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Entrevista:

"Ya no me creo a los que llevan a Lenin en la solapa"

Anabel Díez

Clementina Díez de Baldeón, de 41 años, casada, con dos hijos, doctora en Historia del Arte, vicerrectora de la Universidad de Castilla-La Mancha, militante del PCE en los años setenta y del PSOE desde 1985, se considera una exponente. de la renovación del PSOE. Llegó al 330 Congreso Federal de ese partido como invitada y acabó el tercer día en el estrado principal junto a Felipe González. Ahora, de vocal de la ejecutiva, ha asado a ser responsable del área de la Mujer. No cree en las "revoluciones" y en quien lleva a "Lenin en la solapa" sino en la revolución diaria. Conoció a Felipe González en la primavera de 1993 en el mismo acto que le fue presentado al presidente del Gobierno el juez Baltasar Garzón.

Pregunta. Usted viene del mundo de la Universidad y alejada de la vida interna de los partidos. ¿Que impresión le deparó el llegar de militante de base a la Ejecutiva Federal del PSOE".

Respuesta. Me pareció un privilegio estar junto a quienes tienen en sus manos las riendas del país y lo tremendamente complejo que es tomar decisiones y ejercer el poder. Te das cuenta de que no se puede hacer lo que se quiere en todo momento, sino sólo lo que es posible. Yo me he movido siempre en el ámbito de la Universidad y en círculos intelectuales críticos, y desde este lado ves que la política no se puede hacer tirando del mantel y rompiendo los platos. Hay que intentar que no se rompan.

P. ¿Cuándo conoció a Felipe González?

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R. Antes de las elecciones de 1993; el mismo día en que conoció a Baltasar Garzón y a Ventura Pérez Mariño. Nos reunimos gentes muy diversas. Cada uno le habló de su ámbito profesional. Me pareció un gran comunicador, un hombre que emana autoridad y en cierto modo paraliza al interlocutor, aunque él no lo pretende, pero es que su carisma, su autoridad natural, hace que el interlocutor se ponga barreras.

P. ¿Cómo va a enfocar usted el trabajo de la Secretaría de la Mujer?

R. La participación de la mujer en todos los ámbitos, y en primer lugar el de su entorno inmediato, es algo que me gustaría impulsar. Hace años yo participaba de la tesis de hacer la revolución. Ahora desconfío de los revolucionarios del todo o nada, ya no me creo a los que llevan a Lenin en la solapa. La revolución de finales del siglo XXI es la del entorno inmediato.

P. La secretaría que ahora ocupa se ha dedicado años atrás, en colaboración con los ministerios competentes, a los planes de igualdad de la mujer y a la consecución de la cuota. ¿Está de acuerdo con lo hecho?

R. Claro que estoy de acuerdo con la cuota, porque estamos hablando de un mundo de hombres, y las mujeres no tenemos opción de estar en las direcciones. Ahora tenemos que dar el gran salto de la participación en todos los ámbitos de la vida. Esta secretaría tendrá que intervenir en todos los temas, porque a las mujeres nos interesa todo. Es fundamental que las mujeres participen, porque aportamos otra visión del mundo, y, para que sea posible, el hombre tiene que ayudar en las tareas domésticas. El objetivo último es el de que hombres y mujeres seamos más felices, y para eso los primeros tienen que colaborar.

P. ¿Quiere decir que desde su secretaría no se hablará sólo de reivindicaciones de mujeres?

R. No sólo. A las mujeres ya digo que nos interesa todo, y no podemos limitarnos a hablar sólo de temas de la mujer. Nos interesa la economía, nos preocupa la corrupción, nos interesa la vida sindical, de la misma manera que a los hombres. Las mujeres somos el motor de progreso de la historia, y ya se está viendo que estamos en todos los frentes. Ahora bien, existe un feminismo de segunda generación que no es excluyente. El objetivo es que seamos felices juntos, en la cooperación y en la igualdad. Ya no se debe tratar de una lucha de sexos, sino de hombres y mujeres, codo con codo, por un mundo más justo y solidario.

P. Usted pertenece a la dirección del partido que gobierna en la etapa de declive. ¿Cómo afronta esta situación?

R. Precisamente por todo lo que está cayendo no podemos quedamos parados ni estar inermes. Tenemos la obligación de seguir adelante, trabajando, porque es nuestra responsabilidad. Entre nuestras obligaciones está la de atacar la corrupción. Por respeto a los miles y miles de socialistas que han trabajado y trabajan de manera impecable y se han dejado la piel, debemos castigar a los corruptos.

P. Usted viene de una federación que en la pelea interna se situó en el sector renovador de manera muy activa.

R. No quiero ponerme etiqueta de guerrista o renovadora; no creo en eso. Me interesa un clima de colaboración, y creo firmemente en el entendimiento. Sí creo en las ideas y en la defensa de las propias convicciones, y eso, modestamente, es lo que voy a hacer en la ejecutiva. Creo que las mujeres podemos aportar a los partidos una dimensión diferente. Nuestra participación es esencial en los partidos para transformar la sociedad.

P. Llega usted a la dirección cuando de nuevo se abre la polémica por la ampliación de los supuestos de despenalización del aborto Y cuando en su partido se ha decidido posponer un tiempo la decisión

R. Con el cuarto supuesto se trata de humanizar una situación traumática. Se ofrece información, ayuda y asesoramiento; incluso medidas alternativas si se decide no abortar, tales como facilidades para la adopción o ayudas económicas. Ahora bien, si se decide abortar porque la situación se le hace a la mujer insoportable, hay que ayudarla. Yo no abortaría, pero no puedo decidir por otra persona que se vea en la obligación de hacerlo. Desde luego no se puede mandar a la cárcel a una mujer que se vea en la terrible situación de abortar.

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Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

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