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Cuba y España: ante el enroque

Antonio Elorza

El tiempo de esperanzas fue breve. Bastó que aflorasen unos tímidos intentos de reconciliación para que la vio lencia impusiera de nuevo su ley, con la consiguiente reafirmación de la Cuba castrista en su condición de fortaleza asediada. El derribo de las avionetas intrusas fue el cebo utilizado para relanzar la confrontación y el pez grande picó, como siempre. En un siglo de intervención sobre Cuba, Estados Unidos nunca. ha sabido abandonar el lenguaje propio de una potencia hegemónica de 1900. Así, el discurso de Clinton iba dirigido a los grupos de presión de Miami, no al pueblo de la isla, y carecía de ponderación. Ciertamente, hay en Cuba violación de los derechos humanos, pero no es una excepción, ni el caso más sangrante del planeta: ahí está China, hacia quien el presidente demócrata no propone embargo alguno. Y adoptando medidas que deterioren aún más el nivel de vida de los cubanos no se favorece la deseada recuperación de la democracia, sino la crispación y, en definitiva, el fortalecimiento del numantinismo castrista. Una cosa es crear las condiciones para sancionar a los capitalistas piratas, que se benefician de bienes previamente nacionalizados; otra, como hace además la ley Burton-Helms, dar una vuelta de rosca más en el estrangulamiento de la economía cubana.Los máximos dirigentes del régimen no han desaprovechado la ocasión. Celebrado a fines de marzo, el V Pleno del Comité Central del PC sirvió de foro para que Raúl Castro sacase partido a fondo de la imagen del cerco. Ni el menor resquicio para el cambio. Todas y cada una de las frases del informe se inscribían en el eje resistencia versus enemigo, en línea con la mejor escuela soviética. En el análisis de la economía dual, dolarizada, condena de quienes se enriquecen, reafirmación inexorable del socialismo, anuncio de sanciones implacables al lado de las previsiones de imposición. Raúl no puede olvidar a las jineteras, "pero no es la única estela negativa que nos trae el turismo". El resto es la lucha entre cubanos heroicos que se defienden y los enemigos infiltrados por Estados Unidos. Además, advierte, los cubanos ya tienen la democracia a su modo, con elecciones de cuya pureza es garantía que los candidatos no puedan hacer campaña alguna: así no caben "los repugnantes vicios" que prevalecen en casi todo el mundo. Es un discurso militar, de cierre absoluto, que desemboca lógicamente en sentar las bases para una caza de brujas en todas las direcciones, desde los medios dé comunicación a las ONGs.

Así las cosas, no puede decirse que soplen buenos vientos para una política como la española respecto de Cuba, cordial hacia los dirigentes, comprensiva hacia la oposición democrática, pero sobre todo confiada en que, a pesar de su carácter. neocolonial, el efecto positivo de las inversiones en turismo repercutiría naturalmente sobre la apertura progresiva del régimen. En los planos político y cultural, excesivamente respetuosa ante las maniobras dictatoriales. El ejemplo pudo ser aquella embajada cultural, con nuestra ministra al frente, a cuyos conferenciantes pudo acercarse algún disidente para saludar, sin que tras las intervenciones políticas cupiera el debate. Dada la asimetría resultante entre el espaldarazo dado por la visita al Gobierno de Castro y ese con tacto mínimo, falso signo de tolerancia, el balance dista de ser favorable. Del mismo modo que tiene poco sentido auspiciar foros donde figuren los de dentro y los de fuera, sin la garantía de que puedan ser conocidos en el interior de la isla. El pluralismo en España ya existe; donde hace falta es en Cuba. Reservas todas que no niegan la conveniencia de una comunicación cada vez más intensa con la sociedad cubana, lejos del patrón norte americano, hoy por hoy el mejor apoyo para la perpetuación del castrismo.

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