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Entrevista:MUJERES

'Lo raro es que no haya más asesinos de 15 años

Luz Sánchez-Mellado

Tus ojos, dos ascuas negras, pasan de la ternura a la inflexibilidad sin pestañeo intermedio. Han visto mucho. Demasiado para algunos, pero no para esta zamorana de Toro, acostumbrada a mirar de frente a los chicos más duros del barrio. De España. Imberbes capaces de violar, de robar, de rajar las tripas o machacar la cabeza del primero que se atreva a negarles algo. Rosa Berián, 39 años, casada, con dos hijas, responsable de la Atención Social al Menor en Conflicto Social de la Comunidad de Madrid, no les teme. Trata de comprenderles. Para ella no hay niños malos, sino una sociedad hipócrita y autocomplaciente que devora a sus hijos antes de lanzar sus restos a las fieras.Pregunta: Este verano nos han estremecido varios crímenes cometidos por adolescentes. ¿Estamos ante un aumento de la perversidad infantil y juvenil?.

Respuesta: No hay niños malos porque sí. De todo el mundo se puede sacar algo mejor. Incluso en casos tan llamativos como el asesinato del matrimonio de Alicante por su hijo, tiene que haber explicación. Un chico bien cuidado, con estudios, eso es horroroso y puedes decir qué perverso si miras el hecho aislado, pero me imagino que el equipo técnico está investigándolo desde que nació, y aparecerán cosas que expliquen que eso no sale de repente sino que se ha ido haciendo poquito a poquito. Eso no quita que, como en los adultos, haya podido haber un momento de locura, pero en todos los casos que vemos, aún los más espeluznantes, siempre había datos anteriores que los explican. A lo mejor lo raro es por qué otros, en las mismas circunstancias, no lo hacen.

P: Lo que más aterra es la frialdad con que ejecutan el crimen y después lo- relatan a la policía. ¿Son chicos sin sentimientos?

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R: No lo creo. Lo que pasa es que los delincuentes jóvenes pueden ser mucho más violentos que los adultos porque no miden tanto la transcendencia de sus hechos, lo hacen por la necesidad del momento de satisfacer un deseo. Los adolescentes son imprevisibles, no controlan sus movimientos, y eso, llevado a un extremo de falta de educación, de intereses, de afectividad desde pequeños, los hace quizá más peligrosos que los adultos. Luego, además, carecen de sentimiento de culpa tal y como se entiende convencionalmente. Los jueces y los educadores inexpertos se desesperan y dicen "este niño no siente nada", pero no es eso, lo que ocurre es que no entienden lo que le estás planteando, porque no tienen tu experiencia, tu cultura, tu vida afectiva, no tienen nada.

P: ¿Entonces no son culpables de nada, hay que enterrar sus crímenes y olvidar quee sucedieron?

R: En absoluto. Esa postura no sirve para nada. Hay que enfrentar al menor con lo que ha hecho. No vale buscarle una atenuante para qué el juez se apiade de sus antecedentes familiares. La vida ha sido dura con ellos y el delito ya no tiene remedio. Pero el primer paso para ayudar al infractor, me resisto a llamarle delincuente, es que éste reconozca lo que ha hecho. Ahí comienza la reeducación.

P: ¿Hay niños que tienen todos los boletos para acabar siendo carne de presidio?

R: Sí. Y no sólo por sus circunstancias sociales y económicas. Lo peor que puede tener un niño, mas que la pobreza y que la enfermedad, es la inseguridad, el abandono. Y eso pasa tanto en las familias pobres como en las ricas. El niño tiene que saber que cuenta con una figura de adulto que nunca le va a fallar. Y eso se hace desde que el niño nace, desde que les das el biberón a su hora, le haces las carantoñas a su hora, no es de repente. Los niños que delinquen son niños inseguros, no tienen ninguna figura de referencia, carecen de modelo de comportamiento porque el padre o la madre o no pueden o han renunciado a serlo.

P: ¿La televisión, con su sobredosis de violencia, influye en el aumento de la agresividad infantil?

R: Algo de eso hay. Pero el peligro está, sobre todo, en los niños que no tienen más modelos que la tele. Si nadie les está formando sobre lo que es el bien y el mal, y no, tienen el ejemplo de su padre o su madre, los niños pueden percibir que la vida normal es asi. Que robar, matar y golpear es lo habitual y no pasa nada por hacerlo.

P: ¿Algunas familias son veneno para sus hijos?

R: Dolorosamente, sí. En eso, España es muy hipócrita. Es mejor dar un hijo en adopción que no ocuparse de él, o, más terrible todavía, mimarlo y maltratralo alternativamente. O no educarlo correctamente. Y ese problema se está extendiendo a la clase media y alta de forma alarmante.

P: ¿Se encuentra en los juzgados a muchos hijos de papá?

