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JUDO

La alumna aventajada

Isabel Fernández arrebata a su profesora Miriam Blasco, medalla de oro en Barcelona, su plaza para Atlanta 96

Mábel Galaz

A los siete años era la mejor de la clase. A los 15 colgaba en la pared de su casa de Torrellano (Alicante) el título de campeona de España. Un año después lo revalidaba. Entonces Sergio Cardell, seguro de las posibilidades de Isabel Fernández, le dijo: "Vente al Judo Club de Alicante a trabajar conmigo". Fue para ella como si le hubiese tocado el gordo de la lotería. Una llamada de Sergio era la mejor reválida para cualquier yudoka que empezaba su carrera.El Judo Club, dirigido por Cardell, reunía a lo mejor de este deporte. Si alguien quería llegar lejos, lo primero que tenía que hacer era entrar en este selecto grupo de deportistas. Ahora, aunque Sergio ya no está, profesores y alumnos mantienen vivo este colectivo que ha convertido a Alicante en la capital del yudo en España.

Las lágrimas de Miriam Blasco sollozando desconsolada el día que ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona es una de las imágenes que han quedado en la retina e millones de espectadores. Miriam, aquel día en el Palau Sant Jordi, no sólo lloraba de emoción como lo hacían otros deportistas, lloraba también porque, en es los momentos no podía compartir con Sergio Cardell, su profesor, el triunfo. Había logrado llegar arriba y él no lo había visto. Un fatal accidente de coche se lo había llevado semanas atrás. Isabel Fernández, todavía en categorías inferiores, también se había quedado sin su guía y se sentía desorientada.

Miriam, con la medalla en la maleta, regresó a Alicante dispuesta continuar el trabajo iniciado por su entrenador. Decidió asumir sus competencias. Siguió entrenándose y recogió a parte de los alumnos de Sergio. Isabel pasó así a ser una de sus discípulas.

"Miriam competía entonces en la categoría de 56 kilos, como yo", recuerda Isabel, "pero ella tenía más experiencia y sus enseñanzas eran muy importantes para mí. Y es que en el yudo no sólo hay que tener una gran flexibilidad o una buena técnica, es muy importante la experiencia, porque te permite aprovechar al máximo los segundos e impedir que te engañen de manera ingenua".

Isabel aprendió pronto. Se convirtió en una alumna aventajada y le arrebató el puesto a su profesora. Miriam, por aquel entonces, tenía problemas para mantenerse en la categoría de 56 kilos y aceptó resignada que había llegado el relevo. La profesora pasó a la categoría de menos de 61 y cedió el testigo a Isabel.

"El peso es importante. Tenemos que cuidar nuestra alimentación para no pasarnos en los kilos. Yo mido 1,62 y peso normalmente 58 kilos. Así que para competir tengo que bajar dos por lo menos. Muchas veces llego a una competición sin haber comido apenas desde el día anterior", cuenta Isabel. "Es a veces difícil mantener un buen tono muscular y el peso adecuado".

Hace dos meses, en Chiva (Japón), Isabel llegó en su mejor forma. Por delante tenía el reto más difícil de su vida. Quería seguir también ahí la estela dejada por Miriam Blasco. De nuevo lo logró. Ganó la medalla de plata en su categoría y el derecho a estar en los Juegos Olímipicos de Atlanta. A sus 23 años está ya camino de cumplir su objetivo. "Estar en unos Juegos es lo más a lo que cualquier deportista puede aspirar. No tiene nada que ver con un mundial o una copa de Europa. Cuando me enteré de que iba a estar allí no sabía si tenía ganas de llorar o de reír. Pero en ese momento sentí que todo el sacrificio realizado en estos años había merecido la pena. Tengo muchas ganas de competir".

Cuando participe en Atlanta 96 habrá cumplido ya 24 años. Una buena edad para ser olímpica. En yudo se establece los 25 como la edad ideal para competir a un alto nivel. "Por eso estoy pensando en llegar hasta los Juegos de Sidney, luego me dedicaré por completo a la enseñanza".

En los próximos Juegos Olímpicos, Isabel formará equipo con Miriam Blasco y con Yolanda Soler, que participará en la categoría de menos de 48 kilos.

Isabel tiene una moral más contundente si cabe que las llaves que emplea en el tatami. Está firmemente segura de sus posibilidades y nadie se atreve a llevarle la contraria. "Creo que voy a ganar una medalla. Tengo muchas posibilidades. Además, la inglesa, la favorita, no va estar en los Juegos".

Con esa seguridad aplastante con la que habla de su próxima medalla cuenta que podía haberse dedicado también al balonmano porque era "muy buena", que es "implacable" al squahs, pero reconoce que tuvo que dejar el ballet porque en eso sí que era "muy mala".

La vida de Isabel gira toda alrededor del yudo. Dejó los estudios para que no interfirieran en su carrera deportiva. Recibe una beca del ADO desde hace un año de un millón de pesetas y se buscó un trabajo de profesora de yudo para no distraerse del camino emprendido. A su hermano Aquilino, que empezó con ella en este deporte aunque no alcanzó su categoría, le contagió para que enseñara a los más pequeños. E incluso se echó un novio yudoka. "No podría ser de otra manera. Nosotros, los que nos decicamos a esto, nos pasamos el día hablando de nuestro deporte. Un chico que no se dedicara a esto no me soportaría. Además no entendería tantos viajes y tantas concentraciones. Él sabe que esto es mi vida, lo entiende y me ayuda.

Flexibilidad

Isabel se pelea a veces con su novio sobre el tatami. También lo hace con otros chicos. Dice que es mejor que hacerlo con los chicos. "Como ellos pesan más, ganas en resistencia, ya que ellos son más fuertes".Se entrena al menos cinco horas diarias y defiende las ventajas del yudo frente a otras especialidades. "No es un deporte agresivo. Tampoco hay muchas lesiones. Lo importante es saber caer bien. También es bueno porque se gana en agilidad, flexibilidad y coordinación. Hay muchos niños pequeños que tienen problemas de coordinación y con el yudo los solucionan rápidamente".

Eso sí, Isabel reconoce una cosa: sus piernas normalmente están totalmente llenas de grandes moratones.

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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