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Estados Unidos, Europa y la paz en Bosnia

La firma del acuerdo de Dayton ha despejado el camino hacia una paz duradera en Bosnia. Con la puesta en práctica y el cumplimiento de los acuerdos terminará el más terrible conflicto militar vivido en Europa desde el final de la II Guerra Mundial. Por eso, Dayton es un signo de esperanza para la población que sufre en Bosnia. Los acuerdos son al mismo tiempo una victoria de la sensatez política: ha fracasado el intento de resolver cuestiones políticas con medios militares. Se garantiza la existencia de Bosnia como Estado dentro de las fronteras reconocidas en 1992.Este éxito no habría sido posible sin la estrecha colaboración y confianza entre los Estados representados en el llamado Grupo de Contacto: EE UU, Rusia, Francia, el Reino Unido y Alemania. Esto resulta especialmente cierto en el caso de la tenaz intervención del presidente Clinton, el secretario de Estado Warren Christopher y el mediador principal Holbrooke. En Dayton se ha demostrado de nuevo que sin el compromiso, norteamericano con Europa no es posible la seguridad y la estabilidad en la zona que se extiende desde Vancouver hasta VIadivostok. Los esfuerzos de paz en Bosnia han mostrado que una colaboración transatlántica que funcione es tan ineludible para Estados Unidos como para Europa. Estados Unidos y Europa están unidos por valores comunes y por intereses políticos, estratégicos y económicos comunes,

Después de la I Guerra Mundial, EE UU se marchó de Europa y la abandonó a su suerte. Después de la II Guerra Mundial, EE UU permaneció en Europa política, militar y económicamente. El éxito -la estabilización política y económica del Viejo, Continente- le dio la razón. Con la fundación de la Alianza Atlántica se confirmó el papel de EE UU en la seguridad y la estabilidad. Con la participación de EE UU en la CSCE en 1975, la URSS reconoció también la responsabilidad de EE UU en la estabilidad de toda Europa. También hoy, tras el fin de la guerra fría, EE UU tiene que hacer frente a su responsabilidad en la seguridad y la estabilidad de la zona que va desde Vancouver hasta Vladivostok. El éxito de Dayton demuestra esa necesidad. Con toda seriedad, como europeo convencido y consciente, como luchador comprometido con la alianza occidental de la OTAN y como defensor de una colaboración transatlántica cada vez más amplia y profunda, quiero recordar que la estabilidad y la seguridad en Europa también significan estabilidad para EE UU. En un mundo cada vez más marcado por la internacionalización y cada vez más unido, la colaboración transatlántica adquiere un significado aún mayor. El núcleo de esta colaboración transatlántica es la voluntad y disposición de EE UU a comprometerse con la estabilidad en Europa. Ni la historia ni el futuro permiten a europeos o norteamericanos replegarse sobre sí mismos. Ésa es nuestra responsabilidad conjunta en el umbral del nuevo milenio.

En ese sentido, la aportación de los europeos, especialmente de Alemania, Francia y el Reino Unido -los Estados de la UE representados en el Grupo de Contacto-, también fue de gran importancia para las negociaciones de paz de Dayton. Igual que la diplomacia francesa y la británica, la política exterior alemana dirigida por el ministro Kinkel contribuyó significativa miente al éxito de Dayton. El plan KinkeI-Juppé de 1994 para la estructura futura de Bosnia Herzegovina supuso una importante base para el acuerdo al que se ha llegado ahora. Con la invitación cursada ahora por el ministro de Exteriores Kinkel para celebrar en Bonn una conferencia Interna cional para la creación de con fianza y el logro del desarme en la ex Yugoslavia, una vez firmado el tratado, la política exterior alemana ha emprendido una iniciativa constructiva en otro ámbito importante.

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Una condición decisiva para el éxito de Dayton fue la colaboración con Rusia. Desde el principio del conflicto, en 1991, Alemania defendió enérgicamente la amplia inclusión de Rusia, primero en el marco de la CSCE y la OSCE, y después con su participación en el Grupo de Contacto. En Dayton han quedado de manifiesto las posibilidades que se abren en Europa a una política de cooperación después del final de la guerra fría. La estabilidad en toda Europa sólo puede conseguirse con Rusia, no sin ella y mucho menos contra ella.

La importancia de los acuerdos de paz de Dayton no se limita a Bosnia. Toda Europa se ha acercado mucho a un orden de paz duradero y justo. Hace casi exactamente cinco años, los Estados, participantes en la CSCE abogaron en la Carta de París por una nueva Europa, por el respeto de los derechos humanos y la democracia, la libertad económica y la justicia social y una seguridad igual para todos los Estados, como bases irrenunciables de una paz duradera. La tragedia humana del conflicto de Bosnia ha demostrado de forma terrible que no hay alternativas a una política basada en esos valores. El nacionalismo y la intolerancia no pueden tener cabida en la nueva Europa.

El éxito de Dayton es un paso decisivo hacia la pacificación en la ex Yugoslavia; sin embargo, todavía queda un largo camino que recorrer hasta que la paz esté totalmente garantizada. Ahora resulta decisivo poner en práctica en su totalidad las normas acordadas. En vista de los acontecimientos de los últimos años, esto supone, una dura tarea, sobre todo para las antiguas partes en conflicto, que ahora están llamadas a una política de creación de confianza y colaboración, orientada hacia el futuro. Una condición decisiva para ello es el respeto estricto de los derechos humanos y los derechos de las minorías, según las disposiciones de la OSCE y los acuerdos de Dayton.

La puesta en práctica del acuerdo de paz de Dayton exige la participación activa de las instituciones europeas y atlánticas: la UE, la OTAN y la OSCE. Por ello hay que saludar la decisión de la OTAN de enviar a Bosnia una fuerza para poner en práctica el acuerdo, basándose en una decisión del Consejo de Seguridad de la ONU. Para ello es irrenunciable la participación de EE UU anunciada por el presidente Clinton.

La participación de Rusia en la fuerza de paz. de Naciones Unidas es al mismo tiempo un signo alentador para la asociación (te seguridad que está surgiendo. También Alemania participará en una proporción significativa en la pacificación de la ex Yugoslavia.

Más allá de la pacificación militar de Bosnia, también hay que potenciar la reconstrucción política y económica. Esto supone un reto especial para la UE, que -conjuntamente con EE UU, Japón y los países islámicos- debería colaborar en el marco de un Plan Marshall para construir unas estructuras democráticas y de economía de mercado que funcionen. En ese sentido, cobra la máxima importancia el desarrollo de acuerdos entre la UE y todos los Estados sucesores de la ex Yugoslavia. Sólo la UE puede abrir esta opción de una pacificación duradera de la ex Yugoslavia desde una perspectiva europea. La OSCE, por su parte, debe asumir un papel central en la salvaguarda de los derechos humanos y la democracia en la ex Yugoslavia, especialmente en cuanto a la celebración de elecciones democráticas. Ahora está abierta de par en par la puerta a una paz duradera y global en la ex Yugoslavia. Las partes en conflicto están llamadas a hacer frente decididamente a sus responsabilidades en el interés de los pueblos y de la paz en toda Europa.

Hans-Dietrich Genscher es parlamentario y fue ministro de Exteriores alemán. Copyright Global Viewpoint. Distribuido por Los Angeles Times Syndicate.

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