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Polémica en Aravaca por unas torres de ocho pisos

Elsa Fernández-Santos

En un barrio donde todos los edificios son enanos, dentro de seis meses crecerá un gigante. Una modificación incluida en el nuevo plan general permitirá a la constructora Pinar de Chamartín elevar en Aravaca (distrito de Moncloa) una urbanización cuyos edificios tendrán hasta ocho plantas de altura. Un millar de familias del barrio afectado, la avenida de Europa -desde la que se divisa tanto la sierra como el perfil de Madrid-, ha presentado ya alegaciones.El terreno, llamado Cerro de Valdecahonde y Cercado de Aravaca, ha pasado de ser suelo rústico no urbanizable a suelo residencial. Esta modificación resulta absolutamenta "lógica", según los vecinos. "No somos unos ilusos. Está claro que aquí se urbanizará hasta el último rincón. Lo que es inadmisible es que en una zona donde no se ha construido ni un solo edificio de más de cuatro plantas ahora se permita la construcción de una urbanización de ocho alturas".

El PSOE municipal también presentó, tres meses después de que se realizara la modificación -en abril de 1994-, alegaciones al proyecto. En ellas alertaba de la gravedad de la "progresiva reclasificación del suelo no urbanizable de Aravaca mediante sucesivas modificaciones puntuales del plan de 1985". "Es fácil entender a los vecinos. Basta con dar un paseo por allí para entender su enfado", señalan fuentes socialistas.

Para Fernando Nasarre, gerente de la oficina municipal del plan, lo que debe preocupar a los vecinos no es la altura de los edificios, sino la densidad de construcción. La edificabilidad permitida en esa zona es muy baja, y eso es lo importante", dice. "Además", matiza Nasarre, "se trata de un terreno desnivelado, lo que disimulará la altura de los edificios". "La modificación se acogió a una ordenanza que permite que la altura de las casas suba hasta ocho alturas". La zona, de 122.000 metros cuadrados, tendrá 90.000 metros cuadrados de vivienda libre; además se cederán 32.000 al Ayuntamiento para vivienda pública, 20.000 para equipamiento y 17.000 de zona verde pública.

La constructora empezará las obras en enero. Para Emilio Trillo, su director de comunicación, los vecinos que protestan son "14 cantamañanas cabreados porque no van a tener un jardincito enfrente de casa y porque les quitamos las vistas". "Como se pasen les planto las casas en sus narices o les meto un ático de regalo", amenaza Trillo, que insiste, sin que nadie lo cuestione, en la legalidad de la operación.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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