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Navarra, un Gobierno entre paréntesis

Los escándalos y el peculiar sistema de investidura mantienen abierta la crisis política en la comunidad foral

Cuando el presidente de Navarra, el socialista Javier Otano, presentó la dimisión el pasado 18 de junio, tras descubrirse qué había sido titular de una cuenta bancaria en Suiza, abrió en la comunidad foral la mayor crisis política de la etapa democrática.No sólo creó una profunda brecha en la confianza de los ciudadanos hacia las instituciones, ya deterioradas desde los escándalos del ex presidente Gabriel Urralburu y su consejero de Obras Públicas, Antonio Aragón. La estampida de Otano barrió de un plumazo, además, el laborioso trabajo legislativo desarrollado en todo un año por el Gobierno tripartito que él dirigía, formado por los socialistas del PSN-PSOE, Convergencia de Demócratas de Navarra (CDN) y Eusko Alkartasuna (EA).

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Un camino hasta la presidencia demasiado tortuoso

El Gobierno tripartito, desbaratado apenas un año después de la toma de posesión de Otano el 28 de junio de 1995, era el primero que no tuvo que recurrir al procedimiento fijado en el Amejoramiento del Fuero.

Esta norma, equivalente al estatuto de autonomía de otras comunidades, otorga la presidencia del Gobierno de forma automática al candidato de la lista más votada en las urnas, como final excepcional de un extraño proceso de investidura que está agravando aún más la situación de caos político.

Hasta septiembre

Navarra no tendrá presidente, en el peor de los casos, hasta el próximo 16 de septiembre. Y cuando consiga ser investido Miguel Sanz, de Unión del Pueblo Navarro, formación federada con el PP, habrá sido derrotado cuatro veces por mayoría absoluta en el Parlamento foral. La internidad del Gobierno en funciones, que preside Juan Cruz Allí, de CDN, puede prolongarse hasta entrado el otoño.El previsible Gobierno de UPN, además, se encontrará en una delicada situación de mayoría minoritaria y sobre él penderá desde el primer día la espada de Damocles de una moción de censura promovida por el centro y la izquierda parlamentarias.

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La bomba Otano lo estropeó todo. El tripartito estaba trabajando en políticas de regeneración de la vida pública, entre las que se incluían una nueva Ley de Contratación, el proyecto de Ley de Incompatibilidades de Altos Cargos o la reforma del reglamento parlamentario para dar cabida a la figura del Defensor del Pueblo, facilitar las comisiones de investigación e impulsar la iniciativa legislativa popular.

La política de normalización de relaciones con la Comunidad Autónoma Vasca acababa de dar un fruto importante con la aprobación del Organo Permanente de Encuentro con Euskadi y de la firma del convenio para dar reconocimiento oficial a la captación de la televisión y radio vascas en Navarra, que depende de una inversión de 900 millones en instalación de reemisores que debe costear la comunidad foral.

Se había acordado también extender los derechos de uso y aprendizaje del euskera reconocidos en la llamada "zona mixta" o intermedia de Navarra al sur de la comunidad, con el fin de ofrecer la posibilidad de educación en lengua vasca en todo el territorio y se había negociado un ambicioso plan de vivienda social y formado una ponencia parlamentaria que trabajaba en la preparación de una reforma fiscal progresiva. La cuenta suiza de Otano arruinó todo.

"Lo más previsible es que el nuevo Gobierno de UPN-PP paralice todas esas iniciativas y que se genere una situación muy difícil, porque no podrá adoptar iniciativas propias al disponer de 17 parlamentarios frente a una oposición de 33", afirma Félix Taberna, portavoz de Izquierda Unida, un partido que negoció su apoyo a algunas de las políticas del fenecido tripartito.

"La iracunda postura de UPN respecto a lo vasco supondrá un paso atrás en las relaciones con la comunidad vecina; el urbanismo se verá afectado y es seguro que en ' el campo fiscal desregularán las rentas de capital. En definitiva, que viene la derecha del PP con toda su carga", continúa el portavoz de IU.

Algunas fuerzas políticas admiten que el Gobierno en funciones, de hecho, está ya paralizado. No lo ve así Juan Cruz Allí, el líder del CDN y presidente del Ejecutivo foral. Allí afirma que se sigue trabajando "con normalidad" y que sólo el verano ha frenado la producción legislativa. "Sí ha habido cuestiones como la adaptación de medidas fiscales al régimen foral navarro, surgidas a posteriori, que han quedado paralizadas. La negociación de la capitalidad de Pamplona también ha quedado bloqueada", admite.

A la oposición

Sanz, el candidato a la investidura y previsible sucesor de Otano y de Alli, deposita su confianza en la experiencia de quienes compondrán su Gobierno y en la capacidad de pactar. "No será un Gobierno pairacaídista. Trabajará en los Presupuestos para 1997 y trataremos de impulsar lo más urgente de nuestro programa mediante el diálogo con otros partidos".Sanz se declara optimista, "por la actitud del PSN-PSOE a favor de la estabilidad". "Obtener el apoyo socialista les será Muy difícil", opina Taberna, "porque el PSOE está redefiniendo una posición de oposición a la derecha mediante el diálogo con IU y el PSN carece de autonomía para decidir.

Los casi seis meses de interinidad que atravesará Navarra no afectarán a su economía productiva, cree Sanz. En el último año, la comunidad foral ha recibido inversiones industriales que superan los 10.000 millones de pesetas. Los datos del desempleo, con una tasa de desocupación del 11,25% de la población activa, son los normales y el IPC acumulado desde enero es de 1,8% frente al 2,1% de media nacional en el mismo periodo. Es un buen resultado para una comunidad fuertemente inflacionaria como es Navarra.

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