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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Debates y buena conciencia

TODO ES defendible: los debates con tres participantes, con dos, con cinco. Y es lógico que cada partido defienda la opción que considere más favorable a sus intereses. Lo que ya resulta algo estomagante es la pretensión de que aquello que conviene a cada cual sea, además, la única solución verdaderamente democrática.Al PP le conviene que no haya debates cara a cara entre Aznar y González por similares motivos a los que hicieron al PSOE rechazar esa fórmula en los anos en que los socialistas eran claros favoritos. De haber debate, el PP prefiere una fórmula triangular, con Anguita como tercero en discordia. La razón es que se piensa que es más fácil que el PSOE pierda votos por la izquierda que por la derecha. La teoría fue elaborada con ocasión de las anteriores elecciones generales y dio ocasión a iniciativas destinadas a poner de acuerdo a Aznar y Anguita. Es obvio que el interés de este último coincide en este punto con los del PP: por una parte, encaja con su idea de que él es la única izquierda; por otra, a él también le interesa ser visto como tercero en discordia: no como una fuerza secundaria, sino como un candidato en pie de igualdad con los dos principales candidatos a la victoria.

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Todo el mundo sabe eso, y así se reconoce en privado: "Nadie nos puede obligar a que hagamos cosas que vayan contra nosotros", argumentó un dirigente del PP ara defender la decisión de su comité de campaña de condicionar los debates cara a cara con los socialistas a la previa celebración de un debate tripartito, con presencia de Anguita. Pero si se trata de conveniencia, ¿a qué vienen esos discursos morales de Aznar -ayer mismo- sobre la necesidad de que "todas las opciones estén representadas" y su adhesión a "aquello que quieren los españoles?".

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Interrogado, en la radio, el responsable de comunicación del PP, Miguel Ángel Rodríguez, Comenzó ayer por rechazar que su partido imponga la presencia de IU para aceptar debates con el PSOE, esgrimiendo como argumento el celebrado el miércoles entre Pedro Solbes y Rodrigo Rato. Pero cuando se le preguntó si su partido aceptaba un cara a cara entre Aznar y González, confirmó que tal cosa sólo ocurriría si previamente se celebra uno tripartito. El argumento para justificar esa cifra, tres participantes, ni uno más ni uno menos, es que se trata de los líderes de las tres únicas formaciones que presentan candidaturas en todas las circunscripciones. Es un argumento defendible, sin duda. Como lo es sostener que CiU o PNV tienen mucho que decir -algunos incluso insistirán en que incluso más que Anguita- sobre la gobernabilidad de España, por cuanto sus apoyos en el futuro Congreso pueden ser definitivos.

Pero se trata de un argumento ad hoc, destinado a justificar aquello que previamente había sido considerado más favorable a los intereses del PP. Frente a eso se argumentó ya en 1993, y entonces sólo protestó Anguita, que Aznar y González eran los dos únicos líderes con posibilidades realistas de encabezar el Gobierno, y de ahí el interés de una confrontación dialéctica- entre ambos. Es defendible, sin duda, pero también se trata de un argumento ad hoc: los socialistas no lo tuvieron en cuenta en 1989, cuando utilizaron diversas argucias para evitar un debate cara a cara entre su entonces favorito candidato y el novato Aznar. En fin, que, como dijo un sabio alemán, la existencia determina la conciencia.

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