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"Mí no entender"

No sé si habrá un otoño caliente (somos tan buenos ... ), pero sí que se nos anuncia desde el poder un otoño ominoso. Y nosotros, al igual que el piel roja cuando llegó a "civilizarle" a sangre y fuego el rostro pálido, "no entender". Todos los días bailan ante nuestros ojos nombres y cifras ininteligibles, como el Maastricht ése, o no sé qué 3% que por lo visto sería estupendo para el país y cuya consecución requiere grandes sacrificios, pero nosotros nos preguntamos si también será bueno para los españoles, todos los españoles, porque si no, francamente, no entender. Nos, integrantes del pueblo llano, más torpes sin duda que los políticos y los economistas, y que los banqueros, no entender una acción gubernamental basada en abstracciones propias y privaciones ajenas.Sí entender cuando, por expresarlo con la mayor sencillez posible, aumenta la porción de tocino en nuestro cocido. Se nos pide una especie de inmolación de quienes siempre han de inmolarse para situarnos en el "vagón de cabeza" (¿?) de Europa, para que España ingrese a título pleno en la OTAN como esa gran potencia militar que sin duda no es, para "confluir", sin que nadie se moleste siquiera en calcular cuándo nos darán réditos tangibles estos coercitivos y ¿patrióticos? sacrificios nuestros.

Por lo que se refiere a los madrileños, y descendiendo al poder municipal y espeso, no basta, según parece, que participemos apretándonos el cinturón en el holocausto que viene: sin rebozo nos avisan, y el que avisa no es traidor, que "un aluvión de obra se cierne sobre la ciudad y augura meses de atascos". Veintiún trabajos públicos de gran envergadura, a los que se sumarán otros cuatro en los próximos meses, cuatro grandes zanjas, 80 "calas", 25 "canalizaciones". Hasta los propios prohombres del Ayuntamiento han declarado que tendremos un invierno pésimo. "El del 90", afirma uno de ellos, "fue también muy duro, pero sólo había tres obras". Ahora se han multiplicado por ocho. ¿Cómo compaginar el ascetismo personal que se nos demanda con esta eclosión multimillonaria y salvaje de obras públicas? Por otra parte, aunque esté clarísimo y se reconozca en forma expresa que la realización de tales proyectos va a socavar en forma drástica no sólo los suelos de la capital, sino la escasa calidad de vida que todavía quedaba suelta por sus calles, ninguno de estos ufanos portavoces ha explicado tampoco cuándo va a restablecerse por lo menos el statu quo ni, desde luego, cómo va a quedar Madrid al final. ¿Dejaremos de oír para siempre el ruido de los martillos neumáticos, las excavadoras, los camiones recoge contenedores? ¿Será más fluido el tráfico, tendremos más sitio para aparcar como es debido sin que una compañía yanqui nos empapele? En otras palabras, ¿se aminorará la insoportable presión anímica que padece este sufrido pueblo? Porque en caso contrario, francamente, no entender.Mientras tanto, la náusea de los madrileños crece y crece, le damos vueltas y vueltas al tema, nos autoformulamos a preguntas tontas, sobre todo porque nadie parece dispuesto a responderlas. Por ejemplo, ¿existe una cantidad parangonable de obras en las demás capitales de esa UE por la que los gobiernos de cualquier color de nuestro entorno beben los vientos? Si no es así, o sea, si les superamos en "progreso" de la urbe e impotencia y desolación del ciudadano, a lo mejor es que ya hemos rebasado los famosos "criterios de convergencia". Husmeen por ahí, admirados prohombres, comparen y si es posible aparten de nos este cáliz: archiven los nuevos proyectos babilónicos.

Porque, en realidad, sin necesidad de lanzarse a inéditas aventuras urbanas, ya es impresionante -¿se trata de un esperanzador barrunto de Maastricht?- el nivel de vida que nuestro excelentísimo y reverentísimo Ayuntamiento ha alcanzado en cuestión de "maquinonas": el camión de la basura que pasa por nuestra calle a las tres de la mañana; la regadora que pasa y repasa, aunque esté diluviando, durante las dos o tres horas siguientes; los señores de los tubos tonantes que nos despiertan gozosamente al nuevo día (más bien noche) a las siete y media de la mañana.

La verdad es que, si todavía no hemos "convergido" bastante, mí no entender.

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