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34º CONGRESO DEL PSOE

Un destino abiertode par en par

La salida por la que ha optado González no cierra ninguna puerta a su futuro

Algunas veces, las renuncias son armas cargadas de futuro. Éste podría ser el caso de la salida de Felipe González a seguir pilotando la nave del socialismo español.¿Conferenciante de lujo? ¿Líder de la Unión Europea? ¿Pope del socialismo internacional? ¿Candidato a la presidencia del Gobierno español, incluso? ¿Qué le aguarda, a la vuelta de la esquina del futuro, a este hombre de 54 años recién cumplidos que acaba de dar portazo a casi un cuarto de siglo al frente del Partido Socialista Obrero Español y de más de 13 años como presidente del Gobierno?" Cualquiera sabe, Felipe es muy joven todavía", responde con una sonrisa de oreja a oreja pero sin aclarar nada Carmen Romero, esposa de Felipe González. Lo que sí parece descartado es que el líder cesante se retire al campo a cuidar vacas, uno de sus deseos más reiterados pero menos convincentes. Y lo único claro de momento, porque él mismo lo anunció el día de su despedida, es que en los próximos meses dedicará buena parte de sus energías a tratar de arruinar la trama político-financiera-mediática que, según él, acecha al PSOE y muy especialmente a su propia persona desde hace unos años.

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Aunque González tuvo mucho cuidado en su discurso de renuncia de no cerrarse las puertas a la posibilidad de repetir como candidato electoral, la mayoría de los dirigentes del PSOE no creen que ésa sea su intención verdadera. De hecho, si por él fuera, ya no habría concurrido a las elecciones de 1996. En aquella ocasión, sólo la marcha de su delfin, Javier Solana, a la OTAN acabó por convencerle de que debía encabezar una vez más el cartel electoral socialista.Pese a todas estas consideraciones, aún hay en el congreso dirigentes que creen ver en el llamamiento de González a la confluencia de las fuerzas progresistas una señal de que el líder socialista estaría dispuesto a encabezar una oferta electoral basada en una alternativa progresista y plural -no confundir con una coalición- frente al PP. Estas cábalas dependerán también en buena medida de la identidad de su sucesor al frente del PSOE. Si es un heredero auténtico y no un mero albacea administrador de la herencia, el sucesor se hará con toda probabilidad con el liderazgo electoral además del orgánico. Pero el hecho de que el congreso optase por otro perfil para el secretario general tampoco supondría el regreso automático de González como candidato al Gobierno, ya que esta plaza podría quedar reservada para Javier Solana a su vuelta de la Alianza Atlántica.La excelente imagen de que goza González en el extranjero -no sólo en el seno de la familia socialdemócrata, sino también entre destacados líderes de la derecha europea- convierte en muy razonable la hipótesis de que su carrera política pueda centrarse durante los próximos años en la esfera internacional.Si Felipe González hubiera querido, en enero de 1995 habría sido el más que probable sucesor del francés Jacques Delors al frente de la Comisión Europea.

Pero el alemán Helmut Kohl, uno de sus principales valedores pese a que ambos forman en bandos políticos contrarios, no ha dado por zanjada la cuestión de la Comisión Europea. El pasado otoño, ya con el luxemburgués Jacques Santer al frente del Ejecutivo europeo, Kohl volvió a insistirle a González en una visita de éste a Alemania. Piénsatelo otra vez y con calma, vino a decirle el alemán con la mente puesta en enero del -año 2000, fin del mandato de Santer.Por las mismas fechas en que mantuvo aquella conversación con Kohl, González había rechazado la oferta de presidir la Internacional Socialista. Sí aceptó, sin embargo, hacerse cargo de la dirección de un proyecto estratégico para la familia socialdemócrata: la regeneración de la propia IS. No sería aquélla, sin embargo, su última -renuncia en el campo internacional, pues a -primeros de este mismo mes, en Suecia, González volvió a decir no. Esta vez, la negativa fue a presidir el Partido Socialista Europeo, del que Raimon Obiols es vicepresidente.

Mientras decide sobre su futuro político, siempre podrá González dedicarse a dar conferencias por medio mundo. Poco después de ser apeado de la presidencia del Gobierno, alguien le dijo que su caché de conferenciante estaba en el nivel de Margaret Thatcher o Henry Kissinger. "¿¡Diez millones de pesetas por discurso!?", interrogó atónito a su informante. Desde entonces, ha dado un par de conferencias, no se sabe a qué precio.

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