Cine para fumadores con perro
El parque de la Bombilla acoge la programación cinematográfica de los Veranos de la Villa
Es el sueño de todo cinéfilo fumador y con perro. El cine de verano, que este año se instala en el parque de la Bombilla, es el único espacio para disfrutar del séptimo arte en el que uno puede cenar, fumar, acariciar al can y levantarse a por una bebida sin provocar protestas entre los espectadores. Además, es el lugar en el que se practica un deporte de nuevo cuño: el zapping andante, que consiste en cambiar de película utilizando los pies. Cuando el espectador se aburre de la película que ponen en la pantalla grande, se levanta y se pasa a la pantalla pequeña, o viceversa.
"El ambiente es mucho más distendido que el de cualquier otro cine", dice Antonio, un joven que acude acompañado de su novia y de un bulldog que no para de resoplar. "Lo mejor de este cine es el precio [400 pesetas, dos películas]", afirma Felipe, un joven estudiante de agrícolas. Ya son siete las noches que ha pasado este joven en el parque de la Bombilla, comiendo pipas sin preocuparse por ensuciar el suelo. A Roberto y Silvia, dos jóvenes que trabajan en un supermercado, les gusta el ambiente que se respira: "Hay más ruidos, pero es entretenido escuchar los comentarios de la gente".
El murmullo de comedores de pipas, los chasquidos de mecheros y el ruido de la apertura de latas conforman la banda sonora del cine de verano. Los trenes que llegan a Madrid vía Estación de Norte pasan a escasos metros del recinto. Y el teleférico lo sobrevuela.
Una familia llega al cine y monta su particular tenderete: traen bolsas de plástico con hamburguesas, patatas fritas, bebidas y las despliegan en dos sillas. Luego se colocan en torno a las dos sillas y digieren las travesuras de Macaulay Culkin en Solo en casa 2 con ketchup. "La verdad es que los precios del bar no son baratos", comenta Sandra Montero, vendedora de los boletos del bar, "así que hay que dejar que la gente se traiga sus bebidas y su comida si quieren". Un gazpachito o una cerveza cuestan 175 pesetas; un pepito de ternera, 400.
La tradición del cine de verano se inició hace 10 años en el Retiro, lugar en el que el estuvo instalado seis años. "Allí conseguíamos llenazos de hasta 2.000 y 3.000 personas", afirma Rita Sonlleva, impulsora y gestora del proyecto. Este enclave se abandonó por el impacto ambiental, que tenía en la zona. Los pájaros no podían dormir, dijo en su momento la concejal de Medio Ambiente Esperanza Aguirre. El templo de Debod fue el siguiente enclave. Luego, tres años en Las Ventas: "Allí hacía demasiado calor y lo fundamental en un cine de verano es que sea fresco", argumenta Sonlleva. Este es el primer año en que la programación llega al parque de la Bombilla, donde caben 300 personas para la pantalla pequeña y 900 en la grande.
La programación comenzó el primero de julio y se mantiene hasta el 4 de septiembre. Hasta la fecha se han registrado tres llenazos: con Mucho ruido y pocas nueces, Vidas cruzadas y Parque Jurásico. Cada día hay tres películas, cuatro los fines de semana. El cine en versión original llega los viernes y sábados.
Cine de verano. Parque de la Bombilla (junto a la iglesia de San Antonio de la Florida). 400 pesetas. Tercera edad, 250; menores de siete años, gratis. Sesiones: 22.15 y 24.00.
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