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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La reina de la aldea

LO QUE más interesa a la gente es su propia vida. No existe un acontecimiento comparable en excitación, en emociones directas, en acción, en amor que enardece o mata. La muerte es lo segundo que más interesa a la gente, pero siempre en función de. la vida como factor fundacional. Y lo tercero que más pasiones despierta es la vida de los otros, apta para asumirla, detestarla o revivirla a partir de la propia vida.Esta trinidad, sustantivamente una, contribuye a explicar el éxito de público obtenido por la retransmisión de la entrevista con lady Di, récord de audiencia en la historia de la BBC, con más de veinte millones de telespectadores británicos.y vendida a más de un centenar de países. El planeta entero se ha manifestado por primera vez como una aldea global en la que todos comparten una historia doméstica, vecinal, ratificando así abrumadoramente que lo que más interesa es aquello en que se decide la dicha o la infelicidad privada. Día tras día, la historia, tan colectiva, se plasma en una traducción de historias menudas. En una guerra, en una catástrofe natural, un genocidio, siempre aparece ahora una historia individualizada, una miniatura de la hecatombe que se presta a ser amplificada Como, el cartel total de la tragedia. Ella, individuo mujer, es lo que importa, prevaleciendo sobre la niebla del palacio y el fulgor de la corona. Una esposa que ha' reunido el valor suficiente para, traspasando la densidad del poder y la tramoya institucional hasta la luz de las cámaras, exponerse a los ojos del público.El episodio, réplica, de las revelaciones sobre las infidelidades del heredero al trono del Reino Unido, difundidas por. él mismo, obligará a afinar sus argumentos a, los teóricos de la superioridad del sistema hereditario sobre el electivp. El entrenado para el cargo ha tenido, a la postre, el mismo comportamiento que la debutante. Aunque tal vez el problema sea que ambos estaban preparados para la realeza, pero ninguno de los dos para la vida moderna: para una sociedad de la imagen b la que el medio es el mensaje y en la que hasta el masaje, en el gimnasio, es fotografiable.Alguien a quien se asignatura función simbólica y representativa es más deudor de los medios, de. los que depende su imagen, que los demás mortales. Lo que ella ha denominado "necesidad de no defraudar al público", pese al drama íntimo, puso a la pareja en manos de esos medios, en un juego de manipulación recíproca. "Mi trabajo era más comentado que el suyo", dijo ella el lunes, ladeando la cabeza, y hay mucho corazón en esa reivindicación profesional de su papel. Pero hay también el reconocimiento de que son los medios los que arbitran. La única solución altematíva, unos reyes encerrados en la Ciudad Prohibida, ignorantes de lo que ocurre al otro lado de las verjas de su jardín, no resultaría hoy ni siquiera en China.Se asegura que lady Di no será nunca reina, pero ya lo es. La reina de la aldea. Es decir, del mundo entero, que ahora cabe en la sala de estar.

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