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González anuncia que citará a Aznar en La Moncloa para hablar del Consejo Europeo

Felipe González y José María Aznar volvieron ayer a enviarse mensajes como acostumbran: a través de los periodistas y sin cruzar palabra ni para saludarse. Pero esta vez los indicios apuntan a que el final será feliz y los dos se entrevistarán, cara a cara y sin intermediarios, poco antes de la cumbre europea de Madrid de los días 15 y 16. El jefe del Gobierno aprovechó la fiesta de la Constitución en el Congreso de los Diputados para hacer saber al líder del Partido Popular que le telefoneará en los próximos días y concertará con él una entrevista en La Moncloa.

Pero en vez de decírselo al interesado, presente y a menos de 10 metros de distancia en la misma sala de conferencias del Congreso, González se lo anunció a los periodistas. Indicó que descolgará el teléfono para concertar la cita con Aznar a su regreso de los países nórdicos, donde tiene previsto dar por terminada la gira previa al Consejo Europeo de Madrid.Su intención es que el encuentro se celebre la próxima semana, para poder poner al presidente del principal partido de la oposición al corriente de las iniciativas y los preparativos españoles para el Consejo Europeo.

Aznar y González no cambiaron ni un saludo ni un gesto Según explicó el primero, el hecho no tiene mayor importancia y se debió, simplemente, a que los dos no habían coincidido. El presidente del PP y el líder de Izquierda Unida, Julio Anguita, sí coincidieron entre las decenas de políticos, militares y actores invitados y charlaron unos momentos.

Desconfianza

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Aznar fue localizado por los informadores receptores del mensaje cuando se disponía a abandonar la fiesta del Congreso. Informado de las intenciones del presidente del Gobierno, que ya se había ausentado del Congreso, manifestó "una disposición muy clara", como ya había hecho en su reciente viaje por América.

Declaró también que debe darse "la mayor normalidad posible" a estas citas y advirtió, eso sí, que no admitirá "secretismos". En cuanto al contenido, manifestó que está dispuesto a hablar de todo lo que desee plantear el anfitrión, es decir, Felipe González.

Los dos políticos charlaron unos minutos por última vez el pasado 22 de noviembre, impelidos por el Rey, durante la recepción conmemorativa de la coronación de don Juan Carlos.

Aznar asegura que entonces se habló única y exclusivamente de asuntos europeos y de política exterior y se indignó cuando fuentes gubernamentales sugirieron que había recibido "una información relevante", posiblemente la fecha de las elecciones de marzo. "Falso", replicó airado desde América el líder del PP.

Este incidente es la última cuenta de un rosario de malentendidos, polémicas y discrepancias en torno a las difíciles relaciones personales González-Aznar y a sus entrevistas cara a cara. El presidente del Gobierno se queja porque cuando era él el líder de la oposición, hasta octubre de 1982, acudía a La Moncloa a hablar con su antecesor, el centrista Adolfo Suárez, cuantas veces éste le reclamó.

Aznar, y sobre todo sus colaboradores, acusan a González y su entorno de hacer "juego sucio" con las entrevistas. En dos ocasiones, el presidente del PP asegura haber aceptado un compromiso para mantener sendas entrevistas en secreto y haberse encontrado luego con que el Gobierno informaba a escondidas de las mismas, en el momento que le convenía.

Para mantener su parte del compromiso de secreto, Aznar llegó incluso a faltar a la verdad y a negar de forma explícita el año pasado que hubiera una entrevista en per - spectiva, cuando ya estaba concertada con fecha, lugar y hora.

Luego se encontró con que la reunión aparecía publicada e interpretó que la responsabilidad era del Gobierno. Naturalmente, el Ejecutivo lo negó. Por este motivo el presidente del PP advierte ahora con énfasis: "Nada de secretismos".

Este encadenamiento de incidentes e "interpretaciones mezquinas", calificativo que es casi la única coincidencia de ambas partes al respecto, no ha hecho más que ahondar y reforzar la desconfianza recíproca.

Por eso, fuentes próximas al presidente del PP consideran "más que difícil, casi imposible", la hipótesis de un relevo en el poder amistoso como el que lograron en su momento Calvo Sotelo y González. Si hay transición, afirman, "será educada, ordenada, de guante blanco, y nada más".

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