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EL RETORNO DE ABU AMMAR

Arafat instala en Jericó la Autoridad Nacional Palestina y reune su primer consejo de ministros

, Yasir Arafat instaló ayer su Gobierno en el enclave cisJordano de Jericó y reunió su primer consejo de ministros, que anunció la próxima construcción de 25.000 a 30.000 viviendas en la franja de Gaza, una zona donde la escasez de alojamiento es dramática y donde el paro afecta a la mitad de la población activa. También decidió la creación de una comisión encargada de encontrar trabajo para los presos palestinos liberados por Israel. El líder palestino cerró así su programa en los territorios autónomos que se han convertido en el principal experimento para el proyecto de paz entre árabes e israelíes.

El jefe de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) prometió a la multitud que le dio la bienvenida que algún día todos los palestinos podrán orar en una Jerusalén capital de su propio Estado. Arafat, que llegó de Gaza en un helicóptero egipcio escoltado por otros israelíes, parecía fatigado tras cuatro días de intensa actividad en la franja de Gaza.Contrariando las expectativas y quizás debido al bloqueo de las carreteras por israelíes ultras, sólo acudieron a recibirle unas 5.000 personas -se había previsto la llegada de "cientos de miles" de palestinos de todos los territorios ocupados y de Jerusalén oriental- que pugnaron por acercarse a su líder cuando éste aterrizó en un descampado de la estación de autobuses.

Arafat dedicó sus primeras palabras para sumarse al coro de "¡con nuestra sangre, con nuestro espíritu, redimiremos a Palestina!", y acto seguido criticó al Gobierno israelí por permitir la realización de manifestaciones de fuerzas ultras que bloquearon las carreteras para sabotear el viaje de palestinos de toda Cijordania que trataron' de converger en Jericó. Los israelíes, dijo, "tienen que entender que esta tierra es tierra de Palestina y no pueden detener el movimiento depalestinos aquí".

Arafat insistió en los puntos que han guiado sus discursos a lo largo de los últimos cuatro días: la liberación de todos los palestinos en cárceles iraelíes y la necesidad de cerrar filas en torno a su más ambicioso proyecto político. "Debemos redoblar nuestros esfuerzos para construir un Estado palestino con Jerusalén como su capital. Juntos oraremos en Jerusalén", proclamó, arrancando largas ovaciones.

En un obvio intento por acercarse a sus principales críticos, el Movimiento de la Resistencia Islámica Hamás y otras organizaciones que se oponen al acuerdo de paz con Israel, Arafat volvió a demandar la libertad de todos los detenidos palestinos y específicamente la del jeque Ahmed Yasín, encarcelado y condenado a cadena perpetua en 1989.Hostilidad de los islámicos

Las gestiones públicas de Arafat, sin embargo, no han conseguido suscitarle simpatías en el campo islámico. Ayer, mientras la mayoría de los palestinos festejaba en Jericó, en las afueras del oasis simpatizantes de Hamás se mofaban del discurso.

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Arafat dio luego el paso más importante para la materialización de la autonomía cuando tomó el juramento de rigor a 12 de los 24 miembros de la Autoridad Nacional Palestina, el Gobierno en ciernes que deberá lidiar con los agudos problemas económicos y sociales de los pequeños territorios autónomos y gradualmente extender su autoridad a toda Cisjordania. El propio Arafat prestó juramento ante el presidente en funciones del Consejo Nacional Palestino, Selim Zanún. Las 12 ausencias se debieron a diversas circunstancias.

El líder palestino tiene previsto reunirse hoy con el primer ministro israelí, Isaac Rabin, y su ministro de Exteriores, Simón Peres, en París, donde los tres han confirmado su participación en una ceremonia en la cual serán premiados por la Unesco por sus esfuerzos a favor de la paz.

Arafat regresará a Gaza el sábado para instalarse definitivamente, afirman sus asistentes. Aunque Jericó es, técnicamente, la sede de la Autoridad Palestina, es posible que el líder pase más tiempo en Gaza. "Jericó es el símbolo, Gaza es la realidad", comentó Nabil Shaat, principal estratega del proyecto de la autonomía, estrecho colaborador de Arafat y, desde ayer, encargado de la cartera de Planificación y Cooperación Internacional.

Entre los habitantes de Jericó ayer no había mayormente decepción por el hecho de que Arafat, en contra de lo manifestado en múltiples anuncios oficiales, no proyecta, al menos de momento, establecer su residencia en el oasis a 25 kilómetros de Jerusalén. "No importa dónde esté", dijo Zuheir al Auás, un agricultor. "Lo que interesa es saber que ya está en su patria y que vamos a trabajar codo a codo con él". De París, Arafat se trasladará a Túnez, desde 1982 sede de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), donde debe asistir a una ceremonia de depedida que le ofrece el Gobierno tunecino.

Los muros del oasis hablan

Las paredes de Jericó contaban ayer la historia de una larga espera. La fugaz visita de Yasir Arafat puso fin a nueve meses de incertidumbre, desde el día en que el líder palestino, tras estrechar la mano del primer ministro israelí Isaac Rabin en Washington, anunció que vendría a Jericó a formar su Gobierno. Poco después de la firma del acuerdo de paz, los habitantes de este somnoliento oasis decoraban sus calles con fotos de Arafat y mensajes de bienvenida impresos en sus muros.Cuando los israelíes abandonaron Jericó, hace poco menos de dos meses, aparecieron artistas callejeros como Abu Jaled, un pintor autodidacto que ha adornado el camino hacia Ammán, la capital de Jordania, con enormes retratos de Arafat, Abu Yihad y Sadam Husein.

El ejemplo cundio rapidamente. Más de uno de los personajes que sonríen desde las paredes de Jericó podría quejarse de la habilidad de sus retratistas, como Yasir Abed Rabbo, a quien se le han añadido numerosos kilos y se la ha acentuado la incipiente calvicie.

Arafat, sin embargo, debió sentirse agradecido. El pueblo esta empapelado de carteles con una foto tomada hace por lo menos 20 años. El líder palestino, por entonces comandante supremo de la guerrilla, aparece sonriente con una gorra verde como la de Fidel Castro. "Está mucho mejor así", comentaba una joven ama de casa.

En las paredes, cada pintada parece haber sido hecha con la esperanza de captar la atención de Arafat durante su visita de ayer. "A proteger a la OLP", rezaba uno firmado, previsiblemente, por la facción Al Fatah. "Convirtamos nuestra ciudad en un paraíso", exhortaba otro. Pero los críticos de Arafat también han recurrido al aerosol. "Abajo con la humillación y la traición del acuerdo con IsraeF', proclamaba un grafito en el camino que Arafat tuvo que tomar ayer para trasladarse al centro de Jericó.

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