'Hipermercado' Mirasierra
¿Hasta cuándo habrá que esperar? ¿Qué es lo que tiene que suceder para que los responsables de nuestra seguridad se ocupen de la situación? ¿Será que no se han enterado? ¿Será que aunque se hayan enterado les interesa más solucionar otros asuntos de más relevancia (para su promoción personal)? ¿Será que, como casi siempre, carecen de medios?He vivido o presenciado diferentes situaciones de las de llevarse las manos a la cabeza, pero lo que está sucediendo en Mirasierra, en aumento, no tiene calificativo. Las calles Cerro del Castañar, Costa Brava y otras próximas son, desde hace tiempo el lugar habitual de paso de la totalidad de los yonquis de Madrid. Es muy triste ver a todas las horas del día, o de la noche, filas interminables de estos pobres enfermos dirigiéndose a un núcleo de lo que se da a llamar "poblacion marginal" que, gracias a los desvelos y gran preocupación de nuestras autoridades, disponen de mejores instalaciones que son el patíbulo al que diariamente acuden estos jóvenes en auténticas oleadas a comprar su dosis de muerte, que se inyectan o fuman en cualquier lugar: autobuses de las líneas 131 y 134 , en la misma calle, en las cabinas telefónicas, sentados en las puertas de las viviendas, en el interior de sus vehículos, en los jardines...¡Y mejor no decirles nada! Menos mal que pueden saciar el hambre, que se dan cuenta que tienen tras el pico, en las pocas tiendas de la zona, donde a sus anchas pueden manipular los alimentos allí expuestos sin que nadie diga nada, ¡y que no se le ocurra!
Pero, efectivamente; nadie tiene derecho a impedirles circular por donde quieran o comprar lo que les apetezca. Pero es que no todos son yonquis: también acuden, ¡cómo no!, los camellos
Repito: ¿qué tiéne que ocurrir para que quien tiene la obligación de hacerlo acabe de una vez con ese foco de venta de muerte?
Por favor, señores responsables de nuestra seguridad: ¿tienen ustedes hijos? Pues, por favor, si no lo hacen por la obligación, trabajen por ellos, ya que no por los nuestros. - Magdalena Núñez Martín.
