3 de mayo de 1995, que su padre había muerto hacía dos años y que la noticia no era conocida "ni por sus más estrechos colaboradores".
A los íntimos, Javier de la Rosa les añadió detalles, como que el fallecimiento de su padre se había producido en febrero de 1993, cerca de París, y que un infarto había sido la causa del óbito. Sin embargo, el tono de su intervención radiofónica y la limitada credibilidad de Javier de la Rosa hicieron sospechar a muchos. Tenían razón. Era mentira.
El reflujo del 20-N
El hombre, que llevaba un tren de vida desenfrenado y compraba coches de lujo a señoritas de compañía a costa de las arcas del Estado (20 automóviles de lujo sólo en 1977, entre ellos un Rolls Royce Silver Shadow, ocho Mercedes Benz, seis Alfa Romeo, un Aston Martin y un De Tomasso) se pasea ahora tranquilo por la zona alta de Barcelona.La mitad de su familia le ha vuelto la espalda desde aquel asunto. Entre ellos, su esposa, Pilar Martí, y algunos de sus hijos. Ahora vive cuidado por su hijo Fernando, ingeniero antiguamente vinculado al proyecto Quash-Tierras de Almería, y su nuera Marcela.
En el viejo domicilio conyugal, adjudicado en subasta al CZF, sólo quedaron algunos recuerdos, entre ellos el busto del dictador Francisco Franco que presidía su despacho oficial. Antonio de la Rosa Vázquez dio un giro a su vida a la muerte del anterior jefe de Estado. Un detalle significativo de su ideario antidemocrático es que siempre databa los talones para desviar los fondos públicos el 20 de noviembre, aniversario de la muerte de su héroe.
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