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Las 'sombras' de John Cassavetes, el profeta del crepúsculo de Hollywood

En 1959, un joven actor de la televisión neoyorquina llamado John Cassavetes, hijo de emigrantes griegos, se instaló con unos amigos en las aceras de Nueva York y, con una cámara de 16 mm y sin más presupuesto que el que le cabía en el bolsillo,rodó Sombras, filme artesanal que trastocó muchas cosas en la poderosa industria del cine estadounidense. Nacieron allí el movimiento del cine independiente neoyorquino -revulsivo de la identidad del cine norteamericano- y un manifiesto, donde el cineasta profetizó el ocaso de Hollywood.

La obra de Cassavetes, muerto en 1989 a los 60 años, es un capitulo esencial del cine moderno. Confluyeron en la formación de su compleja personalidad artística varias fuentes. Por un lado, el cine underground (explosión de vocación iconoclasta) que en los años 50 animaban los hermanos Jonas y Adolfas Mekas y aglutinaba a cineastas experimentales como Andy Warhol, Keeneth Anger, Shirley Clarke. y otros pioneros del cine de acera neoyorquino.Y, por otro, la edad dorada (explosión renovadora) de la televisión neoyorquina, escuela en la que, a la par que Cassavetes, se formaron en los años 50 y primeros 60 directores de la talla de Arthur Penn, Robert Mulligan, John Frenkenheimer, Martin Ritt, Sidney Lumet, Sam Peckinpah, Sidney Pollack, George Roy Hill; y actores renovadores de la potencia de Marlon Brando, Paul Newman, James Dean, Ben Gazzara, Seymour Cassel, Gena Rowlands. También influyó en su formación la presencia en las salas de aquel Nueva York del cine renovador europeo, sobre todo el francés y el free cinema inglés.

Bajo estos focos se orientó Cassavetes: 11 Filmes, de los que La 2 emitirá el fundacional Sombras y tres obras de madurez: Faces, Una mujer bajo influencia y Opening Night. Quedan fuera sus dos últimas películas, Gloria (1980) y Love streams (1984); y las precedentes Too lates blues (1961), Ángeles sin paraíso (1963), Husbanas (1970), Así habla el amor (1971) y The killing of a chinese bookie.

Es la de Cassavetes una obra pequeña por su necesidad de autoproducción y porque compaginó la dirección con incursiones como actor -recordemos Código del hampa, Doce del patíbulo, La semilla del diablo, Pánico en el estadio- para afrontar sus proyectos personales, en algunos de las que también actuó (su creación en Love Streams es excepcional) con una fuerza y singularidad enormes.

La muerte, abatido por una cirrosis, de John Cassavetes -sin el que no se entendería del todo a cineastas neoyorquinos sobre los que su Sombras arrojó luz, desde los comienzos de Martin Scorsese y algunas constantes de la madurez de Woody Allen a la generación de Jarmusch, Ferrara, Wang, Hartley y otros nombres de signo creciente en el cine independiente de la costa este de EE UU- dejó convertidos en irreparables vacíos algunos proyectos de gran aliento, de los que habló una vez él mismo poco antes de su final y que, tras ocurrir éste, evocó su viuda, la magnífica Gena Rowlands.

Estas son las películas queJohn Cassavetes: Sombras (1 de mayo); Faces (8 de mayo); Una mujer bajo la influencia (15 de mayo); The killing of a chinese bookie (22 de mayo) y Opening Night (29 de mayo).

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