Mi querido profesor
Acábo de leer en su edición del 23 de marzo la noticia relativa al profesor White, al que obligan a jubilarse a mitad de curso, y rápidamente- he reconocido en la foto al maravilloso señor White (mi profesor de inglés) sin su barba característica, -no sé desde cuándo la habrá abandonado-, pero no he podido reprimir el deseo de escribirles, pues yo soy una de las innumerables personas que le reverenciaban, y le reverencio, a pesar de los años que han transcurrido desde que le tuve como profesor en el Instituto Británico; a él debo mi interés por el idioma inglés e Inglaterra, pues sus clases eran mucho más que el aprendizaje de una lengua: era el aprendizaje de la vida y la cultura, y no sólo inglesa; sabía de España, de nuestras costumbres y de nuestra cultura, mucho más que nosotros mismos, con mucha más gracia y más chispa que muchos españoles.Yo siento sinceramente el cambio que van a experimentar esos alumnos a los que les han cortado el curso por la mitad, y deseo a míster White una feliz jubilación.