R: Cada vez más. Y aquí, claro, no se puede hablar de carencias económicas, pero sí de una educación equivocada. En una sola generación este país ha pasado de esquemas educativos durísimos, pero muy claros, donde hijos y padres sabían a qué atenerse, a la nada más absoluta, a la permisividad total. Y eso se paga.

P: Quizá sea porque los padres jóvenes se sienten culpables por trabajar ambos y dedicarles poco tiempo a sus hijos.

R: Sí, pero sobre todo, lo que pasa es que los cuarentones, por no repetir el modelo que ellos suponían malo de sus padres, han pasado, al extremo contrario. Con aquello de que lucharon contra la dictadura, tienen un complejo que les lleva a consentirles todo a sus hijos. Ahora parece que se están retornando las riendas, porque se está viendo el desastre a que se esta abocando a todos estos adolescentes.

P: Así es que ¿a los niños hay que decirles que no? ¿No se traumatizan?

R: Ja, ja. Esos padres modernos tienen el trauma del trauma. Una dosis diaria de 'noes' es la mejor medicina para un niño. Lo que no puedes hacer es, de repente, decirle a un chaval de 15 años que no sale esta noche cuando no le has dicho a los 3 que se coma todo lo del plato. Se educa siempre, desde el nacimiento. La gente piensa que los niños no entienden, pues no, es ahí cuando se estructura la personalidad. Y un no y un cachete a tiempo no les traumatizan en absoluto. Siempre que sea uno, claro. El límite es muy fácil. Si el niño es feliz y no tiene miedos ni preocupaciones, estaremos actuando correctamente.

P: ¿Es usted amiga de sus hijas?

R: Ese es otro error. Yo adoro a mis hijas y ellas me adoran, pero no soy su amiga, soy su madre. Hay que dejar muy claros los términos de la relación. Un amigo no te educa, y la obligación de un padre, si es consciente, es educar a su hijo. Hombre, puedes llevarte bien con él, pero no es tu amigo, es tu hijo. A veces se quieren despistar otros problemas con lo de ser amigo de tus hijos.

P: Sí, pero hay madres, sobre todo, que tiran la toalla, que dicen que no pueden con sus hijos.

R: Eso es cierto, pero es ridículo. ¿Cómo que no puede con un niño de 8 años? Lo que pasa es que es mucho más cómodo decirle a todo que sí. Dejarles comer todo el día dulces y darles 100 pesetas para que se callen. ¿Qué locura es ésa? Los niños son listísimos y saben muy bien cómo procurarse todo lo que pueden de los mayores. Hay que hacerles felices, pero no convertirlos en tiranos, hay que buscar el equilibrio.

P: Haga un esfuerzo. Dé alguna pista a los padres.

R: Lo mejor no es darles sermones, que no van a entender, sino enseñarles pautas de comportamiento. Lo que ocurre es que es muy cansado venir de trabajar y hacerlo todo bien para que el niño lo vea. Pero hay que intentarlo. Los críos tienen que ver lo que está bien, aunque sea para saltárselo de mayores. A lo mejor el problema que tienen estos niños tan conflictivos es que no tienen nada que saltarse. En la adolescencia hay que burlar la autoridad de los padres, pero si ésta no existe, habrá que hacer algo más gordo.

P: ¿Algo de eso hay en el fenómeno de la violencia gratuita de los cabezas rapadas?

R: Efectivamente, suelen ser chicos que lo tienen todo. ¿Qué tipo de diversiones locas tiene un chaval de 14 a 20 años al qué se le ha permitido todo? Seguro que tiene coche, no tiene que pelearse para salir hasta la madrugada, pues salir por la noche a cazar gente puede ser una emoción fuerte. Eso me parece una perversion mucho peor que la del chaval sin formación al que se le va la mano en una pelea.

P: Entonces, ¿el bienestar económico puede ser contraproducente para la educación?

R: En absoluto. Una cosa es que a nuestros hijos no les falte de nada y otra muy distinta que dispongan de todo a su antojo. Ésta sociedad capitalista que todos hemos aceptado es quizá la menos mala, pero tiene sus cargas. Este estado de cosas es un fracaso de la clase media. En una sociedad tan violenta, lo raro es que no haya más asesinos de 15 años.

P: ¿Hay chicos irrecuperables?

R: Rotundamente, no. Si lo creyera no trabajaría en esto, desertaría de la sociedad. Hasta en los casos más graves, existe la posibilidad de reinserción, aunque a veces llegan a nosotros totalmente destrozados. Pero hay que probar, con riesgo de reincidencia, es la única forma de conseguir algo. Cuando Corcuera dijo lo de "los experimentos, con gaseosa" se contradijo. Si se cree eso al pie de la letra, España sería un estado carcelario y con pena de muerte.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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