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Incautada una máquina que producía 8.000 pastillas de éxtasis por hora

Jan Martínez Ahrens

El secreto mejor guardado de los traficantes de éxtasis ha caído. La Brigada Provincial de la Policía Judicial de Madrid descubrió el pasado sábado en una apartada nave de un polígono de Fuenlabrada, oculta entre las maderas en un trastero, un artefacto que hasta entonces se movía en el terreno de los rumores del hampa, un ingenio que en España jamás había sido aprehendido: la máquina del extásis. Un diseño industrial y aplicado al narcotráfico capaz de producir 8.000 pastillas del amor por hora.El hallazgo llegó en el curso de una minuciosa operación policial en la que fue desmantelado un laboratorio completo y detenidos tres ciudadanos españoles y otro procedente de un país del Este. Ninguno de ellos quiso prestar declaración ante la policía.

Entre los españoles figura un joven de 27 años, conocido como El Niño, y al que fuentes judiciales atribuyen el papel de químico en la organización, es decir, el hombre que preparaba las mezclas -cocaína, anfetamina y otros componentes químicos- con las que la máquina producía la mercancía.

Prueba de la magnitud de esta producción la da el hecho de qué en la nave fueron decomisadas 100.000 pastillas de éxtasis, el mayor alijo incautado hasta la fecha en España, y el juego completo de materiales para la generación de esta droga de diseño (en total, más de 100 kilos de sustancias). Asimismo, se intervinieron tres coches, un escáner para captar frecuencias Policiales y varios ordenadores cuyas bases de datos están siendo estudiadas.

La desarticulación de la banda fue posible, siempre según las mismas fuentes, después de. que un grupo de la policial judicial detectase la semana pasada la entrada en el mercado madrileño de una partida de miles de pastillas. Los agentes, en una operación que no se dio a la luz pública, decomisaron la mercancía y detuvieron a algunos implicados. Pero la máquina, la verdadera fuente del caso, y sus dueños no fueron atrapados. Sin embargo, los hilos destapados en esta operación permitieron a otro grupo de la unidad de lucha contra el narcotráfico, que llevaba tres meses detrás de esta organización, atar cabos y lanzarse a detener a la banda de El Niño.

Esta organización, aunque distribuía supuestamente droga a escala internacional, se había volcado en las últimas semanas en producir 500.000 pastillas para su distribución en la capital. Sus tentáculos, con todo, alcanzaban, siempre según las primeras versiones, Ibiza y las Islas Canarias. La base de este poderío radicaba en la máquina del éxtasis. La procedencia de este artefacto, puro acero del tamaño de un frigorífico industrial y de unas cuatro toneladas de peso, se mueve en el terreno de las hipótesis. La pieza principal, presumiblemente originaria de Alemania, pudo ser comprada a algún gran laboratorio químico que la hubiese desechado. Una vez conseguida, fueron cambiados sus discos, modificadas las ranuras destinadas a dar forma a las pastillas y rectificada su estructura hasta alcanzar su estado actual.

Este proceso posiblemente se llevó a cabo, según las citadas fuentes, en Holanda, país líder en la producción de éxtasis. De ahí viajó a España, lista para, iniciar la producción en masa. La organización receptora, a tenor de la primera hipótesis, se cuidó de mantener la máquina en un mismo lugar.

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Por el contrario, los primeros datos apuntan a que la movieron de un escondite a otro para evitar su descubrimiento por la Brigada de Policía Judicial de Madrid, dirigida por el comisario Juan Manuel García Calle.

Así, cuando la policía intervino el primer alijo la semana pasada, cortaron inmediatamente el suministro y cerraron el laboratorio. Y allí, oculta en un trastero, detrás de una inofensiva puerta de madera, permaneció hasta el sábado.

La ventaja básica de una máquina del. éxtasis del tipo de la decomisada en Fuenlabrada reside en el abaratamiento de costes. Una pastilla fabricada por este procedimiento industrial cuesta al fabricante 12 pesetas. Una vez en el mercado, el precio de venta al consumidor ronda las 1.500 pesetas.

En el caso del artefacto citado, su sistema de producción permitía incluso colorear las pastillas. Las descubiertas son de color añil, y entre los materiales encontrados hay colorantes rosas y marrones.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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