Literatura y críticos
La literatura está destinada a ella, al alma. En los últimos días, Antonio Muñoz Molina e Ignacio Echevarría han protagonizado un curioso encuentro en las páginas de este diario, con un tercer invitado, Rafael Chirbes, y su novela La larga marcha. Echevarría propone un modelo para el crítico de una obra literaria totalmente erróneo olvidando que esta última, la obra, es, y debe ser siempre, patrimonio del lector. No se puede crear distancia entre el texto y tú, tienes que estar dentro de él; la objetividad es imposible en la literatura. O lees, o mides y clasificas como propone Echevarría. Una obra no es el peso y la altura de la misma, es emoción, sentimientos quizá, rabia o dolor. Esto último es lo que hace Muñoz Molina, contarnos su emoción, su noche en vela y el desgarro que produce Chirbes a través de las páginas. Tener folio y medio para condenar a un libro a la hoguera o subirlo a los altares es oficio poco noble; me conformo con medio para que éste, el crítico, me hable de los sentimientos propios que tiene el lector. Chirbes será siempre un autor maldito para la crítica, un autor mal leído por contar, sencillamente, algo que va destinado a ella: el alma.Quien remite esta carta tiene 20 años de edad, es natural de Linares y residente en Madrid por motivos académicos. La polémica creada en tomo a Chirbes esconde un debate mayor que la pasión por un escritor, el oficio del crítico. He seguido este enfrentamiento en las líneas de vuestro diario con expectación. El revuelo que suele levantar Chirbes a la hora de publicar alguna de sus novelas no está inunca exento de polémica.-
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