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Reportaje:

Cambios de estrategia

Las grandes empresas públicas o recién privatizadas han revolucionado sus objetivos y políticas en tan sólo un año

El 17 de mayo de 1996, el Gobierno del Partido Popular iniciaba la oleada de nombramientos en las empresas públicas colocando a Francisco González al frente de Argentaria. Las designaciones de Juan Villalonga (Telefónica), Alfonso Cortina (Repsol), Rodolfo Martín Villa (Endesa) y, por otra vía, de Miguel Blesa (Caja de Madrid), todos próximos a José María Aznar o a Rodrigo Rato, se fueron sucediendo poco a poco. Hoy, un año después, todas estas empresas han emprendido nuevas estrategias, con giros espectaculares en algunas de ellas, como Telefónica.La compañía de telecomunicaciones en este periodo ha dejado de ser pública y ha cambiado de pareja internacional. La salida del Estado de su capital, aún quedaba un 21% cuando Villalonga alcanzó la presidencia, fue la primera gran operación privatizadora del Ejecutivo Aznar, una de las normas del catón de la política económica del PP.

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Pero la verdadera revolución de la era Villalonga, al margen de cambiar todo el equipo del anterior presidente, Cándido Velázquez-Gaztelu, ha sido la estrategia internacional. Telefónica, consciente de que el sector de las telecomunicaciones va a estar sometido a fuertes convulsiones en los próximos años por el peso que va a tomar en el mundo económico internacional, eligió, aún en la etapa del Gobierno socialista, a Unisource (consorcio formado por la sueca Telia, la suiza Swiss Telecom y la holandesa KPN) como compañero de viaje para esta aventura.

Una opción que no gustó a Villalonga casi desde el momento mismo en que se sentó en el sillón presidencial. Por ello, corrigió el tiro inmediatamente. Su nuevo blanco era British Telecom-MCI. Este gigante mundial de las telecomunicaciones ofrecía a Telefónica una plataforma ideal en los mercados europeo y asiático, así como un inestimable apoyo para la expansión tanto en el área latinoamericana, el proyecto más brillante de la empresa española, como en el mercado estadounidense. BT-MCI, por su parte, tenía precisamente su asignatura pendiente en esta región.

Tras varios meses de negociaciones, que llegaron a coincidir, con la privatización definitiva de la empresa, la estrategia culminó a mediados del pasado mes de abril, con un intercambio accionarial y de consejeros.

No obstante, ese acuerdo tiene sus claroscuros, como las consecuencias de la salida de Unisource o el hecho de que British Telecom sea uno de los principales socios de Airtel, la competidora de Telefónica en el terreno de la telefonía móvil. Ambos asuntos están en vías de resolución, aunque en el segundo podría darse la circunstancia de que BT se mantuviera en el capital de Airtel, pero alejado de los órganos de decisión.

Caja de Madrid y Telefónica

La elección de BT-MCI llegó a provocar un cierto malestar en el núcleo estable de accionistas de la entidad, formado por el Banco Bilbao Vizcaya (BBV), La Caixa y Argentaria. Especialmente de los dos primeros. Ambos temían que detrás de este entente estuviera otro de los gigantes financieros nacionales, el Banco Santander. ¿Por qué? Por la estrecha relación, tanto personal (los presidentes son amigos) como empresarial, que existe entre el grupo cántabro y British Telecom. Ambas entidades compartían el, capital de BT Telecomunicaciones y entraron juntos en Airtel.Además, cuando el Santander decidió empezar a deshacer su participación en esta empresa se la vendió a British Telecom. Ello coincidió con compras de títulos de Telefónica en Bolsa por parte del grupo cántabro -"meramente financieras", explicó Emilio Botín-, justo cuando el grupo británico negociaba con Juan Villalonga.

La estrategia del presidente de Telefónica se completa con una dura ofensiva en el campo de la televisión digital, a través de la sociedad Vía Digital, en la que tiene como aliado principal a Radio Televisión Española, estrechamente controlada desde La Moncloa, y a la mexicana Televisa. El Gobierno embarcó a Telefónica antes de su privatización en este proyecto.

