_
_
_
_
_

El sandinista Ortega invoca a Dios en el cierre de campaña para ganar el voto católico de Nicaragua

"Buenas noches, hermanos nicaragüenses. Les pido que, escuchando el mensaje de la Conferencia Episcopal, invoquemos a Dios dando gracias por estar aquí reunidos". No era una homilía dominical. Fue el arranque del discurso con el que Daniel Ortega, líder del Frente Sandinista, cerró el miércoles su campaña a la presidencia de Nicaragua. El antiguo comandante guerrillero pretende arrebatar las preferencias del voto católico, que hasta ahora acompañan a Arnoldo Alemán, candidato de la derechista Alianza Liberal.

Ante 150.000 personas que abarrotaban la explanada de Juan Pablo Il de Managua, con la silueta de un enorme crucifijo en el horizonte, la palabra "perdón" salpicó el discurso del hombre que rigió los destinos de Nicaragua desde 1979, año del triunfo de la revolución sandinista contra el dictador Anastasio Somoza, hasta 1990, año de su estrepitosa derrota en las urnas.Sus palabras tenían como fondo constante el Himno de la alegría, de la Novena sinfonía de Beethoven, que ha sustituido para la ocasión al belicista himno sandinista. "Los errores del pasado no, se van a repetir. Todos somos imperfectos, todos tenemos virtudes y vicios. ¡Perfecto es sólo Dios. Los humanos estamos hechos de carne y hueso, estamos hechos de pecado!".

La gente se frotaba los ojos. Es cierto que Daniel Ortega se ha sometido a una contundente operación de cambio de imagen articulada por un grupo de publicistas de Estados Unidos y Costa Rica, pero aquello era insuperable. E increíble. Nicaragua, dijo Ortega, es como una familia. Lo importante es la reconciliación. Están listos para mantener relaciones respetuosas con Estados Unidos y con la cúpula empresarial, a la que "tenderán la mano" a pesar de sus críticas. Ahí está como muestra su candidato a la vicepresidencia, Juan Manuel Caldera, de 68 años, un empresario al que los sandinistas confiscaron cuatro fincas y al que ahora prometen siete ministerios si ganan.

Y, por supuesto, cómo olvidar a los "campesinos que empuñaron las armas de la resistencia antisandinista" (antaño denominados "Ias bestias somocistas de la Contra"). El pasado septiembre, Ortega firmó un acuerdo con representantes de la Contra, y no precisamente de los más moderados. Uno de los aliados es ahora José Benito Bravo, más conocido como el comandante Mack, un sanguinario militar somocista al que la propia resistencia expulsó de sus filas en 1989 por su terrible historial.

El cerebro de este lifting al pasado es, según Carlos Fernando Chamorro, ex director del diario sandinista Barricada e hijo de la actual presidenta, Violeta Chamorro, el propio Humberto Ortega, hermano de Daniel y antiguo jefe del Ejército. La estrategia: revertir el pasado dictatorial de Ortega y ser fuerte presentando una imagen de debilidad.

El temible comandante guerrillero, azote de la burguesía, amigo de Libia, Cuba e Irak, ha sustituido sus clásicas camisetas negras por dos docenas de camisas blancas. Atrás quedaron sus proclamas marxistas: ya no habrá confiscaciones, ni servicio militar obligatorio, ni economía estatalizada. "Es una campaña brillante. A Daniel lo están vendiendo como un desodorante. Y por debajo andan los mismos monstruos de siempre", comentaba un funcionario.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Las encuestas responden

La estrategia le ha dado resultados, desde luego. En agosto nadie apostaba por él. Ahora las distancias con el candidato favorito, el conservador Arnoldo Alemán, se han acortado de los 20 a los 6 puntos, según las encuestas. La campaña de Alemán, un orondo abogado populista que ocupó la alcaldía de Managua, es penosa. Comparte con Daniel su vacío programático: trabajo y felicidad.Pero lo que muchos dudan es, primero, hasta qué punto el cambio de Daniel es real, y, segundo, si esa transformación ha calado realmente en la gente. Las grandes concentraciones de masas no son significativas en Nicaragua. Ni tampoco las encuestas. Ahí están los comicios de 1990, en los que, a pesar de los triunfantes sondeos y las concurridas manifestaciones, los sandinistas tuvieron que cederle el poder a Violeta Barrios de Chamorro.

Por si acaso, ciertos grupos se han encargado de refrescar la memoria con una terrible contracampaña emitida en televisión y en radio, que rescata los episodios de la guerra, de los conflictos sociales, de las expropiaciones, de la censura de prensa. "Quien olvida la historia", dicen, "está condenado a repertirla". Con los fantasmas de la guerra civil de nuevo en pie, muchos indecisos (un 16% según las encuestas) podrían decantar su voto a favor de Alemán.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_