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Induráin negocia su futuro sólo con la ONCE

El domingo pasado, un director del Banesto declaró: "Sobre el futuro de Induráin sólo hay una cosa clara: no pasa por Banesto". Hoy, se puede añadir algo más: su futuro sólo puede pasar por dos vías, la ONCE o la retirada, que sería la consecuencia de una falta de acuerdo económico con el equipo de Manolo Saiz. Las conversaciones entre Induráin y los miembros del equipo ONCE son frecuentes, pero la ONCE considera inalcanzable igualar el contrato que Induráin tenía con Banesto el pasado año: unos 1.300 millones brutos sin contemplar derechos de imagen.

Hace más de un mes desde que se produjo el último contacto entre gente de Banesto e Induráin. En él, el corredor navarro les dijo bien claro: "Cuando decida algo os lo haré saber". Desde entonces, los intentos de comunicación de sus antiguos rectores con el ciclista, que en septiembre recibió del equipo la reglamentaria notificación de que la relación contractual entre ambos concluía el 31 de diciembre, han chocado con su contestador automático o con gestos poco amistosos del corredor -el último, su ausencia a la comida anual de la peña que tiene con Echávarri y la gente de Navarra-. En ese mismo intervalo de tiempo, Induráin -mudo también de cara a la prensa- ha mantenido numerosos contactos telefónicos con Manolo Saiz. Aparte de cuestiones técnicas, como el calendario o el material, la mayor parte de las conversaciones se centran en la cuestión económica. Hay acuerdo en cuanto al calendario: Induráin correría con la ONCE el Tour y la Vuelta, con lo que Zülle disputaría Giro y Tour, y Jalabert, Tour y Vuelta, pero no hay acuerdo económico, que es donde reside el gran obstáculo para la continuidad en la carretera del ganador de cinco Tours. En las conversaciones, también Induráin ha dejado claro que sólo negocia con la ONCE, que no toma en serio las últimas ofertas del Kelme y el Polti.Las cifras que maneja Induráin son prácticamente las mismas que percibió en su último año en el Banesto: casi 600 millones de pesetas netos y práctica libertad para negociar otros contratos publicitarios ajenos y otras aventuras deportivas, como el récord de la hora. Pero esas cifras son inalcanzables para la ONCE, que ya hace un par de meses intentó enfriar la negociación esperando que Induráin rebajara sus pretensiones. La ONCE, aparte, negocia en estos momentos la entrada de un segundo patrocinador, probablemente una multinacional atraída por la presencia en el equipo de los números uno y dos mundiales, Jalabert y Zülle, y cuya aportación oficialmente no iría ligada a la presencia de Induráin en el equipo. La ONCE tiene previsto aclarar su maillot -prescindirá de los nombres impresos de las firmas Look y Macario- para dejar espacio (por ejemplo, en el Tour o en carreras importantes que se disputen por Europa) a otra firma comercial.

Las primeras conversaciones de la ONCE e Induráin tuvieron lugar en el mes de agosto. Un amigo del ciclista les dijo a los rectores de la ONCE que "por qué no tiraban los tejos a Induráin". Saiz lo intentó desde su coche en algunas carreras y quedó gratamente sorprendido al ver receptivo al navarro. Esta circunstancia chocaba frontalmente con la información que manejaba el Banesto por esa época, proporcionada personalmente por el propio Induráin. A comienzos de agosto, la víspera de la Clásica de San Sebastián, Induráin reunió a Echávarri, Unzúe y al masajista Iza y les comunicó que a final de temporada se retiraba del ciclismo. Con eso en la cabeza, los directores emprendieron dos tareas para forjar el Banesto del futuro. Aceleraron el fichaje de Olano para 1997 y pidieron a Induráin que corriese la Vuelta como despedida y como gesto de agradecimiento al banco. Ambas operaciones provocaron el recelo del navarro, quien, desmotivado y con la cabeza en otra parte, se retiró de la Vuelta.

Todas estas circunstancias hacen que lo más probable sea que Induráin no anuncie públicamente su decisión de futuro hasta enero próximo, una vez desvinculado oficialmente de Banesto. Mientras tanto, el navarro ha intensificado sus entrenamientos. Ayer tuvo un día duro, ida y vuelta hasta Roncesvalles, unos 100 kilómetros con cuatro puertos en el menú. Induráin ya usa el pulsómetro, lo que hace suponer a los entendidos que de paseos cicloturistas, nada. Son datos que, al igual que las palizas de gimnasio que se pegó durante sus vacaciones en la isla de San Martín, apuntan a que Induráin ha decidido asaltar el sexto Tour. Siempre, claro, que la ONCE esté a la altura de sus pretensiones.

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