Telefónica, en suma, se ha convertido en uno de los objetos de deseo del mundo económico nacional. El pasado lunes, la Caja de Madrid anunciaba la compra del 3% de la operadora con una inversión de 102.000 millones de pesetas. Esta adquisición también supone un cambio de estrategia de Miguel Blesa sobre la gestión de su antecesor, Jaime Terceiro. Ésta se caracterizó por la ausencia de inversiones empresariales. Incluso decidió desprenderse del 1% que la Caja de Madrid poseía de Telefónica.

Blesa anunció, casi desde el mismo día en que tomó posesión de su cargo, su intención de tomar participaciones en los sectores que considera claves: las telecomunicaciones y el energético. ¿Motivo? El presidente de la Caja de Madrid es claro al respecto: "La rentabilidad de la inversión en campos como el interbancario está cayendo. Hay que buscar una mayor rentabilidad, que está en los sectores que hemos denominado estratégicos".

Por eso, y al margen de la compra recién conocida, no sería de extrañar que la Caja de Madrid tomara una participación en Repsol o en Endesa. Blesa ha reservado de momento 150.000 millones para inversiones industriales, que podrían elevarse al doble en caso de necesidad.Aunque tal vez guarde algo para participar en Argentaria. El máximo responsable de la caja de ahorros madrileña no descarta esta posibilidad, aunque la idea que prevalece en su plan estratégico es reforzar su área estrictamente bancaria con la adquisición de una o varias redes de oficinas.

El futuro de Argentaria es otra de las incógnitas a despejar. Todo parece indicar que será privatizada totalmente en la primavera del año próximo, aunque antes debe aclarar quién constituirá su núcleo estable (que controlará en torno al 15% del capital) y cuál es el futuro del Banco Exterior de España (Bex), en el que plantea una reducción de 2.000 empleos. Mientras tanto, Francisco González se ha comprometido personalmente en el proyecto. No sólo ha invertido parte de su patrimonio, sino que ha diseñado un equipo a su medida. Ha elegido uno a uno a sus más directos colaboradores, en algo que es un rasgo que se repite a lo largo y ancho de toda su trayectoria profesional.

Además, el grupo Argentaria puede desempeñar un papel protagonista en los próximos acontecimientos bancarios que se adivinan en España. Y no sólo por su actividad estrictamente financiera, puesto que forma parte del núcleo estable de las compañías Telefónica y Endesa.

Enfrentamiento Endesa-BCH

La eléctrica pública es otra de las piezas de este gran rompecabezas móvil. En realidad, es una de las piezas que con mayor estridencia ha variado de posición. La llegada de Rodolfo Martín Villa a su presidencia ha colocado al borde del precipicio el amplio acuerdo industrial suscrito entre su antecesor, Feliciano Fuster, y el presidente del Banco Central Hispano (BCH), José María Amusátegui. Un desacuerdo que invita a pensar que el hueco que deje el BCH pueda ser ocupado por otra entidad financiera.La máxima expresión del enfrentamiento entre BCH y Endesa ha sido la presentación de candidaturas opuestas en el concurso de Retevisión. Un pulso en el que lleva ventaja inicial Endesa. Si vence finalmente, se daría la paradoja de que el Estado acaba de abandonar su presencia en el sector de las telecomunicaciones (Telefónica) para volver a entrar en él. Pero los proyectos de Endesa, en cuyo capital también se encuentra el Banco Santander, no acaban ahí. Cepsa, acentuando la tensión con el BCH, y el segundo operador da gas natural están en su agenda.

Un doble movimiento que le coloca enfrente de Repsol, grupo en cuyo núcleo estable se encuentran, de nuevo, el BBV y La Caixa. Alfonso Cortina, consejero del BBV, es el presidente de nuevo cuño que más ha respetado la labor y el equipo de su antecesor, óscar Fanjul. Tanto Cortina como Fanjul han coincidido en que era necesario acelerar la privatización del grupo petróleo y en la apuesta por el mercado exterior.

Los últimos 13 meses de la vida de este vital conjunto de grupos empresariales españoles se ha caracterizado, pues, por la agitación, por los cambios. Si responden o no a una estrategia común impulsada por la relación de los presidentes de estas empresas con el presidente del Gobierno y el vicepresidente primero y ministro de Economía es una pregunta que flota en el ambiente.

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