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Reportaje:

El vertedero Bens, gracias

A cinco meses del derrumbe del vertedero de La Coruña, la basura se sigue acumulando a la espera de una solución definitiva

Portiño-Bens, la zona donde hace cinco meses se derrumbaron 100.000 toneladas de basura del vertedero municipal de La Coruña, parece ahora un inmenso desmonte previo a la construcción de un nudo de carreteras o una urbanización de adosados. La avalancha sepultó a un trabajador de RNE en La Coruña, Joaquín Serantes, que al parecer limpiaba su coche. El vehículo fue hallado posteriormente, pero no el cuerpo. La juez que instruye el caso dio como fallecido a Serantes.Mientras la maquinaria de obras Públicas trabaja en la consolidación de la montaña de residuos, la maquinaria política y administrativa lo hace en la consecución de ayudas para paliar la catástrofe y remozar la zona. En la superficie, el vertedero ha vuelto al anonimato, sepultando los ríos de

tinta y papel que generó a partir del 10 de septiembre del pasado año. En el fondo, los problemas siguen aflorando.

Según la Concejalía de Medio Ambiente, en este año se destinarán unos 1. 300 millones de pesetas (472, de las arcas propias, y el resto, de fondos europeos) para regenerar. En espera de realizar un ansiado parque-urbanización de medio millón de metros cuadrados de superficie y 2.500 millones de pesetas de presupuesto, el Ayuntamiento sacará a concurso un proyecto de accesos y otro de tratamiento de lixiviados, las aguas residuales producidas por la basura.

Precisamente se supone que fue la falta de control de esos lixiviados la que produjo el derrumbamiento. Se supone, porque el gobierno local se ha negado a constituir una comisión de investigación, tal como demandaba el grupo municipal del BNG. Sin embargo, ha quedado establecido que la catástrofe no se debió a las repetidamente invocadas causas naturales.

El pasado día 30 se dio a conocer una sentencia del Tribunal Superior de Galicia que condenaba a la empresa concesionaria de basuras, Ferogasa, a pagar los gastos ocasionados por un incendio en el vertedero, en agosto de 1993, que duró varios días y provocó un derrumbamiento que llegó hasta una carretera.

Las alegaciones de Ferogasa y del Ayuntamiento recogidas en la sentencia descubren que ninguna de las partes cumplía con los requisitos de mantenimiento: la empresa no compactaba las basuras y el Ayuntamiento hizo caso omiso a las advertencias de que el vertedero estaba ya entonces al límite de su capacidad. Tras un año, el concurso para adjudicar la gestión del vertedero en condiciones más estrictas quedó desierto. Al ejercer Ferogasa el derecho de tanteo, la adjudicación quedó pendiente de un informe de los servicios técnicos municipales que nunca llegó a emitirse.

La titular del Juzgado de instrucción número 5 de La Coruña, Rosa Freire, que instruye el sumario del derrumbamiento, ha imputado a dos responsables de los servicios municipales y a tres socios de Ferogasa. Mientras la justicia trata de hurgar en el pasado, el gobierno municipal encara el futuro. El alcalde, el socialista Francisco Vázquez, al que las sucesivas catástrofes del petrolero Mar Egeo y del vertedero han convertido en un "respetuoso del ecologismo", según sus propias palabras, encabezó los primeros días de este mes una expedición oficial que giró inspección a diversas plantas de tratamiento de residuos, desde Vitoria hasta Burdeos, pasando por Castelldefels, siempre en busca de una alternativa a la incineración de basuras que propugna la Xurita. Fue una gira rápida, porque el tiempo apremia. Las basuras se siguen acumulando en Bens y seguirán haciéndolo al menos todo este año. Sólo los nueve municipios limítrofes de La Coruña depositan cada año unas 50.000 toneladas, la mitad de lo que se derrumbó hace cinco meses.

Los vecinos de O Portiño, que tras encierros y protestas en vano han vuelto a sus casas y chabolas al pie del vertedero, tendrán al menos un año de prórroga para seguir malviviendo de lo que tiran los demás ciudadanos.

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