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El rapado de las churras

Esquiladores a tijera dejan las ovejas al cero en una demostración en Colmenar

Los siete esquiladores, el vellonero, el morenero y el par de legadores que ayer participaron en la X Demostración de Esquileo a Tijera de Colmenar Viejo raparon a 30 ovejas churras colmenareñas en apenas 45 minutos. Todos ellos, desde hace una década, enseñan cada año a los curiosos uno de los oficios más tradicionales de este municipio ganadero: el arte de esquilar ovejas y carneros con la única ayuda de unas tijeras bien afiladas.La faena de peluquería la comienza el legador. Éste se encarga de coger a la oveja, ponerla panza arriba y atarle las cuatro patas. El animal, hecho un ovillo, ya está listo para pasar a manos del esquilador. La operación rapado empieza por la paleta derecha y sigue hasta la tripa. Continúa por la nalga derecha hasta el costillar y el corte inicial. Se da la vuelta a la oveja y se continúa por el rabo, la nalga izquierda y se atraviesa de nuevo la tripa para volver hacia la paleta izquierda.

La última maniobra consiste en poner a la oveja de culo y cortar por el estribillo del lomo para terminar rapando la espalda del animal hasta el pescuezo. Ya está. El resultado: una oveja al cero, monda y lironda.

Mientras los veteranos esquiladores se afanaban pelando a las ovejas, un morenero deambulaba entre ellos atento a la faena. Su misión era ir cubriendo los leves cortes de piel que se les escapaban a los peluqueros con un líquido de color morado. "Antiguamente se les untaba en las heridas ceniza y hollín para que no se infectasen, pero desde hace unos años se utiliza esta mercromina especial para animales", contaba Juan Pablo Ávila, uno de los organizadores de la demostración de Colmenar.

Una vez rapadas las ovejas, entra en escena el vellonero. Es el encargado de hacer una pelota con la pieza de lana obtenida. Por término medio, pesa cada una un kilo y medio, y en el mercado se vende a 1.800 pesetas.

Un esquilador a tijera cobra entre 400 y 500 pesetas por oveja; a máquina, 300.

Según cuenta Antonio Colmenarejo, uno de los esquiladores participantes, hace ya unos 25 años que la. electrónica desterró casi por completo a la tijera: "Antes había en Colmenar tres o cuatro cuadrillas fijas de esquiladores que lo hacían así, pero luego empezaron a llegar de Sevilla esquiladores con máquinas que trabajaban más rápido, y la tijera, entonces, dejó de utilizarse".

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La peña El Desastre y la asociación Pico San Pedro, organizadoras de la demostración de ayer, querían que este acto también sirviese para reivindicar la supervivencia de un oficio en vías de extinción. Hoy este tipo de prácticas se ha perdido en Colmenar Viejo, municipio ganadero por excelencia.

Para conseguir resucitar el rapado tradicional de ovejas, sus principales defensores lanzaron ayer un guante a los responsables políticos municipales y les pidieron subvenciones para enseñar a los jóvenes el arte de esquilar ovejas a tijera.

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