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El equipo odioso

Las críticas se suceden contra el tercer 'Dream Team', que no tiene la magia ni el carisma del original

Santiago Segurola

Hubo un verdadero Dream Team. El primero, el equipo de Jordan, Magic Johnson y Larry Bird. La NBA les necesitaba para propagar definitivamente su imagen en el planeta. Para los Juegos fueron una buena historia: las mayores estrellas del planeta abandonan todo para defender el prestigio de su país. Y claro, estaban los jugadores, casi todos legendarios, y algunos más allá de la leyenda. En Barcelona regresó Magic Johnson, el seropositivo más conocido del mundo. En Barcelona jugó sus últimos partidos Larry Bird, el gran pájaro blanco En Barcelona, la imagen de Michael Jordan estaba desplegada por todas las avenidas. En Barcelona, el Dream Team original superó siempre el centenar de puntos y ganó por más de cuarenta de diferencia.El tercer Dream Team, ahora en los Juegos, no merece esa consideración. En realidad, corre el riesgo de ganarse la impopularidad incluso en Estados Unidos, donde comienzan a desdeñar la frivolidad y la petulancia de unos jugadores que, mayoritariamente, tampoco alcanzan la grandeza y el carisma del equipo de Barcelona. Algo de esto se anunció hace dos años en los Mundiales de Toronto, donde la segunda versión del Dream Team fue un foco de problemas. Jugadores como Shawn-Kemp y Alonzo Mourning hicieron todo lo posible por embarrar la imagen del baloncesto profesional norteamericano. Su actitud significó su exclusión del equipo de los Juegos y la, llamada de veteranos como Robinson, John Stockton y Karl Malone, con el añadido de Charles Barkley y Scottie Pippen, dos de las figuras más reconocibles de la NBA. El intento por conjugar mercadotecnia -Shaquille O'Neal-, buena imagen -Grant Hill- y buenos jugadores -todos- no ha funcionado.

Las críticas se suceden contra el divismo de los jugadores. En la ceremonia de inauguración, estuvieron separados del resto de la delegación estadounidense. Cerca de la medianoche, varios jugadores llevaban gafas negras y mostraban una disposición arrogante, casi insolidaria con el resto de los atletas, que chocaba con el intento de los organizadores de dar un contenido humano a la apertura de los Juegos.

Alrededor del equipo sólo se habla de dinero y fiestas privadas. Una noche Reggie Miller ofrece una fiesta en un lujoso hotel; oirá noche es Shaquille, multimillonario antes, megamillonario ahora después de su impresionante contrato con los Lakers de Los Ángeles. El público, que adoraba el primer Dream Team, y la prensa, que hizo de aquel equipo la principal referencia de los Juegos, han vuelto la espalda a la selección estadounidense. No gusta su estilo de vida -viven en un lujoso hotel, rodeados de guardaespaldas, sin contacto con el resto de deportistas-, disgusta su actitud y decepciona su juego. Frente a Angola y Argentina no pudieron superar los cien puntos y pasaron algunos problema imprevistos. El respeto que mereció el Dream Team original entre sus rivales, no lo recibe la tercera versión. Los adversarios, que en Barcelona estaban más pendientes de posar con Jordan, Bird o Johnson,. ahora vienen a competir contra los americanos. No hay magia ni carisma en el equipo americano, cuyos jugadores han pasado de héroes a villanos en cuatro años.

América quiere ahora a deportistas accesibles y humanos, no esta colección de multimillonarios vanidosos que tienen todos los números para convertirse en el Hate Team, el equipo odioso.

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