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Diana de Gales cree que la monarquía británica debería humanizarse

"Creo que la monarquía necesita algún cambio. Debería tener más contacto con el pueblo, ofrecer más amor a la gente". Diana de Gales, esposa separada del heredero del trono británico, no defraudó ayer a quienes conectaron la BBC para verla y escucharla en su primera entrevista en solitario, desde que fracasó su cuento de hadas con el príncipe de Gales. Fue un strip-tease mental de proporciones nunca vistas en alguien de su rango. Serena y segura de su poder, Diana declaró que ha sido considerada "una amenaza" por los círculos próximos al príncipe desde la separación oficial entre ambos

La princesa demostró en su intervención que quizás no Iban desencaminados esos círculos que la juzgaban tan peligrosa. Se expresó con la mayor libertad escuchada hasta ahora en una princesa sobre la Familia Real británica, sin mencionarla directamente. Habló de su separación: "Eramos un matrimonio de tres, demasiada gente". Y del futuro de su hijo Guillermo como rey, y su papel como posible embajadora, "capaz de dar amor a la gente".Diana dio muestras de controlar perfectamente el medio que manejaba -la televisión-, y de ser consciente del reto que representa aparecer ante una audiencia abrumadoramente amplia -se han barajado no menos de 15 millones de espectadores sólo en Reino Unido-, a la hora de defenderse, y de acusar al entorno de su marido de querer detenerla en su trabajo: un trabajo de entrega a los desheredados para el que se encuentra admirablemente dotada.

Hubo un momento particularmente crítico cuando el periodista la interrogó sobre las posibilidades reales de su marido de convertirse en el futuro rey de los británicos. "Quién sabe", contestó la princesa bajando suavemente los ojos, "quién sabe lo que el destino puede deparar". Más adelante insinuó que quizás el príncipe Carlos pueda sentirse demasiado abrumado por las mayores exigencias que representa ser rey.

¿Desearía usted que su hijo, el príncipe Guillermo fuera el heredero directo de la Reina?, preguntó el entrevistador. "El príncipe es todavía muy joven. No me parece oportuno echar tanto peso sobre sus hombros", contestó Diana.

Eran las últimas frases de una conversación en la que la princesa se dibujó a sí misma como una criatura forjada por el dolor, la incomprensión y el aislamiento, que se vió arrojada al fuego del descrédito apenas se anunció -contra su voluntad, dijo- su separación matrimonial, en diciembre de 1992. "No fue idea mía. Yo vengo de un hogar de divorciados y sé lo que es eso".

Vestida con traje sastre oscuro, sentada en una silla colocada en medio de uno de los salones del Kensington Palace, Diana de Gales confirmó punto por punto los pormenores del declive de su matrimonio desvelados en el libro de Andrew Morton. "Diana, su verdadera historia", publicado en 1992. Los momentos felices, hasta que la atención excesiva de los medios de comunicación hacia ella provocara los primeros episodios de celos en su marido. Su depresión post-parto, que tanto incomodó a la Familia Real -"en esa casa nadie había estado deprimido nunca"- Sus problemas de bulimia, que le llevaron varias veces a intentar autolesionarse.

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La princesa confesó que se enteró de la infidelidad de su esposo, "por instinto femenino", aunque algunos buenos amigos contribuyeron a abrirle los ojos. "Me sentí destrozada. Estaba profundamente enamorada de mi marido". Inevitablemente, tras el fracaso de su matrimonio, la princesa reconoció haber sido infiel con James Hewit. "Estuve muy enamorada de él", confesó ante las cámaras.

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