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Reportaje:

Cuatro Vientos de misterio

Un periodista dice haber hallado en México restos del mítico avión español y de sus dos pilotos

El 20 de junio de 1933, el monomotor español Cuatro Vientos debía aterrizar en la Ciudad de México como culminación de la que hubiera supuesto la mayor hazaña aérea de la época. El presidente de la República, todo el Cuerpo Diplomático y una Multitud de unas 60.000 personas esperaron en vano para festejar la llegada del capitán Mariano Barberán y el teniente Joaquín Collar, que 10 días antes habían empequeñecido al propio Charles Lindbergh, el héroe aviador estadounidense. Los pilotos españoles acababan de atravesar el océano, de Sevilla a Cuba, en sólo 40 horas y 5 minutos.Pero el posterior viaje del Cuatro Vientos entre Cuba y México tuvo un dramático final, aún no despejado en muchos de sus detalles. Inicialmente se mantuvo la hipótesis de que el mítico avión español había desaparecido en aguas del Atlántico. Pero el interés por despejar las incógnitas está poniendo de relieve la historia de una gesta y de tres tragedias.

El periodista mexicano Jesús Salcedo ha luchado en solitario durante 26 años para que se supiera la verdadera historia. Por el camino han quedado su matrimonio, su dinero y hasta su trabajo. Salcedo lo da todo por bueno, ya que, en abril de 1995, consiguió encontrar la cueva en la que supuestamente todavía están semienterrados los restos de los dos pilotos y trozos calcinados del avión.

Según Salcedo, el aparato debió sufrir algún fallo en su vuelo hacia México, a unos 250 kilómetros de la capital, cerca del poblado de la Huacamaya, en plena selva Negra, situada entre los Estados de Oaxaca y Puebla. De acuerdo con su reconstrucción de los hechos, los pilotos sobrevivieron al accidente. Dos días después de estrellarse en esa zona inhóspita, llena de alimañas y escasamente poblada, Barberán y Collar fueron asesinados, presumiblemente por algunos indios, para robarles sus relojes, anillos y ropas. El Cuatro Vientos fue quemado y los restos, junto a los cuerpos de Barberán y Collar, enterrados en una cueva de unos dos kilómetros.

El asesinato trajo una cruel ley del silencio entre los habitantes de La Huacamaya, zona muy deprimida, poblada por indígenas que sólo hablan mazateco y náhuatl. Salcedo ha. averiguado que uno de los asesinos era Bonifacio Carrera, fallecido recientemente. El periodista afirma que la madre de Carrera fue torturada para obligar a su hijo a repartir el botín. Bonifacio presenció cómo sus vecinos colgaban a su madre del cabello, pero no habló.

La lista de atrocidades narradas por Salcedo es enorme. Dos hombres que le dieron información fueron decapitados. Él mismo perdió un testículo en un tiroteo. Aunque el periodista lo oculta, tras la muerte de los pilotos y el aislamiento culpable de todo un pueblo, la suya es la tercera tragedia surgida del Cuatro Vientos.

Sin embargo, prefiere hablar de cómo acompaña sus trabajos en la cueva con un pequeño radiocasete en el que siempre suena el Concierto de Aranjuez, o de los trozos de hierro retorcido y huesos que ha recuperado. Sus esfuerzos le han valido una condecoración del Ejército del Aire español en 1983. Sus investigaciones dependen ahora del empresario Julián Aparicio, quien, de manera altruista, dona los fondos necesarios. Aparicio, de padre español, planea devolver los restos de los héroes a bordo de uno de sus aviones y siguiendo la ruta del Cuatro Vientos.

Hasta el momento, sólo cuentan con el respaldo moral del alcalde de Guadalajara, lugar de nacimiento de Barberán, que se comprometió el pasado lunes a recibir con todos lo honores lo que queda de los pilotos. Las autoridades españolas rechazaron el pasado año que los restos enviados para su análisis fueran del Cuatro Vientos, lo que motivó una reacción del investigador, que envió piezas del rescate a EE UU y Francia en busca de la confirmación de su trabajo. En Madrid, el comandante José Manuel Riesgo sostiene como hipótesis de lo ocurrido en 1.933 la narración de Salcedo, pero cree que aún deben analizarse en profundidad los restos encontrados para comfirmar si proceden del Cuatro Vientos.

Mientras tanto, Salcedo asegura que "no hay peor ciego que el que no quiere ver", a la vez que reta a cualquiera para que le refute el origen de su hallazgo. "Si no son del Cuatro Vientos, habré descubierto una nave extraterrestre", bromea con amargura.